Vivir católico
Perdonar.
Una de las cosas en que más ha insistido el Señor en el Evangelio es en el perdón. Porque Él bien sabe que perdonar es señal de que se va por el buen camino, se conoce y, sobre todo, se practica el Evangelio.
Perdonando al hermano que nos ha ofendido, o que creemos que nos ha ofendido, es como nos ganamos el perdón de Dios para nosotros. Si queremos que Dios nos perdone nuestros pecados, tenemos que aprender a perdonar todo y a todos.
Pero es que, además, nos conviene perdonar porque quien guarda rencor y odio, se hace mal a sí mismo, se cierra al perdón de Dios y no tiene paz en su alma, dando lugar a los deseos de venganza, y por ende a que el demonio influya en su vida.
Cuando más perdonamos, tanto más nos parecemos a Dios y somos así dignos hijos suyos, porque Dios perdona todo y a todos sin límites.
A veces necesitamos la ayuda divina para perdonar, porque tenemos mucha amargura por la ofensa recibida y nos cuesta hacer borrón y cuenta nueva. Por eso tenemos que rezar pidiendo ayuda para perdonar. Como los discípulos que le pidieron al Señor que les aumentara la fe para poder perdonar setenta veces siete, es decir, siempre. Y nosotros tenemos que hacer lo mismo: pedirle al Señor que nos aumente la fe, la caridad, para perdonar de corazón a quien nos ha ofendido.
Éste es uno de los secretos que Jesús nos ha dado. Así como nos ha dicho que quien sea misericordioso con los hermanos, obtendrá misericordia de Dios; así también nos da el secreto de que quien perdone mucho, recibirá el perdón completo de Dios. ¡Y cuánto necesitamos del perdón divino!
Jesús nos ha dicho que a quien se le perdona poco, poco ama. Por eso tal vez nosotros no perdonemos ni amemos mucho al prójimo, porque tal vez nos parece que Dios nos ha perdonado poco. Pero Dios nos ha perdonado mucho. Ya solamente con el bautismo que hemos recibido, Dios nos ha sacado del dominio de Satanás para hacernos hijos suyos por la gracia.
También por eso es que muchas veces vemos a los más grandes perdonadores entre los mayores pecadores, porque éstos saben cuánto necesitan del perdón de Dios, y perdonan mucho a sus hermanos para obtener el perdón divino en abundancia, completamente.
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