San Ramón Nonato
Patrono de las Mujeres Embarazadas y de las que esperan concebir un hijo Fiesta: 31 de Agosto
Ramón significa: "protegido por la divinidad" (Ra=divinidad. Mon=protegido)
Siglo XIII, un siglo de grande cambios, de grandes luces y
también de grandes santos.
En Portel, localidad de Lérida (España), donde en esos tiempos estaba el
feudo de los condes de Cardona, tuvo lugar el nacimiento de Ramón.
Sus padres, gente de campo, humilde, pero de una fe profunda, soñaban con la
llegada de un hijo. Sueños y anhelos que con el pasar del tiempo no se veían
cumplidos. Cerca del pueblo había una ermita dedicada a San Nicolás de Bari, en
ella se encontraba una imagen de la Virgen con el Niño. La futura madre de
Ramón acudía allí, porque en los tiempos de angustia, de desaliento, quién no
se acerca a la Madre buscando consuelo, buscando esperanza.
La Virgen escucha sus ruegos y la vida comienza a germinar. Ramón se comienza a
gestar.
Y el rostro de esta mujer cambia, es esperanza, consuelo,
alivio, está embarazada, Dios no se olvida. Pero de pronto, una grave
enfermedad la golpea, siente que sus fuerzas flaquean, se siente morir y con un
último aliento pide a la Madre por el hijo que lleva en su vientre y muere.
El Conde de Cardona, a quien habían elegido padrino, pasaba a visitarla, a ver
cómo estaba la madre y su futuro ahijado y horrorizado ve a la mujer tendida en
el suelo, sin vida. Se inclina sobre el cuerpo inerte y llora, pero al apoyarse
siente que algo se movía, su corazón le da un vuelco y como por inspiración
divina, sin dudarlo, extrae su daga y rasga el vientre de la mujer. Dando un
grito aparece Ramón, estirando sus brazos en cruz, como preanuncio del sentido
de su vida.
Es por esta razón que se le llama Nonato, que quiere decir no nacido, porque su
advenimiento a la vida fue de una manera prodigiosa. Según la tradición su
nacimiento fue el 2 de febrero de 1200, fiesta de la Candelaria. A los pocos
días fue bautizado dándosele el nombre de Ramón, que era el nombre del conde de
Cardona, en agradecimiento por su intervención.
Con los años, Ramón comenzó a llevar al pastoreo las ovejas de su padre, en las
proximidades de la ermita donde su finada madre había pedido su venida a la vida.
Allí, ante la imagen de la Madre con el Niño, Ramón pasaba sus horas en
contemplación y oración. María viendo la devoción de Ramón se le aparece y le
dice “Tú eres mi hijo, yo soy tu Madre” y el que no tenía madre se encontró con
dos madres, la que ya estaba en el cielo y la que desde el cielo lo acompañaba
en la tierra.Cuenta la tradición que se quedaba en estos diálogos con María
durante horas, a tal punto que no cuidaba las ovejas. Los vecinos le hicieron
llegar al padre la noticia de su descuido y es así que salió en su búsqueda y
en el campo divisó que su majada estaba al cuidado de un joven que irradiaba
luz y sin saber quién era, aunque intuyéndolo, fue a la ermita y encontró
a Ramón en éxtasis; cuando sintió la presencia de su padre salió de ese estado
de contemplación y le pidió perdón por no estar cumpliendo la tarea
encomendada. Su padre lo abrazó tiernamente y le dijo que no se preocupara, que
mientras él estaba en el buen diálogo con María, ella había enviado un ángel
para que hiciera su trabajo.
Y en esos diálogos que tenía lleno de fervor, de coraje, de entrega, quiere
consagrarse totalmente al servicio de Dios y es la misma Virgen quien le dice
que ingrese en la Orden de la Merced, cuya fundación había inspirado y era una
obra muy querida por ella.
Por ese entonces Ramón tenía 20 años y pide ingresar a la Orden e inicia su
noviciado. En esa etapa se hacen más evidentes y vivas las
angustias y necesidades de los hermanos que sufren cautividad. Profundiza en
ese amor a María, que se compromete con sus hijos que están cautivos. Descubre
el sentido de dar la vida por los hermanos si fuese necesario, al modo de
Cristo Redentor.
Hace su profesión religiosa y continúa sus estudios. A los 24 años es ordenado
sacerdote.
Los mercedarios empeñados en la redención de los cautivos escogían cada año en
Capítulo Gral. a los redentores, que eran religiosos elegidos para la delicada,
dura y hermosa misión de ir a rescatar a los cautivos. Estos redentores debían
ser hombres de una probada fe, fuertes, de inteligencia y capacidad
negociadora, conocedores de las lenguas y de las culturas, porque para poder
rescatar a los cautivos había que conocer la idiosincrasia de otros pueblos y
estar dispuestos a sufrir por la causa del Evangelio.
En Nonato se dan estas características, por eso es elegido para esta hermosa
tarea. En 1226 se embarca y llega a Argelia donde gracias a su santidad y
habilidad pudo rescatar 140 cautivos.
En el año 1236, nuevamente designado como redentor se dirige a Argelia, allí
ante la gran cantidad de cautivos que encuentra y ver que el dinero no le
alcanzaba para el rescate de todos, en cumpliendo de su 4º voto, decide
quedarse como rehén en lugar de ellos, mientras sus compañeros conseguían el
dinero para su rescate. Compartiendo el sufrimiento, la prisión y el mal trato
que padecían los cautivos, Nonato comienza a consolarlos, a darles ánimo, a
hablarles de ese Dios que nunca nos olvida, de esa Madre que nunca nos deja,
que siempre está a nuestro lado, que rompe las cadenas de la esclavitud. Y así
su prédica y aliento no sólo llama la atención de los cristianos cautivos, sino
también de sus captores, con lo cual comienzan a interesarse por su
predicación, llegando a convertir a algunos de ellos. Esto enfurece a los jefes
principales y queriéndolo hacer callar deciden aplicarle como escarmiento
ejemplarizante un tormento hasta ese momento desconocido: perforan sus labios y
le ponen un candado. Pero quien ha escuchado la Palabra sabe que no puede
callar lo que ha visto y oído y no hay nada ni nadie que pueda impedir que el
mensaje se propague. A pesar de ese tormento continúa predicando, cada dos o
tres días le sacaban el candado para darle de comer. (A raíz de este tormento
es considerado en México protector contra las habladurías y chismes, para que
S. R. nos proteja de quienes hablan mal de nosotros y su maldad no nos llegue).
Ocho meses fue el tiempo que demoraron en juntar el dinero para poder
rescatarlo. Es decir que durante ocho meses Ramón sufrió este castigo, un
candado en su boca. Ocho meses en los que sintió la presencia maternal de María
que le decía: Hijo mío confía, estoy con vos.
Su vida, su ejemplo, su prédica, su entrega total a Dios y a los hermanos no
pasó inadvertida y es así que el Papa Gregorio IX lo promueve a la dignidad cardenalicia
en el año 1239. Sin embargo, no llegan a asumir este título.
Puesto en camino se dirige hacia el castillo de Cardona, pero el cansancio las
huellas del cautiverio, de las torturas físicas habían ido quebrantando su
salud y dándose cuenta de que su vida terrena llegaba a su fin, pide el viático
(la sagrada comunión). Como no se encontraba allí otro sacerdote, la Madre que
siempre estuvo a su lado llama a su Hijo, llama a Jesús, quien le trae la
sagrada comunión. El mismo Jesús se le da como alimento (por eso la iconografía
representa a San Ramón con una custodia en su mano).
Después de recibir la eucaristía inicia su viaje a la patria eterna, su
muerte ocurre el domingo 31 de agosto de 1240.
Apenas se conoció la noticia de su muerte comenzó a acudir la gente de todas
las comarcas y poblados para venerar y despedir los restos de este santo. Como
no se percibía signo de descomposición, sino que su cuerpo despedía un suave
aroma a rosas se lo veló durante 15 días y por las cuestiones humanas y de cariño,
comenzaron las disputas del lugar donde seria enterrado. La familia del Conde
de Cardona quería llevarlo al castillo; el pueblo y el clero pretendían que
fuera enterrado en a Iglesia y los religiosos de la Orden de la Merced lo
querían en su convento. Para dirimir esta cuestión se propuso poner sus restos
sobre una mula ciega, considerando que donde se detuviera sería el lugar que el
santo había elegido para quedarse. Y es así que al pasar por los llanos de
Bergús cerca de Cardona, la mula se detuvo y dio una vuelta, creyeron que era
el lugar (aquí se erigió un oratorio), pero siguió y llegando al paraje de Torá
se detuvo, dio otra vuelta y prosiguió. En este sitio se levantó una hermosa
cruz con un baldaquino y todo el pueblo seguía a la bestia orando y cantando.
Finalmente llega a la ermita de San Nicolás, lugar tan querido por él,
podríamos decir que vuelve al inicio, vuelve al lugar donde soñaron y anhelaron
su nacimiento. La mula dando tres vueltas en honor a la santísima Trinidad cayó
muerta con su preciada carga. Allí se construyó el santuario de San Ramón, que
aún hoy existe. La gente sigue la tradición de dar tres vueltas alrededor, al
llegar al lugar.
Su cuerpo permaneció incorrupto hasta la guerra civil española, cuando fue
destruido, conservándose hoy sólo una reliquia.
San Ramón Nonato, es un santo de una actualidad incuestionable en nuestro
tiempo, ya que nos invita a defender la vida en todas sus etapas.
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viernes, 31 de agosto de 2012
31 de Agosto - San Ramón Nonato
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