Oración mariana
El Avemaría.
Un día una santa pidió a la Virgen que le enseñara la mejor oración para alabarla, y la Virgen le respondió que esa oración ya existía y que era el Avemaría, porque no hay oración más bella y poderosa para decirle a María.
Cuando decimos el Avemaría, un río de fuego va del Corazón de la Santísima Trinidad al Corazón de María y luego se derrama sobre el mundo en lluvia de gracias y dones de todas clases.
Si la humanidad todavía no fue cancelada por Dios, es debido a los ruegos de María, es por las Avemarías que sus fieles hijos dijeron a María y Ella intervino para evitar los castigos de Dios, que según el número casi infinito de pecados, ya deberían haber barrido con el mundo entero.
Pero está la Virgen que por el Avemaría concedió, concede y concederá gracias inimaginables. ¡Cuánto agrada esta oración a la Virgen, y cuánto agrada a María el rezo del Rosario, esa corona de Padrenuestros y Avemarías, que recitamos en su honor!
Y recordemos siempre que cada día hay que rezar algo, al menos las tres avemarías, porque Nuestra Señora ha prometido a varios santos, que quien rece aunque sólo sea tres avemarías cada día, obtendrá la gracia de la perseverancia final y la salvación eterna. ¡Qué gran valor deben tener entonces las avemarías bien dichas!
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