Meditación
Meditemos en el siguiente texto de San Claudio de la Colombiere:
"Los golpes imprevistos no permiten muchas veces que uno aproveche de ellos, a causa del abatimiento y turbación que levantan en el alma; mas tened un poquito de paciencia, y veréis como Dios os dispone a recibir gracias muy grandes precisamente por aquel medio. Sin tales percances tal vez no habrías sido del todo malos, pero tampoco del todo buenos."
Y efectivamente Dios a veces utiliza los sufrimientos y contrariedades de la vida para hacernos más buenos, porque si todo nos fuera bien, seguramente nos estancaríamos en la vida espiritual, y hasta nos olvidaríamos que somos criaturas que dependen en todo de Dios.
En cambio, cuando sobreviene algún percance o sufrimiento, a veces nos lamentamos y lloramos. Pero dejemos que pase un poco el tiempo, y veremos cómo el Señor sabe consolarnos y hacernos crecer en lo espiritual.
Son las “podas” de Dios, que a veces hacen llorar. Quien por ejemplo pasea por los viñedos en época de poda, dirá: “Pero este viñador mató la vid”, de tanto como la ha podado. ¡Pero qué venga en tiempos de frutos, de uvas, y verá lo hermosa que está esa planta que parecía ya muerta! Así también el Señor a veces permite sufrimientos muy grandes en nuestra vida, que parecen que nos matan; pero los frutos que daremos, serán también muy grandes.
El estiércol se utiliza como abono para enriquecer la tierra y hacerla que sea más fértil. Pues bien, los males que nos abaten son como ese abono, que Dios utiliza para que produzcamos más frutos y seamos fértiles en la obra de Dios.
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