viernes, 31 de agosto de 2012

31 de Agosto - San Ramón Nonato


San Ramón Nonato

Patrono de las Mujeres Embarazadas y de las que esperan concebir un hijo


Fiesta: 31 de Agosto


Ramón significa: "protegido por la divinidad" (Ra=divinidad. Mon=protegido)




Siglo XIII, un siglo de grande cambios, de grandes luces y también de grandes santos.
En Portel,  localidad de Lérida (España), donde en esos tiempos estaba el feudo de los condes de Cardona, tuvo lugar el nacimiento de Ramón.
Sus padres, gente de campo, humilde, pero de una fe profunda, soñaban con la llegada de un hijo. Sueños y anhelos que con el pasar del tiempo no se veían cumplidos. Cerca del pueblo había una ermita dedicada a San Nicolás de Bari, en ella se encontraba una imagen de la Virgen con el Niño. La futura madre de Ramón acudía allí, porque en los tiempos de angustia, de desaliento, quién no se acerca a la Madre buscando consuelo, buscando esperanza.
La Virgen escucha sus ruegos y la vida comienza a germinar. Ramón se comienza a gestar.
Y el rostro de esta mujer cambia, es esperanza, consuelo, alivio, está embarazada, Dios no se olvida. Pero de pronto, una grave enfermedad la golpea, siente que sus fuerzas flaquean, se siente morir y con un último aliento pide a la Madre por el hijo que lleva en su vientre y muere.
El Conde de Cardona, a quien habían elegido padrino, pasaba a visitarla, a ver cómo estaba la madre y su futuro ahijado y horrorizado ve a la mujer tendida en el suelo, sin vida. Se inclina sobre el cuerpo inerte y llora, pero al apoyarse siente que algo se movía, su corazón le da un vuelco y como por inspiración divina, sin dudarlo, extrae su daga y rasga el vientre de la mujer. Dando un grito aparece Ramón, estirando sus brazos en cruz, como preanuncio del sentido de su vida.
Es por esta razón que se le llama Nonato, que quiere decir no nacido, porque su advenimiento a la vida fue de una manera prodigiosa. Según la tradición su nacimiento fue el 2 de febrero de 1200, fiesta de la Candelaria. A los pocos días fue bautizado dándosele el nombre de Ramón, que era el nombre del conde de Cardona, en agradecimiento por su intervención.
Con los años, Ramón comenzó a llevar al pastoreo las ovejas de su padre, en las proximidades de la ermita donde su finada madre había pedido su venida a la vida.  Allí, ante la imagen de la Madre con el Niño, Ramón pasaba sus horas en contemplación y oración. María viendo la devoción de Ramón se le aparece y le dice “Tú eres mi hijo, yo soy tu Madre” y el que no tenía madre se encontró con dos madres, la que ya estaba en el cielo y la que desde el cielo lo acompañaba en la tierra.Cuenta la tradición que se quedaba en estos diálogos con María durante horas, a tal punto que no cuidaba las ovejas. Los vecinos le hicieron llegar al padre la noticia de su descuido y es así que salió en su búsqueda y en el campo divisó que su majada estaba al cuidado de un joven que irradiaba luz  y sin saber quién era, aunque intuyéndolo, fue a la ermita y encontró a Ramón en éxtasis; cuando sintió la presencia de su padre salió de ese estado de contemplación y le pidió perdón por no estar cumpliendo la tarea encomendada. Su padre lo abrazó tiernamente y le dijo que no se preocupara, que mientras él estaba en el buen diálogo con María, ella había enviado un ángel para que hiciera su trabajo.
Y en esos diálogos que tenía lleno de fervor, de coraje, de entrega, quiere consagrarse totalmente al servicio de Dios y es la misma Virgen quien le dice que ingrese en la Orden de la Merced, cuya fundación había inspirado y era una obra muy querida por ella.
Por ese entonces Ramón tenía 20 años y pide ingresar a la Orden e inicia su noviciado.  En esa etapa se hacen más evidentes  y vivas las angustias y necesidades de los hermanos que sufren cautividad. Profundiza en ese amor a María, que se compromete con sus hijos que están cautivos. Descubre el sentido de dar la vida por los hermanos si fuese necesario, al modo de Cristo Redentor.
Hace su profesión religiosa y continúa sus estudios. A los 24 años es ordenado sacerdote.
Los mercedarios empeñados en la redención de los cautivos escogían cada año en Capítulo Gral. a los redentores, que eran religiosos elegidos para la delicada, dura y hermosa misión de ir a rescatar a los cautivos. Estos redentores debían ser hombres de una probada fe, fuertes, de inteligencia y capacidad negociadora, conocedores de las lenguas y de las culturas, porque para poder rescatar a los cautivos había que conocer la idiosincrasia de otros pueblos y estar dispuestos a sufrir por la causa del Evangelio.
En Nonato se dan estas características, por eso es elegido para esta hermosa tarea. En 1226 se embarca y llega a Argelia donde gracias a su santidad y habilidad pudo rescatar 140 cautivos.
En el año 1236, nuevamente designado como redentor se dirige a Argelia, allí ante la gran cantidad de cautivos que encuentra y ver que el dinero no le alcanzaba para el rescate de todos, en cumpliendo de su 4º voto, decide quedarse como rehén en lugar de ellos, mientras sus compañeros conseguían el dinero para su rescate. Compartiendo el sufrimiento, la prisión y el mal trato que padecían los cautivos, Nonato comienza a consolarlos, a darles ánimo, a hablarles de ese Dios que nunca nos olvida, de esa Madre que nunca nos deja, que siempre está a nuestro lado, que rompe las cadenas de la esclavitud. Y así su prédica y aliento no sólo llama la atención de los cristianos cautivos, sino también de sus captores, con lo cual comienzan a interesarse por su predicación, llegando a convertir a algunos de ellos. Esto enfurece a los jefes principales y queriéndolo hacer callar deciden aplicarle como escarmiento ejemplarizante un tormento hasta ese momento desconocido: perforan sus labios y le ponen un candado. Pero quien ha escuchado la Palabra sabe que no puede callar lo que ha visto y oído y no hay nada ni nadie que pueda impedir que el mensaje se propague. A pesar de ese tormento continúa predicando, cada dos o tres días le sacaban el candado para darle de comer. (A raíz de este tormento es considerado en México protector contra las habladurías y chismes, para que S. R. nos proteja de quienes hablan mal de nosotros y su maldad no nos llegue).
Ocho meses fue el tiempo que demoraron en juntar el dinero para poder rescatarlo. Es decir que durante ocho meses Ramón sufrió este castigo, un candado en su boca. Ocho meses en los que sintió la presencia maternal de María que le decía: Hijo mío confía, estoy con vos.
Su vida, su ejemplo, su prédica, su entrega total a Dios y a los hermanos no pasó inadvertida y es así que el Papa Gregorio IX lo promueve a la dignidad cardenalicia en el año 1239. Sin embargo, no llegan a asumir este título.
Puesto en camino se dirige hacia el castillo de Cardona, pero el cansancio las huellas del cautiverio, de las torturas físicas habían ido quebrantando su salud y dándose cuenta de que su vida terrena llegaba a su fin, pide el viático (la sagrada comunión). Como no se encontraba allí otro sacerdote, la Madre que siempre estuvo a su lado llama a su Hijo, llama a Jesús, quien le trae la sagrada comunión. El mismo Jesús se le da como alimento (por eso la iconografía representa a  San Ramón con una custodia en su mano).
Después de recibir la eucaristía inicia su viaje a  la patria eterna, su muerte ocurre el domingo 31 de agosto de 1240.
Apenas se conoció la noticia de su muerte comenzó a acudir la gente de todas las comarcas y poblados para venerar y despedir los restos de este santo. Como no se percibía signo de descomposición, sino que su cuerpo despedía un suave aroma a rosas se lo veló durante 15 días y por las cuestiones humanas y de cariño, comenzaron las disputas del lugar donde seria enterrado. La familia del Conde de Cardona quería llevarlo al castillo; el pueblo y el clero pretendían que fuera enterrado en a Iglesia y los religiosos de la Orden de la Merced lo querían en su convento. Para dirimir esta cuestión se propuso poner sus restos sobre una mula ciega, considerando que donde se detuviera sería el lugar que el santo había elegido para quedarse. Y es así que al pasar por los llanos de Bergús cerca de Cardona, la mula se detuvo y dio una vuelta, creyeron que era el lugar (aquí se erigió un oratorio), pero siguió y llegando al paraje de Torá se detuvo, dio otra vuelta y prosiguió. En este sitio se levantó una hermosa cruz con un baldaquino y todo el pueblo seguía a la bestia orando y cantando. Finalmente llega a la ermita de San Nicolás, lugar tan querido por él, podríamos decir que vuelve al inicio, vuelve al lugar donde soñaron y anhelaron su nacimiento. La mula dando tres vueltas en honor a la santísima Trinidad cayó muerta con su preciada carga. Allí se construyó el santuario de San Ramón, que aún hoy existe. La gente sigue la tradición de dar tres vueltas alrededor, al llegar al lugar.
Su cuerpo permaneció incorrupto hasta la guerra civil española, cuando fue destruido, conservándose hoy sólo una reliquia.
San Ramón Nonato, es un santo de una actualidad incuestionable en nuestro tiempo, ya que nos invita a defender la vida en todas sus etapas.

jueves, 30 de agosto de 2012

Evangelio - Viernes XXI Semana del Tiempo Ordinario - San Ramón Nonato


† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 25, 1-13
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
"El Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes que tomando sus lámparas salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron frascos de aceite con sus lámparas. Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó un grito:
"¡Ya viene el esposo, salgan a su encuentro!"
Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las descuidadas dijeron a las previsoras:
"Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando".
Las previsoras les contestaron:
"No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras; vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo".
Mientras aquéllas iban a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron:
"Señor, señor, ábrenos".
Pero él les respondió:
"Yo les aseguro que no las conozco".
Por eso, estén preparados, porque no saben el día ni la hora".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

† Meditación diaria

21ª semana. Viernes
EL ACEITE DE LA CARIDAD

— El aceite que mantiene encendida la luz de la caridad es la intimidad con Jesús.

El Evangelio de la Misa1 nos relata una costumbre judía; el Señor la emplea para darnos una enseñanza acerca de la vigilancia que hemos de tener sobre nosotros mismos y sobre los demás. Nos dice Jesús:El Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que tomando sus lámparas salieron a recibir al esposo... Estas vírgenes son las jóvenes no casadas, damas de honor de la novia, que esperan en casa de esta al esposo. La enseñanza se centra en la actitud que se ha de tener a la llegada del Señor. Él viene a nosotros, y debemos aguardarle con espíritu vigilante, despierto el amor, pues –dice San Gregorio Magno comentando esta parábola– “dormir es morir”2.
Cinco de estas vírgenes –leemos en la parábola– eran necias, pues no llevaron consigo el aceite necesario, por si tardaba en llegar el esposo. Las otras cinco fueron previsoras, prudentes, y junto con las lámparas llevaron aceite en sus alcuzas. Unas y otras se durmieron, pues la espera fue larga. Pero cuando a medianoche se oyó la voz: Ya está ahí el esposo, solo las que habían llevado el aceite se encontraron preparadas y pudieron participar en las bodas. Las otras, a pesar de sus esfuerzos, quedaron fuera.
El Espíritu Santo nos enseña que no basta haber iniciado el camino que nos lleva a Cristo: es preciso mantenernos en él con un alerta continuo, porque la tendencia de todo hombre, de toda mujer, es la de suavizar la entrega que lleva consigo la vocación cristiana. Casi sin darnos cuenta, se introduce en el alma el deseo de hacer compatible el seguir de cerca a Cristo con un ambiente aburguesado. Es necesario estar atentos porque puede ser muy fuerte la presión de un ambiente que tiene como norma de vida la búsqueda insaciable del confort y de la comodidad. Entonces seríamos semejantes a esas vírgenes, inicialmente llenas de buen espíritu, pero que se cansan pronto y no pueden salir a recibir al Esposo, para lo que se habían estado preparando toda la jornada. Si no estuviéramos alerta, el Señor nos encontraría sin el brillo de las buenas obras, dormidos, con la lámpara apagada. ¡Qué pena si un cristiano, después de años y años de lucha, se encontrara al final de su vida con que sus actos carecieron de valor sobrenatural porque les faltó el aceite del amor y de la caridad! No olvidemos que la luz de la caridad debe informar las relaciones familiares, sociales..., el trato con los amigos, con los clientes, con esas personas que encontramos ocasionalmente.
La virtud teologal de la caridad debe alumbrar siempre nuestros actos, en toda circunstancia, en todo momento: cuando nos encontramos bien y en la enfermedad, y en el cansancio, y en el fracaso; entre personas de trato amable y con quienes la convivencia resulta más áspera o difícil; en el trabajo, en la familia..., siempre. “En el alma bien dispuesta hay siempre un vivo, firme y decidido propósito de perdonar, sufrir, ayudar y una actitud que mueve siempre a realizar actos de caridad. Si en el alma ha arraigado este deseo de amar y este ideal de amar desinteresadamente, tendrá con ello la prueba más convincente de que sus comuniones, confesiones, meditaciones y toda su vida de oración están en orden y son sinceras y fecundas”3.
El aceite que mantiene encendida la caridad es la oración cuidada y llena de amor: la intimidad con Jesús. No es difícil observar que la caridad no se vive frecuentemente, incluso entre muchos que tienen el nombre de cristianos. “Pero, considerando las cosas con sentido sobrenatural, descubrirás también la raíz de esa esterilidad: la ausencia de un trato intenso y continuo, de tú a Tú, con Nuestro Señor Jesucristo; y el desconocimiento de la obra del Espíritu Santo en el alma, cuyo primer fruto es precisamente la caridad”4.

— El brillo de las buenas obras.

El seguimiento de Cristo nace del Amor y en el Amor encuentra su alimento. El aburguesamiento constituye un fracaso de esos deseos grandes de seguir al Maestro; tenemos que ser muy sinceros con Dios y con nosotros mismos, para estar siempre abiertos a sus requerimientos, combatiendo el egoísmo. Quien se apega a una vida cómoda, quien rehúye la abnegación y el sacrificio o se deja llevar solo por ansias de satisfacciones personales, no encontrará las fuerzas necesarias para darse a Dios y a los demás con todo el corazón y con toda el alma.
“Hay también otros que afligen su cuerpo con la abstinencia, pero de esa misma abstinencia suya solicitan favores humanos; se dedican a enseñar, dan muchas cosas a los indigentes; pero en realidad sonvírgenes necias, porque solo buscan la retribución de la alabanza pasajera”5. Son aquellos a quienes falta rectitud de intención: sus obras quedan vacías.
El Señor nos pide perseverancia en el amor, que ha de ir creciendo siempre, sintiendo en cada época y situación la alegría de servir a Cristo. Esforzaos y fortaleced vuestro corazón todos los que esperáis en Yahvé6, nos aconseja el Espíritu Santo. Sin desánimos, perseverantes en el esfuerzo diario, para que el Amor nos encuentre preparados cuando venga. “¿Acaso no son estas vírgenes prudentes –comenta San Agustín– las que perseveran hasta el fin? Por ninguna otra causa, por ninguna otra razón se las habría dejado entrar sino por haber perseverado hasta el final... Y porque sus lámparas arden hasta el último momento, se les abren de par en par las puertas y se les dice que entren”7: han alcanzado el fin de sus vidas.
Cuando el cristiano pierde esa actitud atenta, cuando cede al pecado venial y deja que se enfríe el trato de amistad con Cristo, se queda a oscuras; sin luz para sí mismo y para los demás, que tenían derecho al influjo de su buen ejemplo. Cuando se va dejando a un lado el espíritu de mortificación y se descuida la oración..., la luz languidece y acaba por apagarse, “y después de tantos trabajos, después de tantos sudores, después de aquella valiente lucha y de las victorias conseguidas contra las malas inclinaciones de la naturaleza, las vírgenes fatuas hubieron de retirarse avergonzadas, con sus lámparas apagadas y la cabeza baja”8. No está el amor a Dios en haber comenzado –incluso con mucho ímpetu–, sino en perseverar, en recomenzar una y otra vez.
Las fatuas “no es que hayan permanecido inactivas: han intentado algo... Pero escucharon la voz que les responde con dureza: no os conozco (Mt 25, 12). No supieron o no quisieron prepararse con la solicitud debida, y se olvidaron de tomar la razonable precaución de adquirir a su hora el aceite. Les faltó generosidad para cumplir acabadamente lo poco que tenían encomendado. Quedaban en efecto muchas horas, pero las desaprovecharon.
“Pensemos valientemente en nuestra vida. ¿Por qué no encontramos a veces esos minutos, para terminar amorosamente el trabajo que nos atañe y que es el medio de nuestra santificación? ¿Por qué descuidamos las obligaciones familiares? ¿Por qué se mete la precipitación en el momento de rezar, de asistir al Santo Sacrificio de la Misa? ¿Por qué nos faltan la serenidad y la calma, para cumplir los deberes del propio estado, y nos entretenemos sin ninguna prisa en ir detrás de los caprichos personales? Me podéis responder: son pequeñeces. Sí, verdaderamente: pero esas pequeñeces son el aceite, nuestro aceite, que mantiene viva la llama y encendida la luz”9.
El deseo de amar siempre más a Cristo, la lucha contra los defectos y flaquezas, recomenzando una y otra vez, es lo que mantiene encendida la llama, es el aceite de la vasija, que no permite que se apague el brillo de la caridad. El Señor nos espera en el trabajo, en la familia, en la diversión... Somos todo de Él, en cualquier situación en la que nos hallemos. El brillo de la caridad debe lucir siempre.

— Ser luz para los demás.

De esa actitud vigilante que el Señor desea que mantengamos en el corazón han de beneficiarse quienes están más cerca. Es mucho lo que pesa en ocasiones un ambiente movido por una concepción puramente material de la vida y los malos ejemplos de quienes tendrían que ser señales indicadoras; es mucha, a veces, la inclinación de las pasiones “que tiran para abajo”..., pero puede más la fuerza de la caridad bien vivida. Frater qui adiuvatur a fratre, quasi civitas firma10, el hermano ayudado por su hermano es tan fuerte corno una ciudad amurallada, que el enemigo no puede asaltar. Es mayor el poder del bien que el del mal. De aquí la importancia de nuestra vida: es necesario que seamos como lámparas encendidas, que alumbren el camino de muchos.
Debemos amparar y proteger a esas personas con las que el Señor ha querido que tengamos unos vínculos más estrechos y un trato particular..., y a la humanidad entera, con los cuidados de una fraternidad bien vivida: ayudándoles diariamente con la oración, avisándoles oportuna y delicadamente a través de la corrección fraterna cuando nos demos cuenta de que en su vivir se están introduciendo modos y costumbres que desdicen de un buen cristiano, con un consejo que les ayuda a mejorar su vida familiar o profesional, con una palabra de aliento en momentos de desánimo, comprendiendo sus errores y defectos y ayudándoles a superarlos... Hasta con el saludo podemos hacerles bien, pues “el saludo –dice Santo Tomás– es cierta especie de oración”11: en él deseamos la paz de su alma, que Dios esté con ellos...
Frater qui adiuvatur a fratre quasi civitas firma, el hermano ayudado por su hermano es tan fuerte como una ciudad amurallada. Si nos dejamos ayudar y nos damos de verdad a quienes están a nuestro lado podremos esperar a Cristo que llega y nos introducirá en el banquete de bodas, en el Amor sin medida y sin fin.

1 Mt 25, 1-13. — 2 San Gregorio Magno, Homilías sobre los Evangelios, 12, 2. — 3 B. Baur, En la intimidad con Dios, p. 247. — 4 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 236. — 5 San Gregorio Magno, o. c., 12, 1. — 6 Sal 30, 25. — 7 San Agustín, Sermón 93, 6. — 8 San Juan Crisóstomo, Homilías sobre los Evangelios, 78, 2. — 9 San Josemaría Escrivá, o. c., 41 — 10 Cfr. Liturgia de las Horas, II, p. 221. Preces Visperae. Prov 18, 19. — 11 Santo Tomás, Catena Aurea, vol. I, p. 334.
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Otro comentario: Rev. D. Joan Ant. MATEO i García (La Fuliola, Lleida, España)

En verdad os digo que no os conozco

Hoy, Viernes XXI del tiempo ordinario, el Señor nos recuerda en el Evangelio que hay que estar siempre vigilantes y preparados para encontrarnos con Él. A media noche, en cualquier momento, pueden llamar a la puerta e invitarnos a salir a recibir al Señor. La muerte no pide cita previa. De hecho, «no sabéis ni el día ni la hora» (Mt 25,13).

Vigilar no significa vivir con miedo y angustia. Quiere decir vivir de manera responsable nuestra vida de hijos de Dios, nuestra vida de fe, esperanza y caridad. El Señor espera continuamente nuestra respuesta de fe y amor, constantes y pacientes, en medio de las ocupaciones y preocupaciones que van tejiendo nuestro vivir.

Y esta respuesta sólo la podemos dar nosotros, tú y yo. Nadie lo puede hacer en nuestro lugar. Esto es lo que significa la negativa de las vírgenes prudentes a ceder parte de su aceite para las lámparas apagadas de las vírgenes necias: «Es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis» (Mt 25,9). Así, nuestra respuesta a Dios es personal e intransferible.

No esperemos un “mañana” —que quizá no vendrá— para encender la lámpara de nuestro amor para el Esposo. Carpe diem! Hay que vivir en cada segundo de nuestra vida toda la pasión que un cristiano ha de sentir por su Señor. Es un dicho conocido, pero que no estará de más recordarlo de nuevo: «Vive cada día de tu vida como si fuese el primer día de tu existencia, como si fuese el único día de que disponemos, como si fuese el último día de nuestra vida». Una llamada realista a la necesaria y razonable conversión que hemos de llevar a término.

Que Dios nos conceda la gracia en su gran misericordia de que no tengamos que oír en la hora suprema: «En verdad os digo que no os conozco» (Mt 25,12), es decir, «no habéis tenido ninguna relación ni trato conmigo». Tratemos al Señor en esta vida de manera que lleguemos a ser conocidos y amigos suyos en el tiempo y en la eternidad.
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Meditación: 



Sé prudente

Sé prudente y trabaja ahora para poder comprarte el aceite que mantendrá siempre tu lámpara encendida, como la mantuvieron las cinco vírgenes prudentes.
Ya pasó el tiempo del capitalismo, ¡ya el dinero está en su lugar!, ¿dónde?... en la realidad de que cuesta ganarlo, que hay que trabajar mucho para tenerlo y que hay que ahorrarlo porque el tiempo de vida de las personas es largo, ya sabes, 120 años puede vivir una persona. Dios lo dijo y se escribió en la Sagrada Biblia. Así que valórate por lo que eres y trabaja, ¡lucha!, haz un plan de vida espiritual y laboral, porque todas las cosas están unidas, porque por todo lo que uno hace, por todo se salva o se pierde; eso de ir a Misa y luego ir a “cantar las cuarenta” a quien sea, porque más que una queja, quieren soltar una bomba de tiempo, el tiempo que les queda para hacer méritos para ir al Cielo.
No le tengas miedo al trabajo; eso es algo de toda la vida; desde siempre se ha trabajado; desde antiguo el hombre ha tenido que luchar “a brazo partido”, para, con el sudor de su frente, trabajar y tener una vida digna; la vida de disfrutar de tener manos y pies, y ojos para ver y oídos para oír, y voz para hablar dentro de una boca, que si cierras más, vas a pecar menos.
Hemos llegado a fin de mes y he hablado del dinero, y mañana empiezo con el tema del trabajo. Y te consulto, aunque ya lo sé, pero te pregunto: ¿trabajó Dios cuando estuvo en este mundo?... Ve pensando en ello, que mañana empieza el tema del trabajo.
¡Hasta mañana compañero-a!


P. Jesús
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Otro comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)

La certeza de la palabra de Jesús sólo se prueba en el "ensayo"
Hoy, Jesucristo muestra cómo debe concretarse la "vigilancia" (ya mencionada en el capítulo anterior del "Discurso Escatológico"). Con la "Parábola de las vírgenes necias y prudentes" insiste en que al cristiano no le basta con esperar, debe "actuar"; no basta con "estar" en la Iglesia, sino que hay que mantener viva la fe y hacer buenas obras.

"Vigilancia" no significa salir del presente, olvidando el cometido actual, sino actuar —aquí y ahora— tal como se debería obrar ante los ojos de Dios. "Vigilancia" implica, sobre todo, apertura al bien, a la verdad, a Dios, en medio de un mundo a menudo inexplicable y acosado por el poder del mal. "Vigilancia" comporta que el hombre busque con todas las fuerzas y con gran sobriedad hacer lo que es justo, no viviendo según sus propios deseos, sino según la orientación de la fe.

—La verdad de tu palabra, Jesús, no es exigible teóricamente: su certeza sólo se prueba en el ensayo, adentrándome en tu voluntad.

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Otro comentario:  San Efrén (v. 306-373), diácono en Siria, doctor de la Iglesia - Comentario al Diatéseron , §18, 15s ; SC 121 (trad.SC p. 325 rev. ; cf breviario,  jueves, I semana de Adviento)

“Vigilad, porque no sabéis el día ni la hora”

        Para atajar toda pregunta de sus discípulos sobre el momento de su venida, Cristo dijo: “Esa hora nadie la sabe, ni los ángeles ni el Hijo.
No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas”(Mt 24,36; Ac 1,7). Quiso ocultarnos esto para que permanezcamos en vela y para que cada uno de nosotros pueda pensar que ese acontecimiento se producirá durante su vida...

        Velad, pues cuando el cuerpo duerme, es la naturaleza quien nos domina; y nuestra actividad entonces no está dirigida por la voluntad, sino por los impulsos de la naturaleza. Y cuando reina sobre el alma un pesado sopor –por ejemplo, la pusilanimidad o la melancolía–, es el enemigo quien domina al alma y la conduce contra su propio gusto... Por eso ha hablado nuestro Señor de la vigilancia del alma y del cuerpo, para que el cuerpo no caiga en un pesado sopor ni el alma en el entorpecimiento y el temor, como dice la Escritura: “Sacudíos la modorra, como es razón” (1Co 15,34); y también: “Me he levantado y estoy contigo” (Sal. 138,18); y todavía: “No os acobardéis” (cf Ef. 3,13)...

     "Cinco de ellas, dice el Señor, eran insensatas y cinco eran prudentes". No es su virginidad lo que cualificó su sabiduría, ya que eran todas vírgenes, sino sus buenas obras. Si tu castidad iguala la santidad de los ángeles, observa que la santidad de los ángeles no tiene envidia y ni otro mal. Así pues, si no te reprenden por la impureza, vigila que no lo seas  tampoco por la ira y la cólera... “Que vuestros cinturones estén ajustados a la cintura", para que la castidad nos alivie. "Y vuestras lámparas encendidas" (Lc 12,35), porque el mundo, que está sumergido en la noche, necesita la luz de los justos. "Que vuestra luz brille delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mt 5,16).







El Santo Rosario


Devoción mariana
Santo Rosario. 
María tiene predilección por esta oración del Santo Rosario, puesto que es una oración muy sencilla, es evangélica y nos forma en la sencillez, en la humildad y nos va adentrando en los misterios de la salvación.
Si la vida eterna consiste en conocer a Dios y a su Enviado, Jesucristo, entonces recemos mucho el Rosario, puesto que con esta oración es que conocemos cada vez mejor a Jesucristo, Palabra eterna de Dios.
Y si la Virgen pide en todas sus apariciones, con ansias maternas, que recemos el Rosario, no es por casualidad, sino porque a través de esta oración Ella tiene un plan para derrotar al Maligno, que en estos tiempos quiere llevar a la humanidad entera a la perdición, a la total destrucción espiritual, y hasta material.
Recordemos que la devoción al Rosario es signo de predestinación, es decir, que si no rezamos el Rosario ni nos gusta ni hacemos el esfuerzo por rezarlo, entonces nuestra salvación puede estar en peligro, ya que la devoción al Rosario es gran señal de predestinación a la gloria.
Lo que sucede es que tal vez encontramos aburrido su rezo, o no hemos alcanzado a comprender que para rezar el Rosario no es necesario pensar tanto, ni hacer el esfuerzo de concentrarnos en las palabras que decimos, sino más bien repetir dulcemente las palabras, que nos van tranquilizando el alma, e ir imaginando las escenas de los misterios, sin ponernos demasiadas cláusulas, sino dejando más lugar al amor y al sentimiento, para sentir con Jesús y María lo que Ellos sintieron.

                                                                                 



Frases del Santo Padre Pío de Pietrelcina

                                                        
"En la vida espiritual cuanto más se corre menos se siente el cansancio."
                                                                                                   (Santo Padre Pio de Pietrelcina)

30 de Agosto - Santa Rosa de Lima - Patrona de América


Patrona de Perú, América y las Filipinas
Agosto 30 (en ciertos lugares 23 Agosto, ver Misa enviada ese día)


Etimológicamente significa” rosa, jardín florido”. Viene de la lengua latina.

La primera mujer declarada santa de todo el continente americano

El Papa Inocencio IX dijo de esta santa un elogio admirable: "Probablemente no ha habido en América un misionero que con sus predicaciones haya logrado más conversiones que las que Rosa de Lima obtuvo con su oración y sus mortificaciones". Lo cual es mucho decir.

Isabel Flores de Oliva, hija de Gaspar de Flores y María de Oliva, que por su belleza recibió popularmente el nombre de "Rosa" al que ella añadió "de Santa María" En el bautizo le pusieron el nombre de Isabel, pero luego la mamá al ver que al paso de los años su rostro se volvía sonrosado y hermoso como una rosa, empezó a llamarla con el nombre de Rosa. Y el Sr. Arzobispo al darle la confirmación le puso definitivamente ese nombre, con el cual es conocida ahora en todo el mundo.

En los años en que nació Santa Rosa de Lima, la sociedad de su época, propia de un periodo colonial, esta orientada en varios aspectos por el ideal de tener más. Hay allí familias pudientes, otras de pequeños propietarios y la gran mayoría de campesinos, negros y mulatos, que son tratados como esclavos. La familia de Rosa es de pequeños propietarios. Los padres de Rosa se esfuerzan en darle una seria educación humana además de proporcionarle una sólida formación en la fe.

Lima tiene una comunidad pionera en la evangelización: el convento de Santo Domingo. Allí los seglares pueden participar en la liturgia, reunirse a meditar la Palabra de Dios y colaborar temporalmente en los puestos misionales o "doctrinas".

Desde pequeñita Rosa tuvo una gran inclinación a la oración y a la meditación. Un día rezando ante una imagen de la Virgen María le pareció que el niño Jesús le decía: "Rosa conságrame a mí todo tu amor". Y en adelante se propuso no vivir sino para amar a Jesucristo. Y al ir a su hermano decir que si muchos hombres se enamoraban perdidamente era por la atracción de una larga cabellera ó de una piel muy hermosa, se cortó el cabello y se propuso llevar el rostro cubierto con un velo, para no ser motivo de tentaciones para nadie. Quería dedicarse únicamente a amar a Jesucristo.

Rosa en su interior vive un dilema: por un lado siente vocación de religiosa contemplativa y, por otros, percibe la imperiosa llamada a realizar esta vocación en el interior de su familia, trabajando por el Reino de Dios desde fuera del convento, esto sucedió así:

Se había propuesto irse de monja agustina. Pero el día en que fue a arrodillarse ante la imagen de la Virgen Santísima para pedirle que le iluminara si debía irse de monja ó no, sintió que no podía levantarse del suelo donde estaba arrodillada. Llamó a su hermano a que le ayudara a levantarse pero él tampoco fue capaz de moverla de allí. Entonces se dio cuenta de que la voluntad de Dios era otra y le dijo a Nuestra Señora: "Oh Madre Celestial, si Dios no quiere que yo me vaya a un convento, desisto desde ahora de su idea". Tan pronto pronunció estas palabras quedó totalmente sin parálisis y se pudo levantar del suelo fácilmente.

A sus 20 años encuentra el camino: ser pobre por la fraternidad universal ingresando en la Orden de Predicadores, en su movimiento seglar, había sucedido que ella vino a saber que la más famosa terciaria dominica es Santa Catalina de Siena (29 de abril) y se propuso estudiar su vida e imitarla en todo. Y lo logró de manera admirable. Se fabricó una túnica blanca y el manto negro y el velo también negro para la cabeza, y así empezó a asistir a las reuniones religiosas del templo.

Su padre fracasó en el negocio de una mina y la familia quedó en gran pobreza. Entonces Rosa se dedicó durante varias horas de cada día a cultivar un huerto en el solar de la casa y durante varias horas de la noche a hacer costuras, para ayudar a los gastos del hogar. Como dominica seglar da clases a los niños, incluyendo aprendizaje de instrumentos musicales (guitarra, arpa, cítara). En aquel hogar la vida es sencilla, pero lo necesario nunca falta.

Participa en la Eucaristía en el Convento de Santo Domingo. Al fondo de su casa, en la huerta de sus padres, construye una cabaña, una ermita, con el fin de asimilar más el Evangelio en la oración; allí entra en comunión con Dios, con los hombres y con la naturaleza. Sólo Dios la va retribuyendo y ella se va forjando como mujer de "contemplación en lo secreto". A esto une una serie de mortificaciones. Explica en sus escritos que la mortificación es necesaria para ser saciados por el Espíritu de Dios, para vivir orientados por el Espíritu Santo, para renovar la faz de la tierra a partir de uno mismo. Frente a sus prójimos es una mujer comprensiva: disculpa los errores de los demás, persona las injurias, se empeña en hacer retornar al buen camino a los pecadores, socorre a los enfermos. Se esfuerza en la misericordia y la compasión.

Es difícil encontrar en América otro caso de mujer que haya hecho mayores penitencias, lo primero que se propuso mortificar fue su orgullo, su amor propio, su deseo de aparecer y de ser admirada y conocida. Y en ella, como en todas las cenicientas del mundo se ha cumplido lo que dijo Jesús: "quien se humilla será enaltecido".-

Una segunda penitencia de Rosa de lima fue la de los alimentos. Su ayuno era casi continuo. Y su abstinencia de carnes era perpetua. Comía lo mínimo necesario para no desfallecer de debilidad. Aún los días de mayores calores, no tomaba bebidas refrescantes de ninguna clase, y aunque a veces la sed la atormentaba, le bastaba mirar el crucifijo y recordar la sed de Jesús en la cruz, para tener valor y seguir aguantando su sed, por amor a Dios.

Dormía sobre duras tablas, con un palo por almohada. Alguna vez que le empezaron a llegar deseos de cambiar sus tablas por un colchón y una almohada, miró al crucifijo y le pareció que Jesús le decía: "Mi cruz, era mucho más cruel que todo esto". Y desde ese día nunca más volvió a pensar en buscar un lecho más cómodo.

Los últimos años vivía continuamente en un ambiente de oración mística, con la mente casi ya más en el cielo que en la tierra. Su oración y sus sacrificios y penitencias conseguían numerosas conversiones de pecadores, y aumento de fervor en muchos religiosos y sacerdotes. En la ciudad de Lima había ya una convicción general de que esta muchacha era una verdadera santa.-

Rosa de Lima, pasó los tres últimos años de su vida en la casa de Don Gonzalo de Massa, desde 1614 a 1617. Don Gonzalo era un empleado rico del gobierno y su esposa, María de Uzategui, tenía un gran aprecio por Rosa. Durante la penosa y larga enfermedad que precedió a su muerte, la oración de la joven era: "Señor, auméntame los sufrimientos, pero auméntame en la misma medida tu amor".

Desde 1614 ya cada año al llegar la fiesta de San Bartolomé, el 24 de agosto, demuestra su gran alegría. Y explica el porqué de este comportamiento: "Es que en una fiesta de San Bartolomé iré para siempre a estar cerca de mi redentor Jesucristo". Y así sucedió. El 24 de agosto del año 1617, después de terrible y dolorosa agonía, expiró con la alegría de irse a estar para siempre junto al amadísimo Salvador a los 31 años.

Y a esta muchacha de condición económica pobre y sin muchos estudios, le hicieron un funeral poco común en la ciudad de Lima. La primera cuadra llevaron su ataúd los monseñores de la catedral, como lo hacían cuando moría un arzobispo. La segunda cuadra lo llevaron los senadores (u oidores), como lo hacían cuando moría un virrey. Y la tercera cuadra lo llevaron los religiosos de las Comunidades, para demostrarle su gran veneración. El entierro hubo que postponerlo porque inmensas multitudes querían visitar su cadáver, y filas interminables de fieles pasaban con devota veneración frente a él. Después la sepultaron en una de las paredes del templo

Su cuerpo se venera en la Basílica dominicana de Santo Domingo en Lima. Fue canonizada por Clemente X el 12 de abril de 1671. Desde ese año Toda América Meridional y Filipinas la veneran como patrona.

Así es, como es celebrada como la primera flor de santidad de América, insigne por la fragancia de su penitencia y oración. Dotada de brillantes cualidades y dotes de ingenio que tuvo ya desde niña se consagra al Señor con voto de virginidad. Sintió profunda veneración por Santa Catalina de Siena , con quien se advierte una sorprendente afinidad, así fue como por ello decidió en 1606, inscribirse en la Orden Seglar Dominicana para darse más plenamente a la perfección evangélica.

Esta amante de la soledad dedicó gran parte del tiempo a la contemplación deseando también introducir a otros en los arcanos de la "oración secreta", divulgando para ello libros espirituales. Anima a los sacerdotes para que atraigan a todos al amor a la oración.

Recluida frecuentemente en la pequeña ermita que se hizo en el huerto de sus padres, abrirá su alma a la obra misionera de la Iglesia con celo ardiente por la salvación de los pecadores y de los "indios". Por ellos desea dar su vida y se entrega a duras penitencias, para ganarlos a Cristo. Durante quince años soportará gran aridez espiritual como crisol purificador. También destaca por sus obras de misericordia con los necesitados y oprimidos.

Rosa arde en amor a Jesús en la Eucaristía y en honda piedad para con su Madre, cuyo rosario propaga con infatigable celo, estimando que todo cristiano "debe predicarlo con la palabra y tenerlo grabado en el corazón".

Los milagros empezaron a sucederse en favor de los que invocaban la intercesión de Rosa, y el sumo pontífice la declaró santa y la proclamó Patrona de América Latina, Rosa de Lima, es la más bella rosa que ha producido nuestro continente.