Jesús hoy
¡Cómo nos hubiera gustado haber vivido en
tiempos de Jesús, para verlo pasar por las calles, ver sus milagros, conversar
con Él y seguirlo, contarle nuestras penas y anhelos, recibir su consejo y
buscar consuelo en su Corazón misericordioso! Pero hemos nacido en esta época,
unos dos mil años después, y ya Jesús no está, se ha ido, ha ascendido a los
Cielos.
¿Entonces, las promesas que nos hizo Jesús de
quedarse con nosotros hasta el fin del mundo, y la dulce invitación de ir a Él
cuando estamos abatidos y agobiados, para recibir alivio, no las cumplió?
Sí que las cumplió, porque Jesús, verdadero
Dios y verdadero Hombre, que está glorioso en el Cielo, sentado a la derecha
del Padre, también se ha quedado misteriosamente en cada Sagrario de la tierra.
Jesús se quedó en la Eucaristía, en la Hostia Consagrada, y allí está realmente
presente como hace dos mil años.
Así que si queremos hablar y estar con Jesús
hoy, simplemente vayamos al Sagrario de una Iglesia, que allí está el Señor,
vivo y verdadero, dispuesto a consolarnos y a colmarnos de gracias y favores.
¡Qué hermoso sería si las iglesias estuvieran
abiertas día y noche, para ir a los pies de Jesús cuando lo necesitamos!, pues
para el dolor no hay momentos ni horas, sino que cuando sobreviene, uno
necesita un pecho amigo para refugiarse, para recibir consuelo, para llorar
junto al Amigo y tomar fuerzas para seguir en la lucha de la vida.
Pero no nos desanimemos, aunque en nuestra ciudad no haya una Capilla de Adoración Perpetua, recemos y hagamos sacrificios, para que el Señor nos haga ese regalo, en un tiempo no muy lejano. Hablemos con nuestro Sacerdote y ofrezcámonos para comenzar esta hermosa cruzada de que el Señor pueda estar disponible para la Adoración día y noche. ¡Qué maravilla!
¡No dejemos solo a Jesús! ¡No nos quedemos
solos nosotros en los momentos de aflicción! ¡Vayamos al encuentro del Señor
que nos está esperando día y noche, con los brazos abiertos y el Corazón en la
mano!
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