Si somos creyentes es porque tenemos fe…, y esa fe nos dice que existe un Dios creador de todo lo visible y lo invisible. Y a partir de aquí, y teniendo en cuenta que somos seres inteligentes a diferencia de los animales, nos salen al encuentro una serie de preguntas transcendentales, de las cuales unas tiene respuestas al alcance de nuestra mente y para encontrar la respuesta, a otras preguntas de las que nos formulamos, hemos de acudir a la fe, cosa que no todo el mundo tiene ni admite, pues para ellos dignos hijos herederos de la revolución francesa, solo le prestan tributo a la diosa razón. Por esto, por dirigirme solo a los creyentes, he escrito este párrafo a modo de introducción.
Partiendo de la base de que Dios nos ha creado, una de las primeras preguntas que uno se formula, es la de conocer las razones que Dios tuvo para crearnos, no solo a nosotros, sino también a nuestros hermanos mayores los ángeles. Por otro lado, si Dios, viviendo desde siempre en la eternidad, en la que pasado y futuro quedan absorbidos por el presente, sabía perfectamente que parte de los ángeles se iban a revelar y en cuanto a nosotros, que nuestros primeros padres iban también a sucumbir a la tentación de ofenderle a Él, condenándonos a todos sus descendientes a la pérdida de los dones preternaturales y a un perpetuo encadenamiento a satanás, ¿Por qué creó a los ángeles y a los hombres?
La clave de la respuesta a esta pregunta se encuentra en una palabra, que es la que define a Dios, porque Dios es amor y solo amor. Muy claramente así nos lo manifiesta San Juan evangelista (1Jn 4,16).
Y si la esencia de Dios es amor y solo amor, para conocer y comprender a Dios hemos amar a Dios, porque si amamos con pasión a Dios, cada vez lo conoceremos mejor y comprenderemos mejor que es lo que le mueve al Señor en sus actuaciones. El amor es la mayor y más potente fuerza que existe en la totalidad del universo, en los dominios de Dios que es todo lo visible y lo invisible, lo conocido y lo desconocido por nuestras pobres mentes, porque Él, es Dios y Él es el Todo de todo.
Dicho lo anterior y si lo aceptamos, nada tiene de extraño afirmar que Dios nos creó por razón de amor y no solo a nosotros sino a los ángeles y a toda la creación tanto material como inmaterial, por nosotros conocida o intuida su existencia y aquella que no es desconocida. Dios es amor y solo es el amor el que le mueve, sus razones son siempre de amor y si queremos alcanzarle algún día, después de abandonar este mundo, hemos de ser expertos en amarle a Él y a todo lo por Él creado, especialmente a nuestros semejantes.
Y si resulta que el amor es tan importante y es la clave de todo, nos conviene saber que es el amor y cuáles son sus características. Conocemos la existencia de tres virtudes esenciales y de otras más porque ellas son las que nos llevan a Dios y las tres más básicas, las enumeramos diciendo: Fe, esperanza y caridad (en este caso amor). Pero el amor no solo nos lleva a Dios como las demás, virtudes, si no lo que es más importante es ella, la que nos une a Dios. El amor es el inicio y el fin de los caminos que conducen a Dios.
Muchas son las definiciones que podemos reseñar sobre lo que es el amor, muchas de ellas pone énfasis en resaltar solo alguna de las varias cualidades del amor; para mí personalmente me encanta una de Jean Lafrance, que dice: “Amar es, en primer lugar, ser atraído, seducido y cautivado por el amor de Dios”.
A los efectos de esta glosa, más importante que definir el amor, es señalar las características que este tiene, pues a través de ellas, podemos darle contestación a las anteriores trascendentales preguntas de las que nos hemos ocupado antes. Son varias las características que identifican al amor. Las más importantes nos dicen que: el amor es entrega del amante al Amado y las entregas con llevan sacrificios que el amante acepta gustoso, por lo que el amor es sacrificio; el amor identifica o asemeja al amante con el Amado; el amor unifica al amante con Amado: el amor es reciprocidad entre los amantes, si la reciprocidad falla no se genera amor; el amor necesita libertad para generarse a nadie se le puede obligar a que ame en cumplimiento de una orden; el amor necesita compartir su felicidad, por su naturaleza el amor siempre tiene deseos de compartir con otros su felicidad; el amor es fuerte es el más fuerte de los sentimientos; el amor es eterno, porque el amor lo genera Dios y Él es eterno; el amor es fuego que abrasa, todo el que se acerca se abrasa gustosamente; el amor crea conocimiento y recíprocamente el conocimiento crea amor; el amor es ilimitado, como lo es el Señor que es quien lo genera; el amor es intimidad, para su desarrollo los amantes necesitan intimidad; el amor desea el contacto físico, esencialmente el amor humano, en el amor sobrenatural este contacto se da en la eucaristía: el amor destierra el temor, y así nos lo hace ver el apóstol San Juan (1Jn 4,19); el amor es pureza. Y otras características más, muchas veces unas derivadas de otras o como consecuencia de otras.
Visto lo referente al amor, y que Dios es amor y solo amor, es en el amor donde encontramos las razones de nuestra creación. Brot Etienne, autor francés de mediados del s. XVII escribe a este respecto diciéndonos: “Ese Dios trinitario, acostumbrado desde toda la eternidad a un amor interpersonal del pureza perfecta, ha sido, pues, totalmente desinteresado en su obra creadora, no pensando en modo alguno en Si mismo, en su recreo o en su satisfacción personal, sino únicamente en el bien y en el interés de sus criaturas a las que quiso dar todo lo que Él es y todo lo que tiene, excepto algo cuya importancia crecerá a raíz del pecado original; no les ha dado, ni les dará jamás, su inalienable naturaleza de Creador. Serán pues criaturas eternamente y se beneficiarán de Sus dones no por naturaleza, sino por la gracia”.
Para Edwards Leen: “El primordial propósito de la creación fue que la perfección infinita de Dios se pusiera de manifiesto en otros seres que debían de ser reflejo de su existencia y de su belleza. Entre estos seres tenía que haber algunos que fueran imágenes de la vida consciente de Dios, de su vida de conocimiento y amor.…. La grandeza y la felicidad de los seres inteligentes consiste en la fidelidad con que reflejan las perfecciones de Dios en sí mismos. De ahí se deriva que la gloria de Dios y la felicidad de la criatura fiel son materialmente, aunque no formalmente idénticas”. Y continua eeste autor diciéndonos en otra página de su libro “El Espíritu Santo”: “Su propósito al crear a los ángeles y a los hombres fue el de hacerles felices con su propia felicidad. No tienen más que admitir esa felicidad admitiendo a Dios en sus almas”.
El teólogo dominico español contemporáneo Royo Marín, fallecido hace pocos años, en su libro “Alabanzas de la Santísima Trinidad”, nos dice: “La razón de ser y el último porqué de la Creación universal es: La gloria de Dios, como fin último absoluto. Nuestra felicidad eterna, como fin último relativo. No hay más. Eso es todo”.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Por Juan del Carmelo
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