sábado, 15 de junio de 2013

El combate de la oración..¿Contra quién?.....


El combate de la oración, ¿contra quién?...

La oración es un don de la gracia y una respuesta decidida por nuestra parte. Supone siempre un esfuerzo. Los grandes orantes de la Antigua Alianza antes de Cristo, así como la Madre de Dios y los santos con Él nos enseñan que la oración es un combate. ¿Contra quién? 

Contra nosotros mismos y contra las astucias del Tentador que hace todo lo posible por separar al hombre de la oración, de la unión con su Dios. Se ora como se vive, porque se vive como se ora. El que no quiere actuar habitualmente según el Espíritu de Cristo, tampoco podrá orar habitualmente en su Nombre. El "combate espiritual" de la vida nueva del cristiano es inseparable del combate de la oración. (No. 2725 Catecismo)

"El demonio sabe que si te separa de la oración te estará finalmente separando de Dios, para hacerte suyo, pues te reclama como tal. Sabe que cada que inicias algo en las cosas de Dios tiene que hacer todo lo posible para que más pronto que tarde hacerte desistir y, así, ir acumulando triunfos que le permitan quedarse con tu alma, ganar finalmente el combate espiritual de tu vida."

Verlo análogo como en escena de telenovela donde están los protagonistas, un hombre y una mujer, que quieren unir sus vidas, pero hay una tercer persona, una mujer, aquella que no desea esa unión, pues reclama a ese hombre como suyo; comienza entonces a meter intriga, chismes, calumnia, coqueteo, y a hacer todo lo posible para que esa unión no se dé. Finalmente si esta mujer, el demonio, logra su cometido propiamente si serás de él, pues en la vida no hay mas que de dos sopas, o eres de Dios o eres del demonio el "Príncipe de este mundo" (Jn 12, 31)

Dos partes de esta relación en la oración, el don y la respuesta, Dios y tú, la gracia de Dios y tu acción volitiva, es decir, los actos de la fuerza de tu voluntad por tomar con decidida firmeza dicha relación con la intención de no dejarle. Más dos ingredientes esenciales clave para este combate contra quienes no desean que se de esa relación: perseverancia y constancia. Perseverancia que te permita levantarte cada vez que caigas herido en el combate, cada vez que dejes la oración; mas constancia para mantenerte firme y fiel en asiduo Encuentro con Él.
Pues de faltarte uno de estos ingredientes la relación es simplemente infecunda, tu oración no dará frutos, no hay victoria, no se logra el triunfo y el don se desperdicia. Es como si alguien te diera un billete de lotería que se sabe que es el ganador del premio mayor, y tu simplemente dejas de irle a cobrar, pues tal vez no te dio tiempo, o se te presentó algo, "alguna" razón que no te dejó aprovechar la oportunidad. Y eso que hago ejemplo con algo infinitamente más insignificante. ¡Qué será entonces del don de la oración!

Como aquel soldado que lucha en la batalla, y que de manera constante está disparando contra el adversario, no deja de disparar pues sabe que si lo hace dará oportunidad al enemigo que se acerque, dispara sin parar hasta que de momento es herido, digamos en un brazo, éste cae pero se repone y vuelve a ponerse desde su trinchera para seguir disparando de manera continua sin parar, nuevamente puede ser herido y caer, pero se vuelve a levantar hasta que no le quede un aliento de vida para seguir jalando del gatillo. Solo así, podrá salir victorioso, más si se deja de la primera o segunda herida, no persevera; mas si deja de disparar constantemente al enemigo, cuán fácil será su derrota. 

O como aquel boxeador que en el ring no deja de atestar golpes contra su adversario, es constante en su lucha, de repente puede ser noqueado y tirado sobre la lona, pero se vuelve a levantar, persevera, y sigue luchando intentado con mayor fuerza atinar golpes al enemigo, y aunque vuelva de ser noqueado, una y otra vez, él se levanta hasta que no le queden fuerzas para ya no hacerlo. Pero qué pasa si el boxeador en esa constancia y perseverancia en seguir en la lucha y asestar golpes al enemigo, en algún momento donde se percibe se está llegando al clímax, en los constantes golpes dados al adversario el otro está casi por caer, este boxeador del que estamos hablando desiste un poco, y deja de golpear, deja de ser constante pues se confía, el otro, retomará fuerzas y volverá, sí, y volverá con mayor rigor en su ataque.

Si en la oración se deja de ser constante, los enemigos toman mucho mayor fuerza para volver al ataque, y más difícil cada vez será el levantarte ante una caída; y al momento que llegues a perder la perseverancia, el no volver a tomar la oración, aquella cosa de Dios que iniciaste, le darás la victoria a estos dos enemigos: la concupiscencia (nuestra debilidad humana) y el demonio. Hermanos en Cristo no hacer que se vuelva inútil la gracia de Dios (Ga 2, 21), cree en este don de la gracia que proviene de Él y responde decididamente.

Se ora como se vive, porque se vive como se ora. Finalmente revisa tu vida, cómo se encuentra, cómo reaccionas, cómo actúas, cómo te ven, cómo se muestran ante ti, cómo se comportan ante ti, de qué se quejan de ti frecuentemente; limpia el cristal de la ventana de tu vida para que veas cómo estás orando, si estas o no orando bien, si estas sabiendo orar, si puedes orar mejor, o preguntarte: "de hacer oración ¿realmente estoy orando? o ¿qué estoy haciendo entonces?; y ¿cuántas veces he iniciado algo en las cosas de Dios? ¿Cuántas veces simplemente dejo lo iniciado? ¿Me aburro, me desespero, me desaliento, por “x” razón, siempre hay alguna que simplemente me hace desistir?". 

Saber que siempre podrás retomar aquello que iniciaste en las cosas de Dios, pues si has caído has por levantarte, ser perseverante en el Amor.

¡Ve tu vida, y sabrás si falta algo a tu oración!. O a lo mejor no te éstas viendo o dejando ver realmente cómo es tu vida. Vives aparentar en lo artificial más que mostrarte en lo natural.

Y recuerda que tenemos grandes y muy buenos intercesores y maestros en la oración, Jesucristo, su Santísima Madre la Virgen María y todos los santos, pongámonos bajo su protección y saldremos airosos en esta lucha contra nosotros mismos...





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