Haciendo lo que debemos. |
Tenemos que vivir en la tierra y mirando hacia el Cielo. Y en esto debemos tener cuidado de no irnos a los extremos, ya sea atándonos a este mundo y absorbiéndonos en una actividad febril, ni tampoco vamos a estar todo el tiempo rezando o en la iglesia.
Dios quiere que hagamos lo que tenemos que hacer en cada momento, sabiendo que estamos en este mundo para ganarnos el Cielo, pero todo lo tenemos que hacer bien. Vivamos siempre recordando que de un momento a otro tendremos que partir a la eternidad, pero no por ello descuidemos las cosas de este mundo, pues ya lo da a entender el Señor cuando nos dice que en su manifestación gloriosa, de dos que estén en un mismo lecho, uno será tomado y el otro dejado; y de dos mujeres que estén moliendo juntas, una será tomada y la otra dejada. Es decir que no tenemos por qué estar pensando todo el tiempo en que vamos a morir, de modo que descuidemos las cosas temporales; sino que tenemos que vivir bien y contentos, en gracia de Dios (que eso significa estar velando y con las lámparas encendidas) y ocuparnos de todo nuestro deber, haciendo todas las cosas por amor a Dios y a los hermanos. Tomemos el ejemplo de aquél santo que al ser preguntado sobre qué haría si supiera que dentro de una hora iba a morir, contestó que continuaría haciendo lo que estaba haciendo, mientras sus compañeros dijeron: uno, que se iría a la iglesia, el otro, a confesarse, el otro a rezar. Y sin embargo este Santo, que creo que era Dominguito Savio, dio la respuesta correcta, porque debemos vivir de tal manera que estemos siempre preparados para partir de este mundo, aunque por supuesto no pensemos en ello conscientemente. Cada uno de nosotros tiene que estar ocupado en su deber. Por eso el cristiano, el buen cristiano, es el ser más feliz, pues ya viva, ya muera, siempre está en la presencia de Dios, haciendo lo que a Él le agrada, y entonces se cumple aquella frase lapidaria de San Agustín, que a veces tan mal se comprende: “Ama y haz lo que quieras”. Es decir, vive en gracia de Dios, preparado siempre para dar el salto a la eternidad, haciendo y ocupándote de las cosas que te tocan hacer. Recordemos también esas palabras magistrales de San Juan Bosco que deben ser una guía en nuestro obrar: “Hace mucho el que hace poco, pero hace lo que debe. No hace nada el que hace mucho, pero no hace lo que debe hacer.” Y tratemos de vivir en paz, contentos y alegres, pues como también nos ha dicho Don Bosco: “El demonio tiene miedo de la gente alegre”. |