Nuestra Señora
vencerá al terrorismo
Fue un viernes 13 el día que Nuestra Señora
mostró la visión del infierno a los tres pastorcitos de Fátima. Una descripción
muy parecida a lo que sucedió en París el día 13 de noviembre
Fue un viernes 13 cuando
Nuestra Señora mostró la visión del Infierno a los tres pastorcitos de Fátima.
La hermana Lucía relata en sus memorias:
“El
reflejo pareció penetrar en la tierra y vimos como un mar de fuego. Inmersos en
ese fuego, los demonios y las almas, como si fueran brasas transparentes y
negras o bronceadas, con forma humana, que flotaban en el fuego, llevadas por
las llamas que salían de ellas mismas junto con nubes de humo, cayendo hacia
todos los lados, semejante a la caída de chispas en los grandes (incendios),
sin peso ni equilibrio, entre gritos y gemidos de dolor y desesperación, que horrorizaba
y hacía estremecer de pavor.
Los
demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales
espantosos y desconocidos, más transparentes como negros carbones en brasa.
Asustados y como pidiendo socorro, levantamos a vista hacia Nuestra Señora que
nos dijo, con bondad y tristeza:
–
Visteis el inferno, adonde van las almas de los pobres pecadores; para
salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a Mi Inmaculado
Corazón”.
¿Hay
una descripción más precisa de lo que sucedió en París el día 13 de noviembre?
Sin Jesús y María, es el destino que nos aguarda. El infierno, como se ve, es
un atentado terrorista sin fin.
Ya se
nos alertó: las apariciones de La Salette (1846), Lourdes (1858) y Fátima
(1917) hacen una especie de resumen profético del mundo contemporáneo. Fueron
precedidos por la aparición de Nuestra Señora de las Gracias a Santa Catarina
Labouré, en 1830. El detalle es que esa primera aparición de los tiempos
modernos tuvo lugar en la ciudad de París, en la Rue du Bac. De las cuatro
manifestaciones personales de Nuestra Señora, tres tuvieron lugar en suelo
francés. No es casualidad: es un aviso.
En
1955, se organizó un concurso para elegir la bandera de la Comunidad Europea.
La obra escogida fue del artista plástico francés Arsène Heitz: doce estrellas
doradas en forma de círculo. Cuando se descubrió que era un símbolo de Nuestra
Señora, era demasiado tarde.
La
bandera de la Europa laica acaba siendo una referencia clara al pasaje mariano
del Apocalipsis: “Una gran señal apareció en el cielo – una Mujer vestida de
Sol, con la Luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre la cabeza”.
Las doce estrellas representan a la vez la corona de Nuestra Señora, los doce
apóstoles, las doce tribus de Israel y los doce meses del año. Un poderoso
símbolo judeo-cristiano, creado por un católico francés.
La
Europa laica y agnóstica ha sido incapaz de contener el avance del mal
personificado por el Estado Islámico. La tragedia de París es un signo de que
la Europa cristiana debe unir fuerzas – como la consagración de Rusia al
Inmaculado Corazón de María, como Ella misma pidió en 1917 – para evitar caer
en el abismo. Sólo venceremos la guerra con la bandera de María.
Nuestra
Señora de las Gracias, Nuestra Señora de la Salette, Nuestra Señora de Lourdes,
Nuestra Señora de Fátima – ruega por nosotros, que recurrimos a Ti.
Unámonos en el Rezo del Santo Rosario en familia, la gran arma que nos concede el Cielo.
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