Fue solicitado por la Virgen en Fátima (donde el día profetizado para la aparición, el sol bailó ante la mirada de miles de personas incluyendo ateos que odiaban la Religión y donde Juan Pablo II puso en la corona de la Virgen, la bala destinada a asesinarlo, milagrosamente desviada por la mano maternal de María):
1. Confesarse ANTES (máximo 8 días) con la intención de reparación al Inmaculado Corazón de María (si uno se olvidó de la intención, y no está en pecado mortal, puede confesarse después del sábado pero lo antes posible, recordándola). La confesión requiere dolor de los pecados, conversión de corazón y propósito de enmienda.
2. Comulgar en estado de Gracia (si se está en pecado mortal, por ejemplo, por faltar a la Misa dominical, usar anticonceptivos o planificación familiar natural sin causa grave, para recuperarlo, basta confesarse antes de comulgar)
3. Rezar un misterio del Rosario (5 decenas) con ternura por nuestra Madre Inmaculada.
4. Rezarle a la Virgen 15 minutos adicionales meditando los misterios del Rosario (por lo menos Gozosos, Dolorosos y Gloriosos) con la intención de reparar.
Aclaraciones:
La Virgen prometió asistencia a la hora de la muerte pero esto no significa que debamos aprovecharnos de la generosidad de Jesús y dejar de luchar por la máxima santidad posible en cada momento de nuestra vida.
Recordar que seremos recompensados proporcional e infinitamente por cada acto de amor en cada momento.
Aún si hicimos la reparación durante 5 sábados, no quita que podamos reparar en cualquier momento las cinco formas en que es ofendido su Inmaculado Corazón:
1. Ataques contra la Inmaculada Concepción de María.
2. Ataques a su Perpetua Virginidad (siempre Virgen, antes, durante y después del parto).
3. Ataques a su Divina Maternidad y el rechazo de aceptarla como la Madre de toda la humanidad.
4. Por aquellos que tratan públicamente de implantar en los niños indiferencia, desprecio y aun odio por esta Madre Inmaculada.
5. Por aquellos que la insultan directamente en sus imágenes sagradas.
Historia
Esta devoción fue revelada por la Virgen María en Fátima a la Hermana Lucía el 10 de Diciembre de 1925 mientras estaba arrodillada en la capilla del Convento.
Nuestra Señora se le apareció con el Niño Jesús quien le dijo:
“Ten compasión del corazón de tu Santísima Madre. Éste está cubierto con espinas, con las cuales hombres ingratos lo hieren en cada momento y no hay nadie que las remueva con un acto de reparación.”
Nuestra Señora se mostró también sosteniendo un corazón rodeado con espinas agudas y le dijo:
"Mira, mi Corazón rodeado de espinas que los hombres ingratos, a cada momento, me clavan con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, haz algo por consolarme y dí, en mi nombre, que a todos aquéllos que durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la sagrada comunión, recen el rosario y me acompañen quince minutos meditando sus misterios con el fin de desagravarme, yo prometo asistirlos en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para su salvación".
Lucía le habló (a Jesús) de la confesión para los primeros sábados y preguntó si valía hacerla en los ocho días. Jesús contestó: "Sí; todavía con más tiempo, con tal que me reciban en estado de gracia y tengan intención de desagraviar al Inmaculado Corazón de María".
"He aquí hija mía, por que ante este Inmaculado Corazón ultrajado, se movió mi misericordia a pedir esta pequeña reparación, y, en atención a Ella, a conceder el perdón a las almas que tuvieran la desgracia de ofender a mi Madre. En cuanto a ti procura incesantemente con tus oraciones y sacrificios moverme a misericordia para con esas almas".
La intención de hacer esta reparación al Inmaculado Corazón de María puede ponerse al principio.
Carta de la Hermana Lucía explicando esta devoción
(1 Noviembre de 1927 a Doña María Miranda, su Madrina)
“Yo no se si tu ya sabes acerca de la devoción reparatoria de los cinco primeros Sábados al Inmaculado Corazón de María. Como todavía esta reciente, me gustaría inspirarte a practicarla, porque es pedida por Nuestra querida Madre Celestial y Jesús ha manifestado un deseo de que sea practicada. También me parece que serias muy afortunada querida madrina, no solo de saberla y de darle a Jesús la consolación de practicarla, pero también de hacerla conocida y abrazada por muchas otras personas.
Consiste de esto: Durante cinco meses en los Primeros Sábados, recibir a Jesús en la Sagrada Comunión, recitar un Rosario, mantener quince minutos de compañía a la Virgen mientras se meditan los misterios del Rosario, y hacer una confesión. La confesión se puede hacer unos pocos días antes, y si en esta confesión previa tu haz olvidado la intención (requerida), la siguiente intención se puede ofrecer, siempre y cuando en el Primer Sábado uno reciba la Sagrada Comunión en estado de Gracia, con la intención de hacer reparación por las ofensas en contra de la Santísima Virgen y las cuales afligen Su Inmaculado Corazón.
Me parece, querida Madrina, que somos afortunados de poder darle a nuestra querida Madre Celestial esta prueba de amor, porque nosotros sabemos que Ella desea que se le ofrezca esto.
En cuanto a mi, Yo reconozco que nunca estoy tan contenta como cuando llega el Primer Sábado. No es verdad que nuestra mas grande felicidad es pertenecerle completamente a Jesús y a María, y amarles a ellos y a ellos solamente, sin reserva?
Nosotros vemos esto claramente en las vidas de los santos... Ellos estaban contentos porque ellos amaban, y nosotros, mi querida madrina, nosotros tenemos que buscar amar como ellos lo hicieron, no solamente para disfrutar a Jesús, lo cual es lo menos importante "porque si no lo disfrutamos aquí abajo, nosotros lo disfrutaremos al arriba" pero para darles a Jesús y María la consolación de ser amados... y que a cambio de este amor ellos podrían salvar muchas almas."
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Aclaración respecto al título de este mensaje:
Muchos Santos, cuentan cómo pecadores empedernidos han sido salvados en la hora de su muerte por haber realizado ésta u otras devociones años atrás.
El título no es el problema, sino la incredulidad y desconfianza en la promesa de la Virgen.
Si bien es cierto que existe la libertad humana de rechazar a Dios hasta el momento final, imposible rechazarlo cuando se aparece la Virgen EN PERSONA y FRENTE A NUESTROS OJOS, alejando al maligno en sus últimos ataques, y llenándonos de paz y confianza en la Divina Misericordia.
Esto no es un cheque en blanco para pecar porque, después de la Misericordia, a la que sólo se accede en vida terrena, se aplica la Justicia: deberemos pagar hasta el último pecado sin reparar, en el Purgatorio, donde se sufre más que cualquier tormento en la tierra, y también deberemos rendir cuenta de todas las buenas obras que pudimos hacer y no hicimos por nuestro egoísmo, y de las almas que se hubieran perdido por las gracias desaprovechadas por nuestra tibieza, al no tratar de ser perfectos como nos pide Jesús.
Dios y los que están en nuestra libreta de direcciones, nos pedirán cuenta de no haber reenviado este mensaje de salvación.
Por favor, reenvíalo,
en reparación de las heridas,
que cada pecado causa en los Traspasados Corazones de Jesús y María:
¡ Jesús, la Virgen,
y miles de almas, que se salvarán gracias a Ud. y este mensaje,
se lo agradecerán
en la tierra y en el Cielo !
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