Cierto es que además de estas 28 glosas que llevo escritas y publicadas sobre la fe, en más de una y en libros y otros escritos míos, he sido reiterativo, en citas, aseveraciones y pensamientos sobre la fe, de lo cual no me arrepiento, porque nuestras mentes son muy ligeras y necesitan que se les repita todo, para ir asimilando, lo que lee. Esto nos pasa a todos y a mí me justifica, para ser reiterativo y tratar de lograr que el día de mañana todos nos encontremos en el cielo.
La fuerza de la reiteración es tal, que frecuentemente en política se oye decir, que:Una mentira dicha cien veces se termina convirtiendo en una verdad. Esto desde luego es un gran sofisma, que los políticos de cada bando le atribuyen la autoría de este sofismo a un destacado miembro del bando contrario. Unos se la atribuyen a Stalin, y otros a Goebbels, según uno sea comunista o no. Desde luego la reiteración en la vida espiritual es buena y querida por Dios, a Dios le gusta que le reiteremos en la oración, hay tenemos por ejemplo el que nos puso el Señor en la parábola del juez inicuo. Pero como esto no es el tema de esta glosa, vallamos a lo nuestro.
Fiel y fidelidad son dos términos que nos aluden a una virtud, plenamente relacionada con el tiempo. Tanto la perseverancia como la fidelidad son dos términos complementarios, vinculados al factor tiempo. Fidelidad expresa la condición de ser fiel, y ser fiel equivale, cuando se trata de personas, a ser exacto o igual a alguien. Ser fiel a Ti Señor, es tratar de asemejarse a Ti, y para semejarse a Ti, hay que amarte, pues como dice San Juan de la Cruz, el amor asemeja, y Tú eres amor y nada más que amor (1Jn 4,16).. Pero la fidelidad necesita una proyección en el tiempo, y es entonces cuando surge el término perseverancia.
El hombre de todas las épocas ha estimado mucho la fidelidad, sobre todo como esencia de sus ejércitos. Un soldado que no es fiel a su juramento y no le da su debida fidelidad a su patria, es reo de crimen, mucho más en épocas de guerras. Una persona consagrada que no es fiel a sus votos es también reo del quebrantamiento de sus votos. El tiempo de la fidelidad puede ser parcial pero generalmente comprende todo el periodo de una vida. En materia espiritual, resultaría absurdo decirle al Señor: Soy fiel cumplidor de tus mandamientos, pero solo por un periodo de cinco años. En materia de nuestra vida espiritual y relaciones con el Señor, Él lo pide todo y es todo el tiempo de nuestra vida en este mundo el periodo de tiempo en que tenemos que ser fieles a su amor. Si de verdad deseamos ser fieles al Señor, tomemos ejemplo de nuestros perros.
Pero si carecemos de fe, ya lo hemos escrito más arriba: Apaga y vámonos. Por ello la fidelidad en la fe es esencial. Es por ello que el Señor nos dejó dicho: “Quien es fiel en lo pequeño, también lo es en lo grande”. (Lc 16,10). Nuestra fe puede ser grande o pequeña, pero aunque sea pequeña, si somos fieles a ella y perseveramos, terminará por hacerse grande. Siempre he pensado y comprobado en mis propias carnes, que la fe no es una categoría absoluta y nadie puede decir honradamente tengo o no tengo fe, porque las categorías del tamaño de la fe que una persona pueda tener varia extraordinariamente. Nadie puede decir, he alcanzado un buen grado de fe y desde ahora yo ya no tengo porque preocuparme de este tema. ¡Insensato! no sabes que satanás, tal como nos dice San Pedro, es un león rugiente que continuamente está dando vueltas buscando a quien devorar. Nadie escapa a las dudas de fe, hoy mismo en una comparecencia del papa Francisco, suprimiré lo de primero tal como a él le gusta, manifestaba en un video que hasta el mismo había tenido dudas de fe.
Las dudas de fe en contra de lo que se pueda suponer son una buena cosa, porque estos ataques demoniacos a nuestra fe, nos hacen pensar dos cosas importantes: si el demonio se está ocupando de mí es que mi vida espiritual le molesta. El demonio nunca pierde tiempo ni la ocasión, por lo que nunca se le ocurre trabajar en balde creándole dudas de fe a un no creyente. Y la segunda es que si vencemos las dudas, hemos aumentado nuestra gloria, costa del demonio, pero no por ello pensemos que él se da por vencido y tira la toalla, volverá siempre a la carga aunque de distinta forma por distintos caminos. Nuestra gran aliada es la divina gracia que si la pedimos, nunca nos faltará.
“El fraile dominico Bonaventure, Perquin, escribe diciéndonos: “Todas las pruebas que componen la gran prueba en que consiste la vida misma, nos ponen de manifiesto que la única seguridad es nuestra fe en el poder del Padre y en su amor misericordioso, en su sabiduría y en su providencia, Dios es siempre fiel, incluso hasta cuando parece que nos desposee de toda nuestra seguridad natural”. Desde luego que es en la fidelidad de Dios donde hemos de apoyar nuestra fidelidad a Dios. San Pablo en su segunda epístola a Timoteo, escribe: “Verdadera es la palabra: Que si padecemos con Él, también con Él viviremos. 12 Si sufrimos con Él, con Él reinaremos. Si le negamos, también Él nos negará. 13 Si le fuéramos infieles, Él permanecerá fiel, que no puede negarse a sí mismo”.(2Tm 2,11-13).
El papa Juan Pablo II, en una de sus múltiples viajes, concretamente en uno a México, dijo: “Toda fidelidad debe de pasar por la prueba más exigente: la duración... Es fácil ser coherente por un día o algunos días. Difícil e importante es ser coherente toda la vida. Es fácil ser coherente en la hora de la exaltación, difícil serlo en la hora de la tribulación. Y solo puede llamarse fidelidad a una coherencia que dura toda una vida”.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
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