Cuando la Madre de Dios se le apareció a Lucía y a sus primos en Fátima, le
dijo lo siguiente: “Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te
conducirá hasta Dios”. El Corazón Inmaculado de María Santísima es entonces
“refugio” y “camino” que conduce a Dios.
¿Por qué es “refugio”?
Un refugio se utiliza cuando existe algún peligro inminente, desencadenado por
las fuerzas de la naturaleza, o por el mismo hombre. Por ejemplo, si alguien
asciende escalando una montaña muy alta, a medida que se acerca a la cima, las
tormentas de nieve son más frecuentes e intensas, y el peligro de quedar
sepultado por la nieve y morir por congelamiento se hace cada vez más real, por
lo que es necesario entrar en un refugio de montaña. Allí, el escalador
encuentra reparo frente al frío, puesto que puede encender un fuego en la
estufa, y además encuentra provisiones, que le impiden morir de hambre. Otro
refugio que salva la vida es el que se construye en los sótanos de las casas,
en lugares en donde, por ejemplo, son frecuentes los tornados y los huracanes.
Un refugio puede ser necesario también cuando es el mismo hombre el que
desencadena la violencia, dirigida contra sus propios hermanos: es el caso de
la guerra, en donde un refugio es el único lugar seguro contra las bombas que
se desprenden de los aviones.
De modo análogo, el Corazón Inmaculado de María Santísima es también refugio,
pero en un sentido más alto y superior que estos que hemos descripto, porque es
refugio para el alma, que se ve acosada por el peligro inminente de muerte
espiritual, frente a las múltiples acechanzas que sobre ella desencadenan los
enemigos temibles del alma, “las siniestras potestades de los aires”. El mundo,
el demonio y la carne, buscan sepultar al alma no bajo toneladas de nieve
helada, sino bajo el frío del desprecio y de la indiferencia al Amor de Dios,
que se dona sin reservas en cada Eucaristía; buscan arrasar y destruir, como si
de un furioso viento huracanado se tratara, con la vida de la gracia en el
alma, que cuando está en gracia se convierte en morada de la Santísima Trinidad
y en templo del Espíritu Santo. Los enemigos del alma tratan, por medio de los
impetuosos vientos de la impureza, de la rebelión, de la acedia y de la
codicia, destruir la morada de Dios, el alma en gracia, reduciéndola a la
desolación más absoluta.
Frente a esta oleada de impureza y de rebelión a Dios y a su Ley de
Amor, el Corazón Inmaculado de María es el refugio segurísimo que impide al
alma morir por el frío helado del odio a Dios, calentando el corazón del hombre
con el fuego ardiente del Amor de Dios que inhabita en su Corazón; el Corazón
de la Virgen es refugio indestructible, en el cual el alma se siente segura
porque no es alcanzada ni mínimamente por los furiosos vientos de la impureza,
el materialismo, el ateísmo, que conducen a la rebelión contra Dios. Por el
contrario, el alma que se refugia en el Inmaculado Corazón de María, solo
percibe la suave caricia de la ligera brisa refrescante, la gracia
santificante, que calma el ardor de las pasiones y purifica el amor humano para
elevarlo y dirigirlo, puro y santo, a Dios. Por este motivo, el Corazón
Inmaculado de María es el refugio seguro para el alma y la vida de la gracia.
El Corazón Inmaculado es camino seguro que conduce a Dios, porque hoy
en día se presentan al hombre múltiples caminos, todos ellos engañosos, porque
todos conducen a un lugar en donde no se encuentra Dios: son los caminos del
mundo, caminos que se presentan como anchos y atractivos y fáciles de andar, en
donde todo es risotada y carcajada fácil, porque no es necesaria la negación de
sí mismo, ni cargar la Cruz, ni seguir a Jesús. En los caminos mundanos, los
que el mundo ofrece, no hace falta luchar contra uno mismo; por el contrario,
lo único que hay que hacer es exaltarse a uno mismo y a todas sus pasiones, a
las cuales hay que satisfacer sin medida. Es un camino fácil, porque es en
descenso, pero finaliza en un abismo oscuro, en donde habita el Ángel caído, el
Príncipe de las tinieblas.
Por el contrario, el camino que es el Corazón Inmaculado de María, es
un camino difícil de recorrer, porque es estrecho y en subida, y además hay que
negarse a uno mismo, cargando la Cruz de cada día, en el seguimiento de Jesús
camino del Calvario. Es un camino doloroso, porque finaliza con la muerte del
hombre viejo, que es crucificado con Jesús en el Monte Calvario, pero a la vez
es un camino de alegría, porque este camino no finaliza en el Calvario, sino en
la Resurrección, cuando nace el hombre nuevo por la gracia santificante. Por
este motivo, el Corazón Inmaculado de María es el camino seguro que conduce
hasta Dios.
“Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá
hasta Dios”. Consagrarnos a la Virgen es entrar en su Inmaculado Corazón,
refugio y camino que nos conduce a la comunión de vida y de amor con Dios Uno y
Trino.
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