sábado, 6 de abril de 2013

Secretos para bien vivir



Secretos para bien vivir
Aprovechar el tiempo.
San Juan Bosco tiene una frase magistral: “Los ociosos, al final de la vida, experimentarán grandes remordimientos por el tiempo perdido.”
Y efectivamente para vivir bien, hay que saber aprovechar el tiempo, aprovecharlo para hacer el bien y lo que cada uno de nosotros debe hacer, porque pronto llega la muerte y ya no hay más tiempo.
¡Qué lástima que muchas personas se dediquen a “matar” el tiempo en pasatiempos inútiles, y no pocas veces pecaminosos! La vida es tan corta que hay que hacer deprisa el poco bien que uno pueda hacer, para merecer el Cielo y evitar el Infierno.
Ya lo dice el Señor en el Evangelio que sólo los esforzados entrarán por la puerta estrecha e irán por el camino angosto que lleva al Cielo, pues la mayoría va por el camino ancho de la pereza.
Los pecadores quieren aprovechar al máximo el tiempo para gozar y divertirse. Nosotros tratemos de aprovecharlo en hacer méritos para ganar el Cielo, pues sólo tenemos esta vida para hacerlo.
¡Fuera todas esas ideas de la reencarnación y cosas semejantes, que son un engaño del demonio para hacernos perder lastimosamente el tiempo, con la vana esperanza de vivir otra vida después; porque el único tiempo de que disponemos, es el de nuestra única vida en la tierra!
Esto no quiere decir que tengamos que “hacer y hacer”, sino que debemos dedicar su tiempo a cada cosa, realizando todo para la gloria de Dios, incluso las cosas comunes de cada día.

Pruebas de la vida
La vida es una prueba.
No sólo reflexionaremos que en la vida hay pruebas, sino que toda la vida sobre la tierra es una gran prueba, de la cual podemos salir bien o mal, salvados o condenados para siempre. Por eso ¡qué importante es que tengamos conciencia de esto, ya que si sabemos ver las cosas desde este punto de vista, entonces nos prepararemos a afrontar las pruebas de la vida lo mejor posible, apertrechados para el combate, armados contra el desaliento y el desánimo, que tantos estragos hacen en muchas almas.
La Virgen ha dicho en uno de sus mensajes que la vida humana es como una gran sala de espera, en que los hombres esperamos para entrar a la verdadera vida, al más allá, porque la muerte es sólo un paso de lo temporal a lo eterno.
Siendo las cosas así, tenemos que ver todos los acontecimientos del mundo y de nuestra vida, a la luz de estas verdades que nos dicen que esto no es lo definitivo, sino que lo definitivo viene después de la muerte, y será premio o castigo de lo que hayamos hecho o no en este mundo.
Por eso es importante no juzgar a nadie, no decir “éste es un fracasado”, o decir: “éste es un triunfador”, porque no sabemos qué será ese hombre en la eternidad, y el que ahora parece un fracasado, quizás en el más allá sea uno de los triunfadores eternos.
El ejemplo de esto que decimos lo tenemos claramente en Jesucristo, Nuestro Señor, que en la tierra y para una buena parte de los hombres, terminó sus días en un fracaso rotundo. Sin embargo no hay mayor triunfador que Jesús.
Las pruebas durante la vida vendrán antes o después, pero vendrán, porque este mundo está dominado por el Maligno, que pone trampas y sufrimientos a los elegidos y a los demás hombres.


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