El Papa presidió la primera Adoración eucarística simultánea mundial
Lunes 3 Jun 2013 | 09:32 am
Ciudad del Vaticano (AICA): El papa Francisco presidió este domingo desde la Basílica de San Pedro del Vaticano la solemne Adoración Eucarística, a la que, en el marco de las celebraciones por el Año de la Fe, estaban llamadas a participar al mismo tiempo todas las diócesis del mundo, en sus respectivas catedrales. Con este acto, de una hora de duración, Francisco quiso, en calidad de cabeza de la Iglesia, ponerse al frente de un rezo global al unísono, en la primera iniciativa de este tipo que se hace en la Iglesia Católica, coincidiendo además con la celebración del 50 aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II.
El papa Francisco presidió este domingo desde la Basílica de San Pedro del Vaticano la solemne Adoración Eucarística, a la que, en el marco de las celebraciones por el Año de la Fe, estaban llamadas a participar al mismo tiempo todas las diócesis del mundo, en sus respectivas catedrales.
Con este acto, de una hora de duración, Francisco quiso, en calidad de cabeza de la Iglesia, ponerse al frente de un rezo global al unísono, en la primera iniciativa de este tipo que se hace en la Iglesia Católica, coincidiendo además con la celebración del 50 aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II.
A las 17, hora de Roma, el Papa entró en la basílica de San Pedro, que estaba conectada con otros templos católicos a través de Internet y de la señal televisiva por satélite.
El acto, al que estaban convocados los católicos de todos los rincones del planeta, tuvo como gran protagonista el silencio en el que se desarrollaron los rezos particulares de cada asistente, intercalados con distintas lecturas bíblicas que se recitaron con la música de fondo de un arpa.
Desde las Islas Cook a Reikiavik, pasando por Chile, Burkina Faso, Taiwán, Irak, Bangladesh, Estados Unidos o Filipinas, las diócesis se sincronizaron con la hora de la diócesis del Papa. El mismo Santo Padre propuso las intenciones de oración.
La primera fue: “Por la Iglesia, extendida en todo el mundo y recogida hoy en señal de unidad en la adoración de la Santísima Eucaristía. Que el Señor la haga cada vez más obediente a la escucha de su Palabra para presentarse ante el mundo siempre “más hermosa, sin mancha ni arruga, sino santa e inmaculada”. Que a través de su fiel anuncio, la Palabra que salva resuene aun como portadora de misericordia y haga que el amor se redoble para dar un sentido pleno al dolor y al sufrimiento, devolviendo alegría y serenidad”.
La segunda intención del papa Francisco fue: “Por aquellos que en los diversos lugares del mundo viven el sufrimiento de nuevas esclavitudes y son víctimas de la guerra, de la trata de personas, del narcotráfico y del trabajo “esclavo”; por los niños y las mujeres que padecen todas las formas de violencia.
¡Que su grito silencioso de ayuda encuentre a la Iglesia vigilante para que, teniendo la mirada puesta en Cristo crucificado no se olvide de tantos hermanos y hermanas dejados a merced de la violencia! Por todos aquellos que, además, se encuentran en la precariedad económica, sobre todo los desempleados, los ancianos, los inmigrantes, los que carecen de hogar, los presos y cuantos experimentan la marginación. ¡Que la oración de la Iglesia y su cercanía activa les consuelo y ayuda en la esperanza y fuerza y audacia en la defensa de la dignidad de la persona!”
Según explicó el presidente del Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización, monseñor Rino Fisichella, con este acto "histórico", encuadrado también en la celebración del Corpus Christi, se pretende dar muestra del carácter de "unidad" y "portadora de misericordia" hacia los más débiles que tiene la Iglesia.
"Hemos tenido una adhesión masiva a esta iniciativa que se ha extendido más allá de las catedrales y ha implicado a conferencias episcopales, parroquias, congregaciones religiosas, especialmente los monasterios de clausura, y las asociaciones", dijo Fisichella recientemente durante la presentación del acto.
El programa del acto, retransmitido en directo por televisión, contemplaba momentos de adoración silenciosa, cánticos, y una serie de breves lecturas bíblicas alternadas con oraciones escritas por los últimos papas, desde Pío XII a Benedicto XVI, pasando por Pablo VI, Juan XXIII y Juan Pablo II.+
Con este acto, de una hora de duración, Francisco quiso, en calidad de cabeza de la Iglesia, ponerse al frente de un rezo global al unísono, en la primera iniciativa de este tipo que se hace en la Iglesia Católica, coincidiendo además con la celebración del 50 aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II.
A las 17, hora de Roma, el Papa entró en la basílica de San Pedro, que estaba conectada con otros templos católicos a través de Internet y de la señal televisiva por satélite.
El acto, al que estaban convocados los católicos de todos los rincones del planeta, tuvo como gran protagonista el silencio en el que se desarrollaron los rezos particulares de cada asistente, intercalados con distintas lecturas bíblicas que se recitaron con la música de fondo de un arpa.
Desde las Islas Cook a Reikiavik, pasando por Chile, Burkina Faso, Taiwán, Irak, Bangladesh, Estados Unidos o Filipinas, las diócesis se sincronizaron con la hora de la diócesis del Papa. El mismo Santo Padre propuso las intenciones de oración.
La primera fue: “Por la Iglesia, extendida en todo el mundo y recogida hoy en señal de unidad en la adoración de la Santísima Eucaristía. Que el Señor la haga cada vez más obediente a la escucha de su Palabra para presentarse ante el mundo siempre “más hermosa, sin mancha ni arruga, sino santa e inmaculada”. Que a través de su fiel anuncio, la Palabra que salva resuene aun como portadora de misericordia y haga que el amor se redoble para dar un sentido pleno al dolor y al sufrimiento, devolviendo alegría y serenidad”.
La segunda intención del papa Francisco fue: “Por aquellos que en los diversos lugares del mundo viven el sufrimiento de nuevas esclavitudes y son víctimas de la guerra, de la trata de personas, del narcotráfico y del trabajo “esclavo”; por los niños y las mujeres que padecen todas las formas de violencia.
¡Que su grito silencioso de ayuda encuentre a la Iglesia vigilante para que, teniendo la mirada puesta en Cristo crucificado no se olvide de tantos hermanos y hermanas dejados a merced de la violencia! Por todos aquellos que, además, se encuentran en la precariedad económica, sobre todo los desempleados, los ancianos, los inmigrantes, los que carecen de hogar, los presos y cuantos experimentan la marginación. ¡Que la oración de la Iglesia y su cercanía activa les consuelo y ayuda en la esperanza y fuerza y audacia en la defensa de la dignidad de la persona!”
Según explicó el presidente del Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización, monseñor Rino Fisichella, con este acto "histórico", encuadrado también en la celebración del Corpus Christi, se pretende dar muestra del carácter de "unidad" y "portadora de misericordia" hacia los más débiles que tiene la Iglesia.
"Hemos tenido una adhesión masiva a esta iniciativa que se ha extendido más allá de las catedrales y ha implicado a conferencias episcopales, parroquias, congregaciones religiosas, especialmente los monasterios de clausura, y las asociaciones", dijo Fisichella recientemente durante la presentación del acto.
El programa del acto, retransmitido en directo por televisión, contemplaba momentos de adoración silenciosa, cánticos, y una serie de breves lecturas bíblicas alternadas con oraciones escritas por los últimos papas, desde Pío XII a Benedicto XVI, pasando por Pablo VI, Juan XXIII y Juan Pablo II.+
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