jueves, 7 de julio de 2016

Prefecto de la Congregación para el Culto Divino

¿de espaldas al pueblo o de Cara a Dios?
LONDRES, 06 Jul. 16 / 01:38 pm (ACI).- El Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos en el Vaticano, Cardenal Robert Sarah, propuso un importante cambio para la celebración de las Misas a partir del primer Domingo de Adviento de este año 2016.
En la conferencia inaugural del evento Sacra Liturgia UK 2016 que se realiza en Londres del 5 al 8 de julio, el Cardenal Sarah afirmó que “es muy importante que volvamos tan pronto como sea posible a una orientación común, de los sacerdotes y los fieles todos en la misma dirección: hacia el oriente o al menos hacia el tabernáculo”.
Cuando un sacerdote celebra la Misa Ad Orientem, en ciertas partes de la Misa mira de frente hacia el “este litúrgico”, es decir hacia el altar y de espaldas a la congregación. Esta es una práctica común en la forma extraordinaria de la Misa. De cara al pueblo, o versus populum, es la práctica extendida en la forma ordinaria de la Eucaristía.
Lo que sugiere el Cardenal Sarah, aunque no de manera oficial, sería una importante modificación en relación a la celebración de la Misa, desde que el Papa Emérito Benedicto XVI decidió liberalizar la forma extraordinaria –en latín y Ad Orientem– con el motu proprio Summorum Pontificum en julio de 2007.
El Purpurado africano pidió a los sacerdotes que sean prudentes en la implementación de la modificación que sugirió ayer en Londres.
“Así, queridos sacerdotes, les pido que implementen esta práctica en donde sea posible, con prudencia y con la necesaria catequesis, ciertamente, pero también con la confianza de pastor de que esto es algo bueno para la Iglesia, algo bueno para las personas”, afirmó.
El Cardenal propuso que comiencen “el primer Domingo de Adviento (27 de noviembre) este año, cuando esperamos ‘al Señor que viene’ y que no tardará”.
En la conferencia, el Cardenal Sarah explicó que el Papa Francisco le ha pedido comenzar un estudio sobre “la reforma de la reforma” para adaptar los cambios litúrgicos del Concilio Vaticano II, y que este estudio busca “el enriquecimiento las dos formas del rito romano”: la ordinaria y la extraordinaria.
¿Por qué celebrar la Misa Ad Orientem?
El 23 de mayo de este año, el Cardenal Robert Sarah concedió una entrevista a la revista francesa Famille Chretienne, en la que afirmó que “el mejor medio” para que Dios sea el centro de la liturgia es “celebrar –sacerdotes y fieles– todos en la misma dirección: hacia el Señor que viene. No se trata, como se entiende a veces, de celebrar de espaldas al pueblo o mirándolo. El problema no es ese”.
“Se trata de mirar todos juntos hacia el ábside que simboliza el oriente donde está el trono de la cruz del Señor resucitado”, precisó.
“Con esta manera de celebrar experimentaremos, también con el cuerpo, la primacía de Dios y de la adoración. Comprenderemos que la liturgia se trata en principio de nuestra participación en el sacrificio perfecto de la cruz”.
Además, explicó el Cardenal, con el Concilio Vaticano II “celebrar mirando al pueblo se convirtió en una posibilidad pero no es una obligación. La liturgia de la palabra justifica que se vean cara a cara el lector y el pueblo, el diálogo y la pedagogía entre el sacerdote y su pueblo. Pero como llegamos pronto al momento en que uno se dirige a Dios –desde el Ofertorio en adelante– es esencial que el sacerdote y los fieles miren juntos hacia el Oriente. Esto corresponde exactamente a lo que querían los padres conciliares”.
“Como Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, deseo recordar que la celebración Ad Orientem está autorizada por las rúbricas, que especifican los tiempos en que el celebrante debe volverse hacia el pueblo. Por lo tanto no es necesario tener un permiso especial para celebrar mirando al Señor”.
Que la liturgia no sea un espectáculo
En la entrevista con Famille Chretienne, el Prefecto también dijo que desea “alentar una gran reflexión sobre este tema para devolver la Eucaristía al centro de nuestra vida. Constato que muchas de nuestras liturgias se convierten en un espectáculo”.
“Con frecuencia –continuó– el sacerdote ya no celebra  el amor de Cristo a través de su sacrificio sino un encuentro entre amigos, un compartir, un momento fraterno. Al buscar inventar liturgias creativas o festivas corremos el riesgo de un culto demasiado humano, a la altura de nuestros deseos y de las modas del momento”.
El Purpurado africano explicó que con esta forma con la que algunos sacerdotes encaran la Misa “poco a poco los fieles se alejan de quien nos da la vida. ¡Para los cristianos la Eucaristía es un asunto de vida o muerte!”
“La liturgia es la puerta de nuestra unión con Dios. Si las celebraciones eucarísticas se transforman en auto-celebraciones humanas el peligro es inmenso porque Dios desaparece. Se debe comenzar por volver a poner a Dios al centro de la liturgia”.
El Cardenal Sarah advirtió también que “si el hombre es el centro de la liturgia, la Iglesia se convierte en una sociedad puramente humana, una simple ong, como ha dicho el Papa Francisco”.
“Si, en cambio, Dios está en el corazón de la liturgia, ¡entonces la Iglesia reencontrará su vigor y su savia! ‘En nuestra relación con la liturgia se juega el destino de la fe y de la Iglesia’, escribía de manera profética el Cardenal Joseph Ratzinger”.


















Comentario: otro inconveniente de consagrar como se hace ahora en la Misa ordinaria es que no queda bien que tenga que haber un crucifijo para “el pueblo” y otro para el Sacerdote y es mucho mejor que se vea al Sacerdote tomando la Sangre de Cristo en el Cáliz al elevarlo cerca del crucifijo.
El Sacerdote no celebraba de espaldas al “pueblo” (el también forma parte del Pueblo de Dios) sino que todos lo hacían cara al Crucifijo y Tabernáculo. Ahora, muchos ni saben dónde fue a parar el tabernáculo (¡haga una encuesta!) y el “pueblo” quedó de espaldas al crucifijo… perdón,  si es que lo conservan, porque muchísimos Sacerdotes ni saben que deben colocar un crucifijo frente a sí en el altar.
Ahora, para ganar la indulgencia parcial por rezar, después de comulgar, mirando al crucifijo, “Miradme O mi amado y buen Jesús”, hay que traérselo, porque no encontrarán ni uno sólo en toda la iglesia!!! En fin, el Diablo logró hacer desaparecer el símbolo más claro de la Divina Misericordia, y si no lo logró, Cristo crucificado quedó sobre el altar, de espaldas al “pueblo” o acostado en el altar sin que lo vea el “pueblo”. Diablo 1, Parroquia 0.
Una solución: poner el crucifijo en el altar frente al Sacerdote y otro más grande de frente al “pueblo”. Y aquí surge un problema: ¿dónde ponerlo? Porque en muchos lugares, han quitado los retablos que unían el altar con el tabernáculo. Era muy pedagógico mirar elevarse la Eucaristía durante la consagración, justo debajo de un Crucifijo, para recordarnos que la Misa es la actualización en tiempo presente del Sacrificio de Cristo. Entonces vamos comprendiendo la sabiduría de la tradición.



De a poco se van ordenando las cosas, hacia el Señor.
Un abrazo Familia Mobilia


























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