María y los niños
María ama a los niños.
Uno se pregunta por qué el demonio y el mundo se encarnizan tanto con los niños y les tienden trampas espirituales y materiales. El crimen del aborto, por ejemplo, denota una crueldad diabólica. Y es que el diablo odia a los niños porque son las más fieles imágenes del Creador, pero también los odia porque son los predilectos de María, su Adversaria, y por eso el mundo de hoy, dominado cada vez más por el Maligno, asecha las almas y los cuerpos de los pequeños.
Tenemos que llevar a los niños a María, y a María a los niños, porque sólo la Virgen puede cuidar y educar a los pequeños en el amor a Dios y en el amor al prójimo, ya que la Virgen es la que mejor da a conocer a Dios, porque nadie como Ella conoce al Señor.
Hoy se trata de alejar a los niños, del Corazón de María, y esta es una espada quizás tan aguda como la que le profetizara el anciano Simeón, porque la Virgen sufre todavía, si bien no en su cuerpo porque está en la gloria, sí en el espíritu, por los hijos a los que se les aleja de Ella.
Llevemos a los niños a María, y Ella nos regalará tantas gracias en agradecimiento por esta acción, que no podremos contenerlas y deberemos desbordarnos y darlas a otros. Y no pensemos que sólo María nos bendecirá en lo espiritual, porque Ella también es la Providencia de Dios, y no dejará que pasemos necesidad, antes bien nos colmará de dones, también materiales, cuando éstos no sean un obstáculo a nuestra salvación y santificación.
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