martes, 23 de febrero de 2016

Nadie te ama como yo

El Santísimo Sacramento, la Luz del mundo


El Santísimo Sacramento, la Luz del mundo

Autor: Rev. Martín Lucía | Fuente: Catholic.net 

Como el sol es la fuente natural de toda energía, el Santísimo Sacramento es la fuente sobrenatural de toda gracia y amor.


Unos meses antes de su muerte el Obispo Fulton J. Sheen fue entrevistado por la televisión nacional: "Obispo Sheen, usted inspiró a millones de personas en todo el mundo. ¿Quien lo inspiró a usted? ¿Fue acaso un Papa?".

El Obispo Sheen respondió que su mayor inspiración no fue un Papa, ni un Cardenal, u otro Obispo, y ni siquiera fue un sacerdote o monja. Fue una niña china de once años de edad.

Explicó que cuando los comunistas se apoderaron de China, encarcelaron a un sacerdote en su propia rectoría cerca de la Iglesia. El sacerdote observó aterrado desde su ventana como los guardias penetraron en la iglesia y se dirigieron al santuario. Llenos de odio profanaron el tabernáculo, tomaron el copón y lo tiraron al suelo, esparciendo las Hostias Consagradas. Eran tiempos de persecución y el sacerdote sabía exactamente cuantas Hostias contenía el copón: Treinta y dos.

Cuando los guardias se retiraron, tal vez no se dieron cuenta, o no prestaron atención a una niñita que rezaba en la parte de atrás de la iglesia, la cual vió todo lo sucedido. Esa noche la pequeña regresó y, evadiendo la guardia apostada en la rectoría, entró en la iglesia. Allí hizo una Hora Santa de oración, un acto de amor para reparar el acto de odio.

Después de su hora santa, se adentró al santuario, se arrodilló, e inclinándose hacia delante, con su lengua recibió a Jesús en la Sagrada Comunión. (en aquel tiempo no se permitía a los laicos tocar la Eucaristía con sus manos). 

La pequeña continuó regresando cada noche, haciendo su Hora Santa y recibiendo a Jesús Eucarístico en su lengua. En la trigésima segunda noche, después de haber consumido la última Hostia, accidentalmente hizo un ruido que despertó al guardia. Este corrió detrás de ella, la agarró, y la golpeó hasta matarla con la culata de su rifle.

Este acto de martirio heróico fue presenciado por el sacerdote mientras, sumamente abatido, miraba desde la ventana de su cuarto convertido en celda.

Cuando el Obispo Sheen escuchó el relato, se inspiró en tal grado que prometió a Dios que haría una Hora Santa de oración frente a Jesús
Sacramentado todos los días, por el resto de su vida. Si aquella pequeñita pudo dar testimonio con su vida de la Real y hermosa Presencia de su Salvador en el Santísimo Sacramento, entonces el obispo se veía obligado a lo mismo. Su único deseo desde entonces sería, atraer el mundo al Corazón Ardiente de Jesús en el Santísimo Sacramento.

La pequeña le enseñó al Obispo el verdadero valor y celo que se debe tener por la Eucaristía; como la fe puede sobreponerse a todo miedo y como el verdadero amor a Jesús en la Eucaristía debe trascender a la vida misma.

Lo que se esconde en la Hostia Sagrada es la gloria de Su Amor. Todo lo creado es un reflejo de la realidad suprema que es Jesucristo. El sol en el cielo es tan solo un símbolo del hijo de Dios en el Santísimo Sacramento.

Por eso es que muchas custodias imitan los rayos de sol. Como el sol es la fuente natural de toda energía, el Santísimo Sacramento es la fuente sobrenatural de toda gracia y amor.

JESÚS es el Santísimo Sacramento, la Luz del mundo.

sábado, 13 de febrero de 2016

Para reflexionar....

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Teme al Señor que pasa y no vuelve.
Sitio Conviértanse, 13 Feb 08:55 AM

Todos los hombres, absolutamente todos los hombres han sido invitados por Dios a la conversión, al menos una vez. Ninguno se condena por error, sino que si se condena es porque ha dejado escapar la oportunidad de salvarse.
Cristo pasa por nuestra vida. Quizás está pasando hoy, ahora mismo y nos llama, por ejemplo, a través de este mensaje. Está en nosotros el aceptar su invitación a la conversión, a salir del pecado y comenzar una nueva vida.
“Teme al Señor que pasa y no vuelve.” Ésta es una gran verdad que poco meditamos, puesto que quizás hoy tenemos la posibilidad de acercarnos a Dios y convertirnos, y mañana tal vez ya no.
Hoy el Señor pasa por nuestra vida y nos invita a seguirlo por el camino del bien y del cumplimiento de los Diez Mandamientos. No dejemos caer en el vacío esta invitación suya, y dejemos nuestra vida de pecado y desórdenes, para comenzar a vivir como Dios quiere.
Es cierto que no podremos cambiar de la noche a la mañana, y que seguramente, por más buena voluntad que pongamos, caeremos muchas veces todavía en pecados. Pero Dios premia la constancia y la buena voluntad.
Lancémonos, entonces, a la conquista del Cielo que Dios ha creado para nosotros, para los hombres. No dejemos que el demonio algún día pueda ser quien cante victoria en nuestra existencia y, lo que sería peor, que el diablo triunfe para siempre sobre nosotros.
Los que están en el Infierno sienten una tremenda desesperación porque se dan cuenta del Bien que perdieron, y que lo perdieron para siempre, porque dejaron pasar la oportunidad de convertirse, y este remordimiento los torturará para siempre.
Quizás el Señor ahora está pasando por nuestra vida y nos invita “hoy” a seguirlo. Si lo dejamos escapar, tal vez nunca se vuelva a dar semejante oportunidad, porque el diablo pondrá todo su arsenal para persuadirnos de que tenemos tiempo más adelante para convertirnos, ya que el demonio sabe que: conversión aplazada, es condena adelantada.
Dios no pide imposibles, y aunque al principio debamos luchar mucho con nuestros malos hábitos, el Señor nos ayudará, y con el paso del tiempo iremos aprendiendo a combatir contras las tentaciones y saldremos cada vez más victoriosos contra el Mal.
Pero empecemos hoy mismo, ya mismo, porque quizás éste sea el último llamado de parte de Dios.

viernes, 12 de febrero de 2016

Para reflexionar...

balanza

Propósito para esta Cuaresma.


Leamos todos los días al levantarnos, el siguiente pasaje del Evangelio de San Mateo, como lo aconseja la Reina de la Paz:
"Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al dinero. Por eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando qué van a comer o qué van a beber, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido? Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros y, sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que ellos? ¿Quién de ustedes por mucho que se inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su vida? ¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer. Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos. Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe! No se inquieten entonces, diciendo: “¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos vestiremos?”. Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan. Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura. No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su aflicción." (Mt 6, 24-34).


martes, 9 de febrero de 2016

Comunión espiritual...


La comunión espiritual

Concilio de Trento y ha sido practicada por todos los santos 

La comunión espiritual

Con el nombre de Comunión Espiritual se entiende el piadoso deseo de recibir la Sagrada Eucaristía, cuando no se la puede recibir sacramentalmente.

"De dos maneras -advierte Santo Tomás- se puede recibir espiritualmente a Cristo. Una en su estado natural, y de esta manera la reciben espiritualmente los ángeles, en cuanto unidos a Él por la fruición de la caridad perfecta y de la clara visión, y no con la fe, como nosotros estamos unidos aquí (en la Tierra) a Él. Este pan lo esperamos recibir, también en la gloria. Otra manera de recibirlo espiritualmente es en cuanto contenido bajo las especies sacramentales, creyendo en Él y deseando recibirlo sacramentalmente. Y esto no solamente es comer espiritualmente a Cristo, sino también recibir espiritualmente el sacramento" (III, 80, 2).

De las palabras finales del Doctor Angélico, se deduce que la Comunión Espiritual nos trae, de cierto modo, el fruto espiritual de la propia Eucaristía recibida sacramentalmente, aunque no sea ex opere operato, sino únicamente ex opere operantis.



Excelencia

Por la noción que acabamos de dar, se puede vislumbrar la gran excelencia de la Comunión Espiritual. Fue recomendada vivamente por el Concilio de Trento (D 881), y ha sido practicada por todos los santos, con gran provecho espiritual.

Sin duda, constituye una fuente ubérrima de gracias para quien la practique fervorosa y frecuentemente. Más aún: puede ocurrir que con una Comunión Espiritual muy fervorosa se reciban mayor cantidad de gracias que con una Comunión Sacramental recibida con poca devoción. Con la ventaja de que la Comunión Sacramental no puede recibirse más que una sola vez por día, y la Espiritual puede repetirse muchas veces.
Modo de hacerla

No se prescribe ninguna fórmula determinada, ni es necesario recitar ninguna oración vocal. Basta un acto interior por el cual se desee recibir la Eucaristía. Es conveniente, sin embargo, que abarque tres actos distintos, aunque sea brevísimamente:

a) Un acto de Fe, por el cual renovamos nuestra firme convicción de la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Es excelente preparación para comulgar espiritual o sacramentalmente;

b) Un acto de deseo de recibir sacramentalmente a Cristo y de unirse íntimamente con Él. En este deseo consiste formalmente la Comunión Espiritual;

c) Una petición fervorosa, pidiendo al Señor que nos conceda espiritualmente los mismos frutos y gracias que nos otorgaría e l a Eucaristía realmente recibida.
Advertencias

1) La Comunión Espiritual, como ya dijimos, puede repetirse muchas veces al día. Puede hacerse en la iglesia o fuera de ella, a cualquier hora del día o de la noche, antes o después de las comidas.

2) Todos los que no comulgan sacramentalmente deberían hacerlo al menos espiritualmente, al oír la Santa Misa. El momento más oportuno es, naturalmente, aquel en que comulga el sacerdote.

3) Los que están en pecado mortal deben hacer un acto previo de contrición, si quieren recibir el fruto de la Comunión Espiritual. De lo contrario, para nada les aprovecharía, y sería hasta una irreverencia, aunque no un sacrilegio.

Autor: Antonio Royo Marín | Fuente: Teología Moral para Seglares

Para recapacitar...


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Tiempo de Misericordia.
Sitio Conviértanse, 09 Feb 11:45 AM

Mientras  vivimos en este mundo, en nuestros cuerpos mortales, estamos en el tiempo de la Misericordia. Luego, con la muerte corporal, llega el tiempo de la Justicia. De modo que no debemos dejar pasar un sólo minuto más, sin acercarnos a Dios implorándole su Misericordia, porque no sabemos cuándo es que el Señor nos llamará a su presencia para juzgarnos. No sabemos cuándo es el día y el momento de nuestra muerte, ni tampoco sabemos las circunstancias que rodearán nuestra muerte y si tendremos tiempo y forma de confesarnos antes y ponernos en gracia de Dios para salvarnos y no condenarnos.
¡Qué locura la nuestra si dejamos pasar la oportunidad de la vida, sin arrepentirnos e implorar la Misericordia divina cayendo a los pies del confesor, del sacerdote católico, para obtener el perdón que nos dará la alegría de una conciencia limpia y el perdón de Dios!
Recordemos que Dios es infinitamente misericordioso, pero esa Misericordia divina se puede aplicar a nosotros sólo mientras vivimos en este mundo. Luego, con la muerte, llega la Justicia de Dios, y ¡ay de nosotros si la muerte nos encuentra lejos del Señor, en pecado mortal, pues nos espera el Infierno eterno!
Ya estamos por entrar el en tiempo fuerte de Cuaresma, tiempo que la Iglesia nos regala para que pongamos en orden nuestras cuentas con Dios y con los hermanos.
No dejemos que esta Cuaresma pase como tantas otras, porque quizás, en los decretos de Dios, esta Cuaresma sea para nosotros la última, y si no la aprovechamos para convertirnos, podemos perderlo todo para siempre.
Recordemos que la vida sobre la tierra es una prueba, no es lo definitivo, sino que lo definitivo viene después de la muerte. No nos atemos desordenadamente a este mundo, a esta vida, sino empleémosla en hacer buenas obras, en ser buenos y hacer el bien, para luego volar felices a los brazos de Dios cuando nos llegue la hora.

domingo, 7 de febrero de 2016

Camino de salvación

San Miguel Arcangel

El Señor de los ejércitos.


A Dios, en la Biblia, se lo nombra como el Señor de los ejércitos. Y debemos saber que si Dios tiene ejércitos, es porque hay guerra.
Efectivamente, desde los albores de los tiempos, se combate una guerra entre los ángeles de la luz y los espíritus de las tinieblas, encabezados los primeros por San Miguel Arcángel, y los últimos por Satanás.
Nosotros, los hombres, estamos implicados también en esta guerra santa, la única guerra santa, que se combate sin tregua y sin pausa, y de la que depende nuestra salvación eterna y la salvación de innumerables almas.
Pocos son los cristianos que tienen clara la idea de que son soldados de Cristo y que combaten a su servicio, y que en contra tienen a un enemigo formidable que los odia a muerte y que usa toda su inteligencia y dones de ángel caído, para arrastrarlos al mal y al abismo infernal.
Pocos también son los sacerdotes y obispos que adiestran y ponen en guardia a los fieles católicos sobre esta tremenda realidad, esta batalla entre el Bien y el Mal, y así muchísimos hombres no saben que forman parte de una guerra tremenda.
La Palabra de Dios es santa, y si se llama a Dios: “Señor de los Ejércitos”, es porque Dios tiene ejércitos y hay guerra.
Pero el mundo moderno no quiere creer en esta realidad, y dentro de la misma Iglesia Católica son pocos los que se preocupan por llevar adelante esta batalla, empleando los medios adecuados para repeler y derrotar al enemigo. De modo que los demonios y todo el ejército del mal, tienen prácticamente el terreno libre para actuar, y así vemos cosas cada vez más terribles en el mundo.
Es tiempo de que los cristianos despertemos del sueño en que estamos, adormecidos por el materialismo, engendro de Satanás, y que empuñemos las armas espirituales de la oración y la penitencia, que echemos mano a los Sacramentos y a los sacramentales como medallas, escapularios, agua bendita, exorcismos, pues si estamos pasivos ante el mal, nos perderemos para siempre.
El Señor ha instituido el sacramento de la Confirmación justamente para hacer de los fieles comunes, soldados elegidos para que participen en lo más reñido de la batalla.
La Confirmación es un sacramento grande, poco y mal explicado por quienes lo administran, de modo que no se aprovechan los recursos y dones que el sacramento da al confirmado, porque se desconoce para qué se ha sido confirmado.
Estamos en guerra, y la guerra es una cadena de batallas. La batalla actual es la mayor, y se hará cada vez más dura. Por eso nos tenemos que preparar concienzudamente a este combate, porque no sólo se decidirá nuestra salvación eterna particular, sino también la salvación o condenación eterna de muchísimas almas.
Debemos tener una especialísima devoción a María Santísima, Enemiga personal de Satanás, ya que es María la que conduce a los ejércitos de Dios para obtener, al final, su mayor triunfo, pues el Inmaculado Corazón de María triunfará, como la Virgen lo ha prometido en Fátima.

jueves, 4 de febrero de 2016

Lo importante, SALVAR EL ALMA

muerte del justo y pecador3

REFLEXIÓN DEL DÍA


Lo importante es salvar el alma.
Pocos son los que saben que lo único realmente importante en esta vida es salvar la propia alma. Pues efectivamente si perdemos el alma, si nos perdemos para siempre en el abismo infernal, lo habremos perdido todo para siempre. En cambio, si nos salvamos, seremos felices para toda la eternidad.
Por eso tantos santos se retiraron del mundo a hacer penitencia, pues se pusieron a considerar la palabra “eternidad”, y lo que ella significa; y entendieron que según fuera su vida en este mundo, les esperaría una eternidad de dicha sin fin, o de horror sin límites.
Entonces es muy bueno que tengamos presente que lo que realmente importa en este mundo es salvar el alma. Todo lo demás es cosa secundaria, aunque parezcan problemas graves, pues todo quedará de este lado del sepulcro, en cambio nuestra alma es sempiterna y existirá ya para siempre, en uno u otro lugar: Cielo o Infierno.
Si miramos todas las cosas a la luz del más allá, sí que entenderemos mejor las cosas que pasan en este mundo, porque ¿de qué sirve una vida de placer aquí, si luego se pierde el cuerpo y el alma en el Infierno eterno? Y ¿qué terrible puede ser una vida de dolor y sufrimiento en este mundo, si pronto tendrá un final, y luego se volará al Cielo a gozar para siempre de una Felicidad inenarrable?
Las cosas del mundo y de la vida cotidiana, adquieren una nueva dimensión vistas a la luz del más allá, porque esta vida en la tierra es muy fugaz. ¡Qué locura perder la eternidad de dicha, por gozar de un miserable y carnal placer en este mundo!
Estamos a tiempo todavía de dar el valor justo a cada cosa: a nuestra alma, la mayor atención, evitando el pecado y esforzándonos para adelantar en la virtud, lo cual será una buena inversión para el futuro, para cuando nos llegue la muerte y nos presentemos ante Jesucristo Juez en el juicio particular, donde recibiremos nuestra retribución eterna.
¿Qué importa si en este mundo somos unos fracasados, o sufrimos mucho, o vivimos en las desgracias, si después de esta corta vida nos espera la alegría del Cielo?
¿Y de qué sirve que lo pasemos bien en este mundo si luego nos tragará el abismo infernal?
Por ello tenemos que mirar todas las cosas a la luz del más allá, a la luz de la fe, con los ojos de Dios, y entonces tendremos la sabiduría de los santos.