viernes, 31 de enero de 2014

Historia sobre la comunión en la mano - 1º Parte

                                        


HISTORIA SOBRE LA COMUNION EN LA MANO

HACIA MEDIADOS DE LA DÉCADA DE LOS AÑOS 60, LA COMUNIÓN EN LA MANO FUE INTRODUCIDA SIN AUTORIZACIÓN, CONTRARIANDO LA LEY VIGENTE EN UNA MUESTRA DE INDISCIPLINA E INDIVIDUALISMO, EN ALGUNOS PAÍSES DE EUROPA, ESPECIALMENTE LOS DE MAYORÍA PROTESTANTE.

La Comunión en la mano comenzó en Holanda en 1965/66 como resultado del cuestionamiento de algunos laicos respecto de la verdadera presencia de Jesús en la Hostia Consagrada. Este cuestionamiento pareciera ser semejante a la “negación de la Divinidad de Cristo.” El Papa Pablo VI, en la encíclica MYSTERIUM FIDEI, rechazó la “Comunión en la mano”, como se la llamaba, como una “opinión falsa ya desparramada.” A partir de entonces, el Papa Pablo VI pidió a los obispos holandeses que escribieran a todos sus sacerdotes y “les dieran directivas para que volviesen, nuevamente, a la manera tradicional de recibir la Sagrada Comunión.” El Papa Pablo VI también se expresó contra el creciente mal uso del sexo en los matrimonios (píldoras, etc…), tres años más tarde, en su encíclica HUMANAE VITAE. Ninguna de estas instrucciones fue difundida por los obispos holandeses, y los sacerdotes de Holanda permanecieron sin ser censurados o castigados.

SANTA COMUNIÓN: IMPRESIONANTE DOCUMENTO
http://gloria.tv/?media=143118
LA CARTA ESCRITA POR PAPA PABLO VI EL 28 DE OCTUBRE DE 1968 COMENZABA DICIENDO:

“Sobre el modo de distribuir la comunión, la Instrucción Eucharisticum Mysterium del 25 de Mayo de l967 se ha limitado a indicar la posición de los fieles, quienes pueden estar de rodillas o de pie; sin embargo en diversos lugares, al menos desde hace dos o tres años, algunos sacerdotes sin la debida autorización ponen la Eucaristía sobre la mano de los fieles, quienes después se dan la comunión a sí mismos (autocomunión). Parece que este modo de obrar se difunde rápidamente, sobre todo en los ambientes más cultos y en grupos pequeños, y halla favor entre laicos, religiosos y religiosas. Tratándose entonces de cosa tan grave en sí misma y en sus consecuencias, el Santo Padre Pablo VI desea conocer el pensamiento de cada uno de los obispos...”
Como respuesta una gran mayoría de obispos, cercana a los dos tercios, expresó su decisión contraria a la nueva praxis, en concordancia con el pensamiento de la Santa Sede, la cual ordenó se componga una instrucción (Memoriale Domini) confirmando la ley vigente:


LA LEY UNIVERSAL DE LA IGLESIA PROHIBE LA COMUNIÓN EN LA MANO O AUTOCOMUNIÓN

INSTRUCCIÓN MEMORIALE DOMINI

Compuesta por mandato especial del Sumo Pontífice Pablo VI y aprobada por Él con la fuerza de la Autoridad Apostólica el 28 de Mayo de 1969. Enchiridion Vaticanum, Tomo 3.

1277 Este modo de distribuir la santa Comunión por el cual, el ministro pone por sí mismo la partícula de pan consagrado en la lengua de los que reciban la comunión, debe ser conservado, no solamente porque se apoya en el uso transmitido por una tradición de muchos siglos, sino, principalmente, porque significa la reverencia de los fieles cristianos hacia la Eucaristía...

Por lo demás, con esta manera de obrar, que ya se considera tradicional, se asegura más eficazmente que la Sagrada Comunión sea distribuida con la reverencia, el decoro y la dignidad que le son debidas de modo que se aparte todo peligro de profanar las especies eucarísticas, en las que “de modo singular está presente todo y entero Cristo, Dios y hombre, de manera substancial y permanente”; y finalmente, para que se guarde con diligencia el cuidado que la Iglesia ha recomendado siempre acerca de los fragmentos mismos del pan consagrado: “pues lo que dejas caer, considéralo amputado de tus propios miembros”.

PELIGROS DE LA COMUNIÓN EN LA MANO

Pues un cambio en un asunto de tanta importancia que se apoya en una antiquísima y venerable tradición, puede también traer consigo peligros, que se teme que quizá surjan si se administra la Sagrada Comunión en la mano, a saber:

- El que se llegue a una menor reverencia hacia el augusto Sacramento del altar,
- ya a la profanación del mismo Sacramento,
- ya a la alteración de la recta doctrina.

PROHIBICIÓN DE COMULGAR EN LA MANO

Así, pues, teniendo en cuenta las advertencias y los consejos de aquellos a quienes “el Espíritu Santo ha puesto como obispos para regir” las Iglesias, en razón de la gravedad del asunto y la fuerza de los argumentos aducidos, al Sumo Pontífice no le ha parecido oportuno mudar el modo hace mucho tiempo recibido de administrar a los fieles la Sagrada Comunión. En consecuencia la Sede Apostólica exhorta vehementemente a los obispos, sacerdotes y fieles a que se sometan diligentemente a la ley ya vigente y otra vez confirmada (es decir la comunión en la boca).



LA IGLESIA NO PERMITE, SINO QUE TOLERA
LA COMUNIÓN EN LA MANO, POR ELLO,
LOS QUE COMULGAN EN LA MANO
HACEN USO DE UN INDULTO

«La comunión en la mano se introdujo sin autorización. Pablo VI se opuso tenazmente a permitirla pero decidió otorgar un indulto sólo donde el uso estaba ya arraigado y esto con el propósito de "ayudar a las Conferencias Episcopales a cumplir su oficio pastoral, con frecuencia más difícil que nunca a causa de la situación actual"» (CM, p.118).

Pero si en alguna parte el uso contrario, es decir, el poner la Santa Comunión en las manos hubiera arraigado ya, la Sede Apostólica, confía a las Conferencias episcopales la carga y el oficio de sopesar las circunstancias peculiares, si las hay, con la condición sin embargo tanto de prevenir todo peligro de que penetren en los espíritus la falta de reverencia o falsas opiniones sobre la Santísima Eucaristía.

(Obsérvese que dice: donde la comunión en la mano “hubiera arraigado ya”, lo cual excluye que sea introducida en lugares donde hasta ese momento (1969) no fuera costumbre; Ejemplo: Argentina).

Con el indulto no se busca derogar la comunión en la boca. «No se concede un bien sino algo de suyo MUCHO MÁS IMPERFECTO (Comunión en la mano) que la ley general en vigor (Comunión en la boca). Esta concesión se debe a la decisión prudencial de tolerar un uso peligroso para evitar un mal mayor (la desobediencia generalizada)» (CM, p.126).

¡Con cuanto dolor el Papa Pablo VI habrá concedido este indulto, en contra de su parecer, para aquellos que desoyendo su exhortación NO quisieran someterse a la ley ya vigente y otra vez confirmada!

¿Se habrá acordado al hacerlo de las siguientes palabras del Papa San Pío X  pronunciadas en parecidas circunstancias?
“...hijos fieles del Papa, son aquellos que obedecen sus palabras y le siguen en todo, y no aquellos que buscan los medios para eludir las órdenes del Papa o para obligarle, con insistencia digna de mejor causa, a exenciones o dispensas tanto más dolorosas cuanto son más dañosas y escandalosas.” (Alocución Consistorial Il Grave Dolore (3), del 24/05/1914).


Los textos extraídos del libro “Comunión en la mano”, eximio trabajo de Mons. Juan Laise, Obispo emérito de San Luis, quien permaneciendo fiel a la tradición, prohibió en su Diócesis la nueva praxis, se identifican con la sigla: (CM...).

Continúa.....

La Comunión de rodillas y en la lengua



La Comunión de rodillas y en la lengua
 La más antigua práctica de distribución de la Comunión fue, muy probablemente, la de dar la Comunión a los fieles en la palma de la mano. Sin embargo, la historia de la Iglesia evidencia también el proceso, iniciado tempranamente, de transformación de esta práctica. Desde la época de los Padres, nace y se consolida una tendencia a restringir cada vez más la distribución de la Comunión en la mano y a favorecer la distribución en la lengua. El motivo de esta preferencia es doble: por una parte, evitar al máximo la dispersión de los fragmentos eucarísticos; por otra, favorecer el crecimiento de la devoción de los fieles hacia la presencia real de Cristo en el sacramento.

A la costumbre de recibir la Comunión sólo sobre la lengua hace referencia también santo Tomás de Aquino, el cual afirma que la distribución del Cuerpo del Señor pertenece sólo al sacerdote ordenado. Esto, por diversos motivos, entre los cuales el Doctor Angélico cita también el respeto hacia el sacramento, que “no es tocado por nada que no esté consagrado: y, por eso, están 
consagrados el corporal, el cáliz, y también las manos del sacerdote, para poder tocar este sacramento. A ningún otro, por lo tanto, le es permitido tocarlo, fuera de casos de necesidad: si, por ejemplo, estuviera por caer al suelo u otras contingencias similares” (Summa Theologiae, III, 82, 3). 


A lo largo de los siglos, la Iglesia siempre ha tratado de caracterizar el momento de la Comunión con sacralidad y suma dignidad, esforzándose constantemente por desarrollar de la mejor manera gestos externos que favorecieran la compresión del gran misterio sacramental. En su atento amor pastoral, la Iglesia contribuye a que los fieles puedan recibir la Eucaristía con las debidas 
disposiciones, entre las cuales figura el comprender y considerar interiormente la presencia real de Aquel que se va a recibir (cf. Catecismo de san Pío X, nn. 628 e 636). Entre los signos de devoción propios de los que comulgan, la Iglesia de Occidente estableció también el estar de rodillas. Una célebre expresión de san Agustín, retomada en el n. 66 de la Sacramentum Caritatis de Benedicto XVI, enseña: “Nadie come de esta carne [el Cuerpo eucarístico] sin antes 
adorarla [...], pecaríamos si no la adoráramos” (Enarrationes in Psalmos, 98,9). 
Estar de rodillas indica y favorece esta necesaria adoración previa a la recepción de Cristo Eucarístico. 

En esta perspectiva, el entonces cardenal Ratzinger había asegurado que “la Comunión alcanza su profundidad sólo cuando es sostenida y comprendida por la adoración” (Introducción al espíritu de la liturgia). Por eso, él consideraba que “la práctica de arrodillarse para la santa Comunión tiene a su favor siglos de tradición y es un signo de adoración particularmente expresivo, del todo 
apropiado a la luz de la verdadera, real y sustancial presencia de Nuestro Señor Jesucristo bajo las especies consagradas” (cit. en la Carta This Congregation de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, del 1° julio de 2002). 

Juan Pablo II, en su última encíclica, Ecclesia de Eucaristia, escribió en el n. 61: 

“Al dar a la Eucaristía todo el relieve que merece, y poniendo todo esmero en no infravalorar ninguna de sus dimensiones o exigencias, somos realmente conscientes de la magnitud de este don. A ello nos invita una tradición incesante que, desde los primeros siglos, ha sido testigo de una comunidad cristiana celosa en custodiar este «tesoro». [...] No hay peligro de exagerar en la 
consideración de este Misterio, porque «en este Sacramento se resume todo el misterio de nuestra salvación»”. 

En continuidad con la enseñanza de su Predecesor, a partir de la solemnidad del Corpus Domini del 2008, el Santo Padre Benedicto XVI comenzó a distribuir a los fieles el Cuerpo del Señor, directamente en la lengua y estando arrodillados.


“En el momento de recibir la Sagrada Comunión,
uno debe ponerse de rodillas.” SANTO PAPA PÍO X

“Cuando se recibe la Comunión es necesario estar arrodillado, tener la cabeza ligeramente humillada, los ojos modestamente vueltos hacia la Sagrada Hostia, la boca suficientemente abierta y la lengua un poco fuera de la boca reposando sobre el labio inferior.” (Catecismo de San Pío X).

Y Contestando a quienes le pedían autorización para comulgar de pie alegando que los israelitas comieron de pie el cordero pascual les dijo: “El Cordero Pascual era tipo (símbolo, figura o promesa) de la Eucaristía. Pues bien, los símbolos y promesas se reciben de pie, mas la realidad se recibe de rodillas y con amor.”

La Instrucción Memoriale Domini (PAPA PABLO VI), al citar a San Cirilo, afirma claramente que este cuidado deseado por el Santo (y los otros Padres), se ve mucho más eficazmente garantizado por la comunión en la boca, pues ésta “asegura más eficazmente que la Sagrada Comunión sea distribuida con la reverencia, el decoro y la dignidad que le son debidas de modo que se aparte todo peligro de profanar las especies eucarísticas y para que se guarde con diligencia el cuidado que la Iglesia ha recomendado siempre acerca de los fragmentos mismos del pan consagrado.” (Memoriale Domini-nº 1278)
La palabra “sagrado” significa separado, inaccesible, intocable. Sin embargo, “profano” significa lo opuesto, común para todos los humanos, manipulable, tocable. Así pues, la Comunión en la mano implica que se toque a Dios, Quien es digno de toda adoración y reverencia, de un modo que quizá sea impropio.

“El peor mal de nuestro tiempo es la Comunión en la mano.”
MADRE TERESA DE CALCUTA(The Wanderer, 23 de marzo de 1982)
“No puedo estar a favor de la Comunión en la mano, y tampoco puedo recomendarla.” El sacerdote tiene, “como servidor de la Sagrada Eucaristía y todas las formas Sagradas, una responsabilidad primaria-primaria, porque es completa.”
PAPA JUAN PABLO II Domenica Cenæ

Tocar las Divinas sustancias es un privilegio de las personas ordenadas. Los laicos solamente pueden obtener dicho permiso en el caso de una verdadera emergencia.”P. J. Pablo II

Para profundizar: La Suma Teológica: Pt. III, Q.82, Art.3 - de Santo Tomás de Aquino, Doctor de la Iglesia:http://biblioteca.campusdominicano.org/suma.htm

 “Porque debido a la reverencia hacia este sacramento, nada lo toca, sino lo que es consagrado; de aquí que el corporal y el cáliz son consagrados, y así mismo las manos del sacerdote, para tocar este sacramento.” Santo Tomás





jueves, 30 de enero de 2014

Lectio Divina - Viernes 31 de Enero 2014

Lectio: 
 Viernes, 31 Enero, 2014  
Tiempo ordinario

1) Oración inicial 

Dios todopoderoso y eterno: ayúdanos a llevar una vida según tu voluntad, para que podamos dar en abundancia frutos de buenas obras en nombre de tu Hijo predilecto. Que vive y reina contigo. Amen.

2) Lectura 

Del santo Evangelio según Marcos 4,26-34
También decía: «El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega.»
Decía también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra.» Y les anunciaba la palabra con muchas parábolas como éstas, según podían entenderle; no les hablaba sin parábolas; pero a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado.

3) Reflexión

• Es precioso ver como Jesús, busca en la vida y en los acontecimientos elementos e imágenes que puedan ayudar a la multitud a percibir y experimentar la presencia del Reino. En el evangelio de hoy Jesús, de nuevo, cuenta dos pequeñas historias que acontecen todos los días en la vida de todos nosotros: “La historia de la semilla que crece por si sola” y “La historia del grano de mostaza que crece y se vuelve grande”.

• La historia de la semilla que crece por si sola. El agricultor que planta conoce el proceso: semilla, hilito verde, hoja, espiga, trigo. No usa la hoz antes de tiempo. Sabe esperar. Pero no sabe como la tierra, la lluvia, el sol y la semilla tienen esta fuerza de hacer crecer una planta desde la nada hasta la fruta. Así es el Reino de Dio. Sigue un proceso, tiene etapas e plazos, crece. Va aconteciendo. Produce fruto en un tiempo determinado. Pero nadie sabe explicar su fuerza misteriosa. Nadie es dueño. ¡Solo Dios! 

• La historia del grano de mostaza que crece y se vuelve grande. La semilla de mostaza es pequeña, pero crece y, al final, los pajaritos hacen el nido entre sus ramas. Así es el Reino. Comienza bien pequeño, crece y alarga sus ramos para que los pajarillos hagan sus nidos. Empezó con Jesús y unos pocos discípulos. Jesús fue perseguido y calumniado, preso y crucificado. Pero creció y sus ramas se fueron extendiendo. La parábola deja una pregunta en el aire, pregunta que tendrá una respuesta más adelante en el evangelio: ¿Quiénes son los pajarillos? El texto sugiere que se trata de los paganos que podrán entrar en la comunidad y participar en el Reino. 

• El motivo que llevaba Jesús a enseñar por medio de parábolas. Jesús contaba muchas parábolas. ¡Y sacaba todo de la vida de la gente! Así ayudaba a las personas a descubrir las cosas de Dios en la vida de cada día. Volvía lo cotidiano transparente. Ya que lo extraordinario de Dios se esconde en las codas ordinarias y comunes de la vida de cada día. La gente entendía las cosas de la vida. En las parábolas recibía la llave para abrirla y encontrar los signos de Dios.

4) Para la reflexión personal

• Jesús no explica las parábolas. Cuenta las historias y provoca en nosotros la imaginación y la reflexión del hallazgo. ¿Qué descubrió usted en estas dos parábolas?

• El que la vida se vuelva transparente es el objetivo de las parábolas. A lo largo de los años, ¿la vida de usted se ha vuelto más transparente o ha ocurrido lo contrario?

5) Oración final

Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
por tu inmensa ternura borra mi delito,
lávame a fondo de mi culpa,
purifícame de mi pecado. (Sal 51,3-4)

Evangelio - Viernes III Semana del Tiempo Ordinario

Texto del Evangelio (Mc 4,26-34): En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: «El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega».

Decía también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra». Y les anunciaba la Palabra con muchas parábolas como éstas, según podían entenderle; no les hablaba sin parábolas; pero a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado.

† Meditación diaria
3ª semana. Viernes
LA FIDELIDAD A LA GRACIA

— La gracia de Dios da siempre sus frutos si nosotros no le ponemos obstáculos.

El Evangelio de la Misa1 nos presenta una pequeña parábola, que recoge solo San Marcos. Nos habla en ella el Señor del crecimiento de la semilla echada en la tierra; una vez sembrada crece con independencia de que el dueño del campo duerma o vele, y sin que sepa cómo se produce. Así es la semilla de la gracia que cae en las almas; si no se le ponen obstáculos, si se le permite crecer, da su fruto sin falta, no dependiendo de quien siembra o de quien riega, sino de Dios que da el incremento2.
Nos da gran confianza en el apostolado considerar frecuentemente que “la doctrina, el mensaje que hemos de propagar, tiene una fecundidad propia e infinita, que no es nuestra, sino de Cristo”3. En la propia vida interior también nos llena de esperanza saber que la gracia de Dios, si nosotros no lo impedimos, realiza silenciosamente en el alma una honda transformación, mientras dormimos o velamos, en todo tiempo, haciendo brotar en nuestro interior –quizá ahora mismo, en la oración– resoluciones de fidelidad, de entrega y de correspondencia.
El Señor nos ofrece constantemente su gracia para ayudarnos a ser fieles, cumpliendo el pequeño deber de cada momento, en el que se nos manifiesta su voluntad y en el que está nuestra santificación. De nuestra parte queda aceptar esas ayudas y cooperar con generosidad y docilidad. Sucede al alma algo parecido a lo que le ocurre al cuerpo: los pulmones necesitan aspirar oxígeno continuamente para renovar la sangre. Quien no respira, acaba por morir de asfixia; quien no recibe con docilidad la gracia que Dios da continuamente, termina por morir de asfixia espiritual4.
Recibir la gracia con docilidad es empeñarnos en llevar a cabo aquello que el Espíritu Santo nos sugiere en la intimidad de nuestro corazón: cumplir cabalmente nuestros deberes –en primer lugar todo lo que se refiere a nuestros compromisos con Dios–; empeñarnos con decisión en alcanzar una meta en una determinada virtud; llevar con garbo sobrenatural y sencillez una contrariedad que quizá se prolonga y nos resulta costosa... Dios nos mueve interiormente, recordándonos a menudo las orientaciones recibidas en la dirección espiritual, y cuanto mayor es la fidelidad a esas gracias, mejor nos disponemos para recibir otras, más facilidad encontramos para realizar obras buenas, mayor alegría hay en nuestra vida, porque la alegría siempre está muy relacionada con la correspondencia a la gracia.

— Los frutos de la correspondencia.

La docilidad a las inspiraciones del Espíritu Santo es necesaria para conservar la vida de la gracia y para tener frutos sobrenaturales. Como nos dice el Señor en la parábola que venimos meditando, la semilla en nuestro corazón tiene la fuerza necesaria para germinar, crecer y dar fruto. Pero en primer lugar es necesario dejar que llegue al alma, darle cabida en nuestro interior, acogerla y no dejarla a un lado, pues “las oportunidades de Dios no esperan. Llegan y pasan. La palabra de vida no aguarda; si no nos la apropiamos, se la llevará el demonio. Él no es perezoso, antes bien, tiene los ojos siempre abiertos y está siempre preparado para saltar, y llevarse el don que vosotros no usáis”5: vivir la pequeña mortificación de dejar ordenados los instrumentos de trabajo, confesar el día que se había previsto, hacer el examen de conciencia con el empeño necesario para darse cuenta de lo que falla y en qué quiere el Señor que se ponga la lucha al día siguiente, vivir el “minuto heroico” al levantarse, desviar o al menos callar en esa conversación en la que no queda bien una persona ausente... La resistencia a la gracia produce sobre el alma el mismo efecto que “el granizo sobre un árbol en flor que prometía abundantes frutos; las flores quedan agostadas y el fruto no llega a sazón”6. La vida interior se empobrece y muere.
El Espíritu Santo nos da innumerables gracias para evitar el pecado venial deliberado y aquellas faltas que, sin ser propiamente un pecado, desagradan a Dios; los santos han sido quienes con mayor delicadeza respondieron a estas ayudas sobrenaturales. También recibimos incontables gracias para santificar las acciones de la vida ordinaria, realizándolas con empeño humano, con perfección, con pureza de intención, por motivos humanos nobles y por motivos sobrenaturales. Si somos fieles, desde por la mañana hasta la noche, a las ayudas que recibimos, nuestros días terminarán llenos de actos de amor a Dios y al prójimo, en los momentos agradables y en los que quizá nos sentimos más cansados, con menos fuerzas y ánimos: todos son buenos para dar fruto. Una gracia lleva consigo otra –al que tiene se le dará7, leíamos ayer en el Evangelio de la Misa– y el alma se fortalece en el bien en la medida en que lo practica, cuanto más trecho se recorre. Cada día es un gran regalo que nos hace el Señor para que lo llenemos de amor en una correspondencia alegre, contando con las dificultades y obstáculos y con el impulso divino para superarlos y convertirlos en motivo de santidad y de apostolado. Todo es bien distinto cuando lo realizamos por amor y para el Amor.

— Evitar el desaliento por los defectos que no desaparecen y por las virtudes que no se alcanzan. Recomenzar muchas veces.

“El hombre echa la semilla en la tierra cuando forma en su corazón el buen propósito (...); y la semilla germina y crece sin él darse cuenta, porque, aunque todavía no puede advertir su crecimiento, la virtud, una vez concebida, camina a la perfección, y de suyo la tierra fructifica, porque, con la ayuda de la gracia, el alma del hombre se levanta espontáneamente a obrar el bien. Pero la tierra primero produce el trigo en hierba, luego la espiga, y al fin la espiga el trigo”8. La vida interior necesita tiempo, crece y madura como el trigo en el campo.
La fidelidad a los impulsos que el Señor quiere darnos también se manifiesta en evitar el desaliento por nuestras faltas y la impaciencia al ver que sigue costando, quizá, llevar a término con profundidad la oración, desarraigar un defecto o acordarse más veces del Señor mientras se trabaja. El labriego es paciente: no desentierra la semilla ni abandona el campo por no encontrar el fruto esperado en un tiempo que él juzga suficiente para recogerlo; los labradores conocen bien que deben trabajar y esperar, contar con la escarcha y con los días soleados; saben que la semilla está madurando sin que él sepa cómo, y que llegará el tiempo de la siega. “La gracia actúa, de ordinario, como la naturaleza: por grados. —No podemos propiamente adelantarnos a la acción de la gracia: pero, en lo que de nosotros depende, hemos de preparar el terreno y cooperar, cuando Dios nos la concede.
“Es menester lograr que las almas apunten muy alto: empujarlas hacia el ideal de Cristo; llevarlas hasta las últimas consecuencias, sin atenuantes ni paliativos de ningún género, sin olvidar que la santidad no es primordialmente obra de brazos. La gracia, normalmente, sigue sus horas, y no gusta de violencias.
“Fomenta tus santas impaciencias..., pero no me pierdas la paciencia”9, como no la pierde el labriego con una sabiduría de siglos. Aprendamos a “apuntar muy alto” en la santidad y en el apostolado esperando el tiempo oportuno, sin desalentarnos jamás, recomenzando muchas veces en nuestros propósitos audaces.
Es necesario saber esperar y luchar con paciente perseverancia, convencidos de que la superación de un defecto o la adquisición de una virtud no depende normalmente de violentos esfuerzos esporádicos, sino de la continuidad humilde de la lucha, de la constancia en intentarlo una y otra vez, contando con la misericordia del Señor. No podemos, por impaciencia, dejar de ser fieles a las gracias que recibimos; esa impaciencia hunde sus raíces, casi siempre, en la soberbia. “Hay que tener paciencia con todo el mundo –señala San Francisco de Sales–, pero, en primer lugar, con uno mismo”10. Nada es irremediable para quien espera en el Señor; nada está totalmente perdido; siempre hay posibilidad de perdón y de volver a empezar: humildad, sinceridad, arrepentimiento... y volver a empezar, correspondiendo al Señor, que está empeñado en que superemos los obstáculos. Hay una alegría profunda cada vez que recomenzamos de nuevo. Y en nuestro paso por la tierra habremos de hacerlo muchas veces, porque faltas las habrá siempre, y tendremos deficiencias, fragilidades, pecados. Seamos humildes y pacientes. El Señor cuenta con los fracasos, pero también espera muchas pequeñas victorias a lo largo de nuestros días; victorias que se alcanzan cada vez que somos fieles a una inspiración, a una moción del Espíritu Santo.

1 Mc 4, 26-32. — 2 Cfr. 1 Cor 3, 5-9. — 3 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 159. 4 Cfr. R. Garrigou-Lagrange, Las tres edades de la vida interior, vol I, p. 104. — 5 Card. J. H. Newman, Sermón para el Domingo de Sexagésima: Llamadas de la gracia. — 6 R. Garrigou-Lagrange, loc. cit., p. 105. — 7 Mc 4, 25. — 8 San Gregorio Magno, Homilías sobre Ezequiel, 2, 3. — 9 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 668. — 10 San Francisco de Sales, Cartas, frag. 139, en Obras selectas de... BAC, Madrid 1954, II, p. 774.
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Otro comentario: Rev. D. Jordi PASCUAL i Bancells (Salt, Girona, España)
El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano (...y) la tierra da el fruto por sí misma
Hoy Jesús habla a la gente de una experiencia muy cercana a sus vidas: «Un hombre echa el grano en la tierra (...); el grano brota y crece (...). La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga» (Mc 4,26-28). Con estas palabras se refiere al Reino de Dios, que consiste en «la santidad y la gracia, la Verdad y la Vida, la justicia, el amor y la paz» (Prefacio de la Solemnidad de Cristo Rey), que Jesucristo nos ha venido a traer. Este Reino ha de ser una realidad, en primer lugar, dentro de cada uno de nosotros; después en nuestro mundo.

En el alma de cada cristiano, Jesús ha sembrado —por el Bautismo— la gracia, la santidad, la Verdad... Hemos de hacer crecer esta semilla para que fructifique en multitud de buenas obras: de servicio y caridad, de amabilidad y generosidad, de sacrificio para cumplir bien nuestro deber de cada instante y para hacer felices a los que nos rodean, de oración constante, de perdón y comprensión, de esfuerzo por conseguir crecer en virtudes, de alegría...

Así, este Reino de Dios —que comienza dentro de cada uno— se extenderá a nuestra familia, a nuestro pueblo, a nuestra sociedad, a nuestro mundo. Porque quien vive así, «¿qué hace sino preparar el camino del Señor (...), a fin de que penetre en él la fuerza de la gracia, que le ilumine la luz de la verdad, que haga rectos los caminos que conducen a Dios?» (San Gregorio Magno).

La semilla comienza pequeña, como «un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas» (Mc 4,31-32). Pero la fuerza de Dios se difunde y crece con un vigor sorprendente. Como en los primeros tiempos del cristianismo, Jesús nos pide hoy que difundamos su Reino por todo el mundo.
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Otro comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)
El Reino de Dios descrito mediante parábolas
Hoy, el mensaje de Jesús acerca del "Reino" enseña su escasa importancia como poder temporal, si bien ejerce una "soberanía" real y profunda en las almas. Es como un grano de mostaza, la más pequeña de todas las semillas; es como la levadura, una parte muy pequeña en comparación con toda la masa, pero determinante para el resultado final. 

Es como la simiente que se echa en la tierra y allí sufre distintas suertes: la picotean los pájaros, la ahogan las zarzas, o madura y da mucho fruto. En otra parábola, la semilla del reino crece, pero un enemigo sembró en medio de ella cizaña que creció junto al trigo y sólo al final se la aparta. Esta misteriosa "soberanía de Dios" aparece también cuando Jesús la compara con un tesoro enterrado en el campo: quien lo encuentra vende todo lo que tiene para poder comprar el campo, y así quedarse con el tesoro. 

—La comunión contigo, Jesús, es la "perla preciosa" que vale más que todas las cosas. 

Frases del Santo Padre Pío de Pietrelcina


"Sufres, es verdad, pero con resignación. Sufres, pero no temas, porque Dios está contigo." (Santo Padre Pio de Pietrelcina)

miércoles, 29 de enero de 2014

Prodigio Eucarístico en España?


La asombrosa historia de las formas de Moraleja de Enmedio
¿Prodigio eucarístico en España? 21 hostias consagradas en 1936 siguen intactas 77 años después
¿Prodigio eucarístico en España? 21 hostias consagradas en 1936 siguen intactas 77 años después
Parroquianos de San Millán, en Moraleja de Enmedio, a la salida de una misa de domingo

Cuando el domingo 24 de noviembre de 2013 el obispo de Getafe tomó la comunión, dijo: “Certifico que la forma que he probado está como si estuviera recién hecha”
Esa hostia había sido consagrada 77 años antes, el 16 de julio de 1936. Dos días antes de empezar la Guerra Civil española. 
Joaquín María López de Andújar y Cánovas del Castillo había acudido a decir misa de doce a la parroquia de San Millán, sita en lo alto de un promontorio de Moraleja de Enmedio, un pequeño municipio de unos 5.000 habitantes dependiente de su diócesis, en el sur de la Comunidad de Madrid.
La iglesia estaba llena a rebosar. Las "autoridades" de los primeros bancos eran, como de costumbre, los niños. Se celebraba la festividad de Cristo Rey y la clausura del Año de la Fe inaugurado por Benedicto XVI. Además, los parroquianos querían asistir a la consagración del nuevo mármol del altar mayor y, sobre todo, a la exposición al culto público de su “Milagro eucarístico”.
Porque los católicos de Moraleja lo llaman "milagro". Las 21 hostias consagradas permanecen asombrosamente intactas desde hace algo más de 77 años. Por primera vez en todo este tiempo, éstas iban a pasar del copón pequeño que las guardaba a uno más grande, desde ese día expuesto en el templo, en un sagrario con una parte de cristal.

(Bajo estas líneas, el copón pequeño que contenía las formas y el copón grande que las guarda ahora).

    

"Hecho extraordinario"
La Iglesia Católica es muy prudente y precavida en casos como éste, y prefiere no hablar de “milagro” hasta que se reconozca como tal en la Santa Sede.
El obispo Joaquín María declara para Religión en Libertad: “Hay que advertir que la expresión “Milagro eucarístico” es una tradición popular entre las gentes de Moraleja de Enmedio. No quiero decir que no sea cierto; sino que, de momento, es mejor hablar de “hecho extraordinario”. El protocolo de la Iglesia supone una investigación científica, que implica tanto levantar acta de lo sucedido históricamente como comprobar que las Sagradas Formas no se han corrompido, sin que exista explicación científica para ello”.
¿Cuál es el papel que debe realizar la ciencia química y biológica? El prelado lo explica:“Con los debidos permisos, se hace un análisis químico en un laboratorio para comprobar que sigue siendo pan y, por lo tanto, se da la presencia real de Jesucristo, la presencia Eucarística; así se ha hecho, por ejemplo, con los Corporales de Daroca.

»La biología nos podría aclarar si pudo haber algún factor bioquímico, alguna bacteria, que explicara la extraordinaria conservación. Pero consta que se han dado circunstancias climáticas adversas a las que han estado expuestas las formas y no se han corrompido”.
A Religión en Libertad no le consta que se haya realizado todavía la investigación científica sobre las formas de Moraleja.

(Bajo estas líneas, el obispo, segundo por la derecha, y el párroco, primero por la izquierda, en su misa de nombramiento en San Millán).



Sí que existen, alrededor de estas formas, multitud de testimonios que apuntan al “prodigio”. Uno de ellos es el del propio obispo de Getafe: “Tanto mi predecesor, monseñor Pérez y Fernández-Golfín, primer obispo de la diócesis, como yo, hemos comprobado, consumiendo algunas formas, que siguen manteniendo las características propias (accidentes) de un pan elaborado recientemente.
»Lo sorprendente es que tanto el pequeño copón donde se encontraban las formas, como el paño que lo cubría han sufrido un deterioro notable. El copón, además, no cierra herméticamente, de modo que no pudo crearse una cámara al vacío, y estuvo escondido durante la Guerra Civil entre unas tejas, expuesto, por tanto, a las inclemencias meteorológicas y a cambios de temperatura. Al no corromperse las Sagradas Formas, creemos, según nos enseña la Iglesia, que permanece la Presencia real de Cristo, y son por tanto el Cuerpo eucarístico de Nuestro Señor”.

Bajo el signo de la persecución religiosa
El actual párroco de San Millán, Jesús María Parra Montes, nos introduce en la historia, que arranca dos días antes de la Guerra Civil. “El 16 de julio de 1936 el párroco de Moraleja celebró la fiesta de la Virgen del Carmen y consagró unas cien formas, de las cuales sobraron unas pocas que guardaron en un coponcito pequeño. El 21 de julio celebró la última misa aquí porque el alcalde le avisó de que venían los milicianos a por él.
»Aquel sacerdote, que se llamaba Clemente Díaz Arévalo, volvió a la iglesia cuando alguien dio la orden de cerrarla. Temía que los bienes que allí se encontraban fueran objeto de profanación o sacrilegio. En el templo quedaron imágenes, retablos, vasos sagrados y ropas de culto. Pero don Clemente recogió el sagrario, donde tenía el Cuerpo de Cristo, y lo llevó consigo”.
(Bajo estas líneas, el altar y el retablo de la parroquia en la actualidad).



En varios escondites
El párroco Jesús María nos facilita un artículo publicado en el semanario Redención el 18 de abril de 1942, firmado por Juan Antonio Cabezas, que se basa en testimonios de testigos presenciales. Según este artículo, “el cura llegó con miedo y con su precioso copón a la casa de Doña Hilaria Sánchez, esposa del secretario municipal”. Allí lo ocultó.
Ocho días después se cambió el escondite y pasó a una bodega de la casa de Isabel Zazo, donde permaneció más de setenta días enterrado a 30 centímetros de profundidad. Por esas fechas el párroco don Clemente ya se hallaba escondido en el cercano monte de Batres, disfrazado de pastor.
A finales de octubre las fuerzas republicanas ordenaron evacuar Moraleja; los vecinos obedecieron. Antes fueron a desenterrar el pequeño copón. Lo encontraron totalmente oxidado, el baño de plata había desaparecido debido a la acción de la humedad. Pero cuál fue su sorpresa al contemplar que las 24 formas estaban como recién hechas, en perfecto estado.
El nuevo escondrijo fue el agujero de una viga del tejado, dentro de la misma casa. Los vecinos entonces abandonaron sus hogares y se retiraron a la finca El Ombú, situada próxima a un arroyo que pasa junto al pueblo.
Con la llegada de las tropas nacionales a la zona, los moralejeños pudieron regresar a sus casas. En seguida entraron en la de Isabel Zazo. Una lámpara de aceite estaba volcada, había trapos cambiados de sitio… Pero el copón continuaba en su sitio con las 24 formas intactas. Estas fueron depositadas en otra habitación de la casa, donde algunas mujeres retomaron las guardias que también habían realizado en anteriores escondrijos.
Quince días más tarde llegaron a Moraleja dos capellanes castrenses de un tercio de requetés (carlistas). Como de la iglesia sólo quedaban las paredes, se habilitó una escuela para decir la primera misa. Informados de la existencia de las formas, los dos sacerdotes las llevaron en procesión desde la casa hasta la escuela.
Comulgaron con dos de ellas, manifestando su extrañeza de que pareciesen como nuevas a los cuatro meses de su consagración. Se quedaron con una tercera forma, razón por la que quedaron 21 de las 24 iniciales. La formas fueron devueltas a la casa también en procesión, y cuando la iglesia se reabrió al culto, se trasladaron en un acto solemne.

En un copón lacrado
“Desde entonces se han conservado las formas en un copón lacrado en el sagrario de la iglesia”, asegura el párroco Jesús María Parra Montes. “Muy de vez en cuando –la última fue hace 4 años pero la anterior en 1978- se abría el copón para ver si seguían en buen estado, y estaban en estado perfecto”.
Respecto a las posibilidades naturales de que se hayan conservado incólumes, el párroco alega: “Es físicamente imposible. Las condiciones en la casa eran pésimas.Había mucha humedad y estaban sin protección. El copón no era hermético. Los techos eran de barro. En pocos meses, si hay humedad y cambios fuertes de temperatura, se pueden deshacer y enmohecer. Y en este pueblo se dan ambas circunstancias”.



Durante estos 77 años los habitantes de Moraleja han mantenido una gran devoción por este posible prodigio. Aclara Jesús María: “Las gentes del pueblo creen que como ellos protegieron al Señor en el copón, el Señor les protegió a ellos”.
Se refiere, por ejemplo, al día que escaparon a El Ombú: “Cuando se fueron a la fincacayeron dos bombas a los lados del pueblo, mientras marchaban, y ninguna de las dos bombas explotó. Y hubo otros hechos en que ellos vieron la protección de la Sagrada Forma”.

Rezando por una bebé
De uno de estos hechos emocionantes puede dar testimonio Celia, vecina del pueblo, quien ha tenido la amabilidad de atender a Religión en Libertad. En 2011, ella tenía 33 años y llevaba muchos de ellos casada cuando se quedó embarazada de gemelas.
A la semana 14 empezó a sangrar y los médicos le ordenaron reposo. Así estuvo entre septiembre y noviembre, cuando se reincorporó a trabajar. Pero a los pocos días tuvo que volver al hospital.
El 26 de diciembre de 2011, a las 24 semanas exactas de gestación, le indujeron el parto.Celia dio a luz a las dos niñas en lo que los médicos consideran el “límite mínimo” para que los bebés sean viables. Una de ellas, Vega, solo pesaba 700 gramos. Y la segunda,Blanca, 500 gramos. 
El 2 de enero de 2012 falleció Blanca. Y el 5 de enero Vega tuvo que ser operada del corazón dentro de la incubadora. El párroco Jesús María recuerda que los médicos ya pronosticaban, antes de su nacimiento, “que iba a salir pero que iba a morir”.
Y con la operación “nadie daba un duro por ella”, remacha. Celia, la madre, recuerda: “Nunca me daban esperanzas pero tampoco me las quitaban”. Dice de aquellos días tan duros: “No quería pensar mucho. No quería ver a nadie ni hablar con nadie”.
Entonces, declara el párroco de San Millán: “Estuvimos rezando ante el milagro eucarístico, y ofreciendo todos los días la Eucaristía”. Y Vega salió adelante.“Ahí está la niña, que está bien y no tiene ni siquiera secuelas”, dice Jesús María. Estado que confirma Celia: “No tiene ningún problema”.
Celia, que tiene todos los informes médicos, siempre ha considerado la supervivencia de su hija un “milagro” patente.


La profecía del párroco
Otra historia entrañable asociada a este prodigio nos retrotrae a 1935. Ese año murió en Moraleja el párroco anterior a don Clemente, que era don Roberto García Trejo. Todo el pueblo le tenía por un sacerdote santo. Según el artículo de Redención: “Una de esas santidades recónditas que no trascienden al mundo”.
Parra Montes cuenta que “al morir puso una cara de felicidad enorme; le dijeron ¿qué ves? y dice: pues veo un milagro en la iglesia y gente peregrinando a ver el milagro.Luego, cuando supieron lo de las formas, mucha gente se acordó de este sacerdote".
El párroco de San Millán nos indica que el nicho de García Trejo está en un muro exterior del templo y que la causa inmediata de su muerte fue una infección de muelas.

Ningún moralejeño muerto por la guerra civil
Ninguno de los habitantes de Moraleja de Enmedio murió a causa de la Guerra Civil. Se calcula que la guerra civil española (1936-1939) dejó unos 300.000 muertos. En aquella época el pueblo tendría menos de mil habitantes. Según el artículo de Redenciónun grupo de jóvenes moralejeños y el entonces alcalde Eustaquio Rodríguez Sánchez se unieron a nacionales cuando sus vecinos se resguardaban en El Ombú.
El obispo Joaquín María explica la importancia de este hecho en la vida del pueblo: “Los habitantes de Moraleja han asociado este hecho extraordinario a una protección especial del Señor durante la contienda civil y han transmitido de hijos a nietos que, por haber custodiado y protegido la Eucaristía durante los duros años de la Guerra, el Señor les protegió a ellos especialmente.
»Recuerdan en este sentido que ninguno de los habitantes de Moraleja murió durante la guerra y que en varios de los bombardeos aéreos que se realizaron sobre la zona las bombas que cayeron en el pueblo nunca llegaron a explotar. No es posible humanamente demostrar la conexión entre la custodia de las Sagradas Formas, que permanecen incorruptas, y la ausencia de desgracias a los hijos del pueblo y al pueblo mismo durante la Guerra Civil, peroes incuestionable que ambos hechos coincidieron en el tiempo y en el espacio”.

"Un hecho edificante"

El obispo de Getafe considera que este hecho extraordinario ha hecho "más vigorosa" la fe de los moralejeños y que "se trata, sin duda, de un hecho edificante: una prueba de la transubstanciación, del cambio de la substancia del pan normal al pan eucarístico, manteniendo los accidentes, las apariencias, de color, sabor, etcétera". Señala que el peligro de distracción para la fe "sería esperar, desear, que esos hechos extraordinarios se repitan y creer sólo cuando se dan; es lo del apóstol Santo Tomás: si no lo veo no lo creo".

(Bajo estas líneas, cuadro que puede observarse en una pared lateral de la parroquia de San Millán).



Sea como fuere y a la espera del pronunciamiento oficial de la Iglesia, lo cierto es que hay signos de que la profecía del párroco Roberto García Trejo se está empezando a cumplir.Hasta ahora han acudido dos parroquias a lo alto del promontorio de Moraleja, una de Móstoles y otra de Villanueva de la Cañada. Y mucha gente está acercándose individualmente, sobre todo los domingos. 

Lectio Divina - Jueves 30 de Enero 2014


Lectio:  Jueves, 30 Enero, 2014  
Tiempo ordinario


1) Oración inicial 

Dios todopoderoso y eterno: ayúdanos a llevar una vida según tu voluntad, para que podamos dar en abundancia frutos de buenas obras en nombre de tu Hijo predilecto. Que vive y reina contigo. Amen.

2) Lectura 

Del santo Evangelio según Marcos 4,21-25
Les decía también: «¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho? ¿No es para ponerla sobre el candelero? Pues nada hay oculto si no es para que sea manifestado; nada ha sucedido en secreto, sino para que venga a ser descubierto. Quien tenga oídos para oír, que oiga.»
Les decía también: «Atended a lo que escucháis. Con la medida con que midáis, se os medirá y aun con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.»

3) Reflexión

• La lámpara que ilumina. En aquel tiempo no había suministro eléctrico. Imaginemos lo que sigue. La familia está en casa. Empieza a oscurecer. El padre se levanta, enciende una lámpara y la coloca debajo de una caja o de una cama. ¿Qué dirán los demás? Gritarán: “¡Padre! ¡Ponla encima de la mesa!” Esta es la historia que Jesús cuenta. No explica. Apenas dice: Quien tenga oídos para oír, que oiga. La Palabra de Dios es la lámpara que debe ser encendida en la oscuridad de la noche. Si se queda dentro del libro de la Biblia, cerrado, es como la lámpara puesta debajo de una caja o de una cama. Cuando enlaza con la vida y es vivida en comunidad, entonces está colocada encima de la mesa e ¡ilumina! 

• Prestar atención a los preconceptos. Jesús pide a los discípulos que tomen conciencia de los preconceptos con que escuchan la enseñanza que Él ofrece. Deben prestar atención a las ideas con que miran a Jesús. Si el color de los ojos es verde, todo parece verde. Si fuera azul, todo parecería azul. Si la idea con la que miro a Jesús está equivocada, todo lo que pienso sobre Jesús estará amenazado de error. Si pienso que el Mesías, ha de ser un rey glorioso, no voy a entender nada de lo que Jesús enseña y lo voy a entender todo de manera equivocada. 

• Parábolas: una nueva manera de enseñar y de hablar sobre Dios. La forma que Jesús tenía de enseñar era, sobre todo, por medio de parábolas. Tenía una capacidad muy grande de encontrar imágenes bien sencillas para comparar las cosas de Dios con las cosas de la vida que la gente conocía y experimentaba en su lucha diaria para la supervivencia. Esto supone dos cosas: estar dentro de las cosas de la vida, y estar dentro de las cosas del Reino de Dios.

• La enseñanza de Jesús era diversa de la enseñanza de los escribas. Era una Buena Nueva para los pobres, porque Jesús revelaba un nuevo rostro de Dios, en el que el pueblo se reconocía y se alegraba. “Padre yo te alabo porque has escondido estas cosas a sabios y entendidos y las has revelado a los pequeños. ¡Sí, Padre, así te pareció bien! (Mt 11,25-28)”.

4) Para la reflexión personal

• Palabra de Dios, lámpara que ilumina. ¿Qué lugar ocupa la Biblia en mi vida? ¿Qué luz recibo de ella?

• ¿Cuál es la imagen de Jesús que está en mí? ¿Quién es Jesús para mí y quién soy yo para Jesús?

5) Oración final

Gustad y ved lo bueno que es Yahvé,
dichoso el hombre que se acoge a él. (Sal 34,9)

Evangelio - Jueves III Semana del Tiempo Ordinario

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 4, 21-25
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a la multitud:
"¿Acaso se enciende una vela para meterla debajo de una olla o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero? Porque si algo está escondido, es para que se descubra; y si algo se ha ocultado es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga".
Siguió hablándoles y les dijo:
"Pongan atención a lo que están oyendo: La misma medida que utilicen para tratar a los demás, ésa misma se usará para tratarlos a ustedes, y con creces. Al que tiene, se le dará; pero al que tiene poco, aun eso poco se le quitará".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

† Meditación diaria
3ª SEMANA. JUEVES
 CRECER EN VIDA INTERIOR

- La vida interior está destinada a crecer. Corresponder a las gracias recibidas.

Jesús llama unas veces la atención de los Apóstoles para que escuchen su doctrina; otras, los convoca para explicarles de nuevo, a solas, una parábola o para que no dejen de observar algún suceso del que deben retener una enseñanza, pues reciben un tesoro para toda la Iglesia del que luego deberán dar cuenta. Prestad atención..., les dice en cierta ocasión. Y les da esta enseñanza: Al que tiene se le dará; y al que no tiene, incluso lo que parece tener se le quitará (1). Y comenta San Juan Crisóstomo: “Al que es diligente y fervoroso, se le dará toda la ayuda que depende de Dios: pero al que no tiene amor ni fervor ni hace lo que de él depende, tampoco se le dará lo de Dios. Porque aun lo que parece tener -dice el Señor- lo perderá; no porque Dios se lo quite, sino porque se incapacita para nuevas gracias” (2).
Al que tiene se le dará... Es una enseñanza fundamental para la vida interior de cada cristiano. A quien corresponde a la gracia se le dará más gracia todavía y tendrá aún más; pero el que no hace fructificar las inspiraciones, mociones y ayudas del Espíritu Santo, que dará cada vez más empobrecido. Aquellos que negociaron con los talentos en depósito, recibieron una fortuna más cuantiosa; pero el que enterró el suyo, lo perdió (3). La vida interior, como el amor, está destinada a crecer: “Si dices: basta, ya has muerto” (4); exige siempre un progreso, corresponder, estar abierto a nuevas gracias. Cuando no se avanza, se retrocede.
El Señor nos ha prometido que tendremos siempre las ayudas necesarias. En cada instante podremos decir con el Salmista: el Señor anda solícito por mí (5). Las dificultades, las tentaciones, los obstáculos internos o externos son motivo para crecer; cuanto más fuerte es la dificultad, mayor es la gracia; y si fueran muy grandes las tentaciones o las contradicciones, más serían las ayudas del Señor para convertir lo que parecía entorpecer o imposibilitar la santidad en motivo de progreso espiritual y de eficacia en el apostolado. Sólo el desamor, la tibieza, hace enfermar o morir la vida del alma. Sólo la mala voluntad, la falta de generosidad con Dios, retrasa o impide la unión con Él. “Según la capacidad que el vaso de la fe lleve a una fuente, así es lo que recibe” (6). Jesucristo es una fuente inagotable de ayuda, de amor, de comprensión: ¿con qué capacidad -con qué deseos- nos acercamos a Él? ¡Señor, le decimos en nuestra oración, danos más y más sed de Ti, que te desee con más intensidad que el pobre que anda perdido en el desierto, a punto de morir por falta de agua!

- La fidelidad en lo pequeño y el espíritu de sacrificio.

Las causas que llevan a no progresar en la vida interior y, por tanto, a retroceder y a dar cabida al desaliento, pueden ser muy diversas, pero en muchas ocasiones se reducen a unas pocas: el descuido, la dejadez en las cosas pequeñas que miran al servicio y amistad con Dios, y el retroceder ante los sacrificios que nos pide (7). Todo lo que poseemos cada día para ofrecer al Señor son pequeños actos de fe y de amor, peticiones, acciones de gracias en la Santa Misa, la Visita al Santísimo sabiendo que vamos a encontrar al mismo Jesucristo que nos espera..., las oraciones acostumbradas a lo largo de la jornada; y vencimientos en el trabajo, amabilidad en las contestaciones, afabilidad al pedir... Muchas cosas pequeñas hechas con amor y por amor constituyen nuestro tesoro de ese día, que llevaremos a la eternidad. La vida interior se alimenta normalmente de lo pequeño realizado con atención, con amor. Pretender otra cosa sería equivocar el camino, no encontrar nada o muy poco para ofrecer al Señor. “Viene bien recordar -nos señala Mons. Escrivá de Balaguer-la historia de aquel personaje imaginado por un escritor francés, que pretendía cazar leones en los pasillos de su casa, y, naturalmente, no los encontraba. Nuestra vida es común y corriente; pretender servir al Señor en cosas grandes sería como intentar ir a la caza de leones en los pasillos. Igual que el cazador del cuento, acabaríamos con las manos vacías” (8), sin nada que ofrecer. Tenemos lo normal de todos los días.
Como las gotas de agua sumadas unas con otras fecundan la tierra sedienta, así nuestras pequeñas obras: una “mirada” a una imagen de la Virgen, una palabra de aliento a un amigo, una genuflexión reverente ante el Sagrario, el rechazo de una distracción en la oración, un vencimiento en el trabajo evitando la pereza... crean los buenos hábitos, las virtudes, que hacen progresar la vida del alma y la conservan. Si somos fieles en estos pequeños actos, si actualizamos muchas veces el deseo de agradar al Señor, cuando llegue algo más importante que ofrecer -una enfermedad costosa de llevar, un fracaso profesional...- entonces también sabremos sacar fruto de eso que el Señor ha querido o permitido. Se cumplirán así las palabras de Jesús: El que es fiel en lo poco, también lo es en lo mucho (9).
Otra causa de retroceso en la vida del alma es “negarse a aceptar los sacrificios que pide el Señor” (10). Son las negaciones al propio egoísmo que todo amor necesita, el empeño por buscar a Cristo durante el día en lugar de buscarnos a nosotros mismos.
El amor a Dios “se adquiere en la fatiga espiritual” (11), en el empeño, en el interés que nace de lo más profundo del alma, con la ayuda de la gracia. No existe amor, ni humano ni divino, sin este sacrificio gustoso. “El amor crece en nosotros y se desarrolla también entre las contradicciones, entre las resistencias que se le oponen desde el interior de cada uno de nosotros, y a la vez "desde fuera", esto es, entre las múltiples fuerzas que le son extrañas e incluso hostiles” (12). Como el Señor nos ha prometido que no nos faltará la ayuda de la gracia, sólo depende de nuestra correspondencia, de nuestro empeño, del recomenzar una y otra vez, sin desánimos. Cuanto más fieles seamos a la gracia, más ayudas nos dará Él, más facilidad para recorrer el camino...; también más exigencia y finura de alma se nos pedirá. El amor reclama siempre más amor.

- La contrición y el crecimiento interior.

La vida interior tiene una particular oportunidad de crecer cuando se presentan situaciones adversas. Y para el alma no existe obstáculo mayor que el creado por las propias miserias y por las dejaciones y faltas de amor. Pero el Espíritu Santo nos enseña y nos impulsa en esas circunstancias a reaccionar de modo sobrenatural, con un acto de contrición: Ten piedad de mí, Señor, que soy un pecador (13). Enseña San Francisco de Sales que debemos sentirnos fuertes con tales jaculatorias, hechas con actos de amor y de dolor, con deseos de una viva reconciliación a fin de que, por medio de ellas,* nos confiemos a su Corazón misericordioso (14). Los actos de contrición son un medio eficaz de progreso espiritual.
Pedir perdón es amar, es contemplar a Cristo cada vez más dispuesto a la comprensión y a la misericordia. Y como somos pecadores (15), nuestro camino estará lleno de actos de dolor, de amor, que llenan el alma de esperanza y de nuevos deseos de reemprender el camino de la santidad. Es necesario volver al Señor una y otra vez, sin desánimos y sin angustiarse, aunque hayan sido muchas las veces en que no se ha respondido al Amor. La misericordia divina es infinita, y anima a volver con nuevo empeño, con esperanza renovada. Debemos hacer como el hijo pródigo, que, en lugar de quedarse allí, lejos, en un país extraño, avergonzado, malviviendo, volviendo en sí, dijo:... Me levantaré e iré a mi padre (16). “La vida humana es, en cierto modo, un constante volver hacia la casa de nuestro Padre. Volver mediante la contrición (...).
“Dios nos espera, como el padre de la parábola, extendidos los brazos, aunque no lo merezcamos. No importa nuestra deuda. Como en el caso del hijo pródigo, hace falta sólo que abramos el corazón, que tengamos añoranza del hogar de nuestro padre, que nos maravillemos y nos alegremos ante el don que Dios nos hace de podernos llamar y de ser, a pesar de tanta falta de correspondencia por nuestra parte, verdaderamente hijos suyos” (17). Nunca nos abandona el Señor. Siempre nos acoge, nos reconforta y mueve a comenzar una vez más, con más amor, con más humildad.
Nuestras flaquezas nos ayudan a buscar la misericordia divina, a ser humildes. Y crecer en esta virtud es dar muchos pasos en la vida interior. Todas las virtudes se benefician cuando somos más humildes. Si alguna vez nos encontramos faltos de corrrespondencia ante tantas gracias recibidas, si no hemos sido tan fieles al Señor como Él esperaba, debemos acudir confiadamente a Él con corazón contrito: crea en mí, ¡oh Dios!, un corazón puro; renueva dentro de mí un espíritu recto (18).
Muchas veces debemos pensar nosotros en aquellas cosas que, aunque sean pequeñas, nos separan de Dios. Y nos moveremos al dolor y a la contrición, que nos acercan más a Él. Así la vida interior sale enriquecida no sólo de los obstáculos sino también de las flaquezas, de los errores, de los pecados. Y si nos resultara más costoso el recomenzar, acudiremos a María, que hace fácil el camino que conduce a su Hijo. Pidámosle que nos ayude en el día de hoy a realizar muchos actos de contrición. Quizá nos puede servir la misma oración del publicano: Ten piedad de mí, Señor, que soy un pobre pecador. O la oración del rey David: Cor contritum et humiliatum, Deus, non despicies: No despreciarás, oh Dios, un corazón contrito y humillado (19). De modo particular nos ayudará el repetir jaculatorias cuando divisemos los muros de una iglesia, sabiendo que allí, en persona, está Jesús Sacramentado, la Fuente de toda misericordia.
La Virgen, que es Madre de gracia, de misericordia, de perdón, avivará siempre en nosotros la esperanza de alcanzar la ambiciosa meta de ser santos; pongamos en sus manos el fruto de este rato de oración personal, convencidos de que a quien corresponde a la gracia, se le dará más gracia todavía.

(1) Mc 4, 24-25.- (2) SAN JUAN CRISOSTOMO, Homilías sobre el Evangelio de San Mateo, 45, 1.- (3) Cfr. Mt 25, 14-30.- (4) SAN AGUSTIN, Sermón 51, 3.- (5) Sal 39, 19.- (6) SAN AGUSTIN, Tratado sobre el evangelio de San Juan, 17.- (7) Cfr. R. GARRIGOU-LAGRANGE, Las tres edades de la vida interior, Palabra, 4ª ed., Madrid 1982, vol. I, p. 531 ss.- (8) J. ESCRIVA DE BALAGUER, Carta 24-III-1930.- (9) Cfr. Lc 16, 10.- (10) R. GARRIGOU-LAGRANGE, loc. cit., p. 533.- (11) JUAN PABLO II, Homilía 3-II-1980.- (12) Ibídem.- (13) Lc 18, 13.- (14) Cfr. SAN FRANCISCO DE SALES, Tratado del amor de Dios, 2, 20.- (15) Cfr. 1 Jn 1, 8-9.- (16) Lc 15, 17-18.- (17) J. ESCRIVA DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 64.- (18) Sal 50, 12.- (19) Sal 50, 19.
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Otro comentario: Rev. D. Àngel CALDAS i Bosch (Salt, Girona, España)
¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho?
Hoy, Jesús nos explica el secreto del Reino. Incluso utiliza una cierta ironía para mostrarnos que la “energía” interna que tiene la Palabra de Dios —la propia de Él—, la fuerza expansiva que debe extenderse por todo el mundo, es como una luz, y que esta luz no puede ponerse «debajo del celemín o debajo del lecho» (Mc 4,21).

¿Acaso podemos imaginarnos la estupidez humana que sería colocar la vela encendida debajo de la cama? ¡Cristianos con la luz apagada o con la luz encendida con la prohibición de iluminar! Esto sucede cuando no ponemos al servicio de la fe la plenitud de nuestros conocimientos y de nuestro amor. ¡Cuán antinatural resulta el repliegue egoísta sobre nosotros mismos, reduciendo nuestra vida al marco de nuestros intereses personales! ¡Vivir bajo la cama! Ridícula y trágicamente inmóviles: “autistas” del espíritu.

El Evangelio —todo lo contrario— es un santo arrebato de Amor apasionado que quiere comunicarse, que necesita “decirse”, que lleva en sí una exigencia de crecimiento personal, de madurez interior, y de servicio a los otros. «Si dices: ¡Basta!, estás muerto», dice san Agustín. Y san Josemaría: «Señor: que tenga peso y medida en todo..., menos en el Amor».

«‘Quien tenga oídos para oír, que oiga’. Les decía también: ‘Atended a lo que escucháis’» (Mc 4,23-24). Pero, ¿qué quiere decir escuchar?; ¿qué hemos de escuchar? Es la gran pregunta que nos hemos de hacer. Es el acto de sinceridad hacia Dios que nos exige saber realmente qué queremos hacer. Y para saberlo hay que escuchar: es necesario estar atento a las insinuaciones de Dios. Hay que introducirse en el diálogo con Él. Y la conversación pone fin a las “matemáticas de la medida”: «Con la medida con que midáis, se os medirá y aun con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará» (Mc 4,24-25). Los intereses acumulados de Dios nuestro Señor son imprevisibles y extraordinarios. Ésta es una manera de excitar nuestra generosidad.

Otro comentario:              Con alegría

¡Alegría, cristiano! No te escondas, pero tampoco hace falta que alardees de nada, ya que todo lo que tienes, esta fe tuya ¡bendita!, viene de parte de Dios, y es a Él, es de Él, de quien tienes que hablar a los demás, no de ti, sino de Dios.
¡Con alegría!, la alegría de la fe, la alegría cristiana de saber que tienes un futuro asegurado, que pases lo que pases, ¡nadie puede quitarte tu alegría!
¡Amigo!, que lo sepas, tú eres salvado por Cristo, el Crucificado.
P. Jesús