Buenas queridos hermanos en Cristo, aquí les mandamos los días 26º y 27º de este mes dedicado a Nuestra Santísima Madre, la Virgen María, les pedimos disculpas por el atraso, pero tuvimos problemas técnicos con internet y recién los he podido solucionar.
DÍA VEINTISÉIS (2/DIC)
Santificación del Domingo
CONSIDERACIÓN. – Dios nos ha ordenado consagrarle un día de cada semana y entregarnos al reposo, en memoria de Aquél que ha querido tomarlo, después de haber cumplido la obra de la Creación.
La Escritura Santa nos habla de la severidad con la cual los judíos guardaban el sábado, equivalente a nuestro domingo.
La Sagrada Familia fue en esto también un modelo de perfección cumplida.
¡Ay! en nuestra época, esta ley tan sabia, que tiene por objeto no solamente hacernos glorificar a Dios, sino también obligarnos a tomar un reposo necesario al cuerpo después de seis días de trabajo, es a menudo violada, aún entre los cristianos.
Si nos abstenemos de trabajar ¿hacemos del verdaderamente del domingo un día de plegarias? ¿Asistimos siempre a Misa o a los oficios religiosos?
Sin duda, Dios nos permite algunas honestas diversiones, pero a condición de que no se vuelvan las únicas ocupaciones de un día que es el suyo: Nos quejamos durante la semana de no tener tiempo para pensar en las cosas de Dios, salvo para cumplir los actos de la mañana, oraciones de la noche, etc. Que al menos el domingo sea empleado en una sola ocupación: la ocupación esencial para nosotros: la de nuestra salvación.
EJEMPLO. – Diocleciano había prohibido a los cristianos, bajo pena de muerte, asistir los domingos a los oficios divinos. No obstante, San Saturnino, Santa Victoria y muchos otros santos de África, no se dejaron atemorizar con estas amenazas.
Cuando se apoderaron de sus personas, los torturaron, los desgarraron, pero en medio de estos suplicios declararon con firmeza que la asistencia a los oficios del domingo era un deber indispensable y que quien lo descuidase, se hacía culpable de un crimen enorme.
En cuanto a nosotros, hagamos lo posible por cumplirlos. Jamás faltemos a las asambleas religiosas. Seamos fieles al precepto divino. ¡Deba nuestra fidelidad costarnos la vida!
Estos santos murieron en prisión, de las heridas recibidas, el año 304.
PLEGARIA DE SANTO TOMÁS DE AQUINO. - ¡Oh Bienaventurada y dulcísima Virgen María, Madre de Dios, Reina de los Ángeles, he aquí que yo me acojo en el seno de vuestra bondad, recomendándoos este día y todos los días de mi vida, mi cuerpo, mi alma, todas mis acciones, mis pensamientos, mis deseos, toda mi vida y el fin de mis días, a fin de que, por vuestra intercesión, ellos tiendan todos al bien, según la voluntad de Nuestro Señor Jesucristo. Así sea.
RESOLUCIÓN. – Santificaré el domingo asistiendo a los oficios y jamás bajo ningún pretexto me entregaré al trabajo.
JACULATORIA. – Oh María, vaso insigne de devoción, rogad por nosotros.
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DÍA VEINTISIETE (3/DIC)
Reforma de sí mismo
CONSIDERACIÓN. – La Santísima Virgen hacía cada día, grandes progresos en su virtud, de suerte que, cuando llegó al término de su existencia aquí abajo, era rica en méritos para el cielo.
Así debemos nosotros proceder.
Todos tenemos defectos que corregir, venimos al mundo con malas inclinaciones consecuencias del pecado original.
Alguno, es naturalmente vivo y colérico; otro, inclinado al descuido y pereza; aquél, se somete difícilmente a sus superiores; aquel otro, se siente inclinado a la malevolencia y envidia. Es necesario combatir resueltamente estos defectos y esforzarnos en reemplazar cada uno de ellos por la virtud opuesta. Hay algunos que se asustan, viéndose malos y que dicen: “Jamás podré corregirme y hacerme bueno”. Esto es un error enojoso, puesto que no estamos abandonados a nosotros mismos; Dios nos ha prometido su gracia para ayudarnos a conseguir nuestra salvación. Su gracia es todopoderosa y con su auxilio, los santos han llegado a tan grande perfección; ellos no valían más que nosotros, tenían sus defectos y a fuerza de luchar contra ellos mismos, se han hecho imitadores de Nuestro Señor Jesucristo.
EJEMPLO. – San Francisco de Sales, por naturaleza violento e irritable, llegó, a fuerza de combates, de esfuerzos perseverantes, a una dulzura inalterable. Sentía algunas veces las primeras efervescencias de la cólera, pero ni el menor signo aparecía al exterior. A las palabras desagradables, hasta injuriosas, que se le dirigían, respondía con caridad y afabilidad, dándonos así un gran ejemplo de lo que puede una voluntad enérgica, ayudada por la gracia todopoderosa del Señor.
PLEGARIA DE SAN EPIFANIO. – Socorredme, oh Madre de Dios, oh Madre de Misericordia, durante el curso de mi vida, alejad de mí los ataques de mis enemigos; en el momento de mi muerte, ponedme en el número de los santos y hacedme entrar en la gloria de vuestro Hijo. Así sea.
RESOLUCIÓN. – Combatiré el defecto por el cual estoy más dominado.
JACULATORIA. – Madre amable, rogad por nosotros.
Un abrazo en Jesús Misericordioso y María Santísima, en el amor del Espíritu Santo, bajo la protección paternal de San José y la mirada amorosa de Dios Padre
Familia Mobilia
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