Domingo de Resurrección (domingo final de Semana Santa)
La resurrección de Jesús es el hecho más importante de toda la Historia de la Salvación. Es un asunto fundante -en él esta fundada nuestra fe- y fundamental -sin Resurrección sería absurda, y no tendría razón de ser nuestra fe-.
Si Cristo no hubiera resucitado, la Iglesia no podría anunciar ninguna Buena Noticia de salvación para nadie. San Pablo lo afirma claramente: “Si Cristo no fue resucitado, nuestra predicación ya no contiene nada ni queda nada de lo que creen ustedes…. Y… ustedes no pueden esperar nada de su fe…. Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos…” (1Co 15, 14; 17; 20).
La Resurrección de Jesús es una VERDAD, a la que de ninguna manera debemos renunciar si nos llamamos cristianos.
La Resurrección de Jesús es una VERDAD, a la que de ninguna manera debemos renunciar si nos llamamos cristianos.
Los apóstoles de Jesús comenzaron su predicación anunciando este hecho indiscutible: Jesús de Nazaret, quien fue clavado en una cruz y sepultado RESUCITÓ. Todo su mensaje giró en torno de esta noticia; hoy la Iglesia también centra todo su trabajo apostólico en JESÚS RESUCITADO. A partir de esta VERDAD, se realiza la evangelización, hace dos mil años y hasta nuestros días.
La VERDAD DE FE, toma en cuenta estas cuatro afirmaciones:
1. La resurrección de Jesús no es una vuelta a su vida anterior, para volver a morir de nuevo. Jesús entra en la vida definitiva de Dios; es “exaltado” por Dios (Hch 2,23); es una vida diferente a la nuestra. (Rm 6, 9-10)
2. Jesús resucitado no es una “alma inmortal”, ni un fantasma. Es un hombre completo, con cuerpo, vivo, concreto, que ha sido liberado de la muerte, del dolor, de las limitaciones materiales, con todo lo que constituye su personalidad.
3. Dios interviene, no para volver a unir el cuerpo y el alma de Jesús, sino que ocurre un nuevo prodigio, una intervención creadora de Dios. El Padre actúa con su fuerza creadora y poderosa, levantando al muerto Jesús a la vida definitiva y plena.
4. No se trata de que Jesús resucitó “en la fe” de sus discípulos, o “en su recuerdo”. Es algo que aconteció verdaderamente en el muerto Jesús y no en la mente o en la imaginación. Jesús realmente ha sido liberado de la muerte y ha alcanzado la vida definitiva de Dios.
En la Misa dominical este pasaje se recuerda de una manera especial. Se enciende el Cirio Pascual que representa la luz de Cristo resucitado y que permanecerá prendido hasta el día de la Ascensión, cuando Jesús sube al Cielo.
Este día de resurrección es alegre pero triste para los Cofrades, alegre por la manifestación de la resurrección que sustenta la religión y triste porque la Semana Santa finaliza.
Es un día agridulce para multitud de fieles, por un lado celebran su fé y por otro dan por concluidas unas fiestas de gran emoción. La manera de celebrar esta despedida difiere mucho de una comunidad a otra. En general, suelen reunirse todos los cofrades que han desfilado a lo largo de estos días, y las muestras son de alegría por un Cristo resucitado.
Se realizan diversas procesiones religiosas, en muchas ciudades como colofón de las fiestas desfilan representaciones de todas las cofradías, las procesiones de este día están llenas de color y alegría. Se mezclaran en los pasos capirotes de todos los colores que han desfilado a lo largo de la semana.
En algunas ciudades los nazarenos van vestidos de blanco hoy y reparten chocolatinas a los niños, como hemos podido comprobar a lo largo de la semana, cada comunidad tiene su propio toque en las procesiones, que les hace diferentes y únicas.
Hay pocas procesiones en el día de hoy…tampoco suele congregarse mucha gente porque en muchas ciudades comienzan a preparar las calles para volver a la rutina diaria, se recogen las sillas que se utilizaban para ver los pasos, se arreglan los balcones…las procesiones que hay suelen hacerse por la mañana y tienen el sabor de despedida de las fiestas y la vuelta a la tranquilidad.
Tras las últimas procesiones es habitual ir a disfrutar de la gastronomía propia de la ciudad en la que nos encontramos, y de las últimas torrijas hasta el año siguiente. Lo mismo sucede con la tradición de los huevos de Pascua, desde el jueves es habitual comprarlos.
Uno de los aspectos interesentes de esta festividad, es el gastronómico, ya que dependiendo de la comunidad en la que nos encontremos podemos probar distintas especialidades culinarias que sólo se elaboran en estas fechas y tienen un sentido para con la festividad. Una de estas tradiciones es la elaboración de los Huevos de Pascua.
La tradición de los huevos de Pascua va asociada a la imagen del conejo de Pascua que también tiene su peculiar leyenda: Ésta cuenta la historia de una mujer que pintaba huevos para sus hijos en la Pascua. Una vez decidió esconderlos en el jardín en distintos nidos. Cuando los niños encontraron los huevos, un conejo saltó del nido. Entonces, ellos pensaron que el conejo les había traído los huevos y así comenzó la historia.
Esta imagen se transmitió a los Estados Unidos por los inmigrantes alemanes que llegaron al Pennsylvania Dutch Country durante el siglo XVIII. Los niños creían que si se portaban bien, el Oschter Haws, que era el nombre que daban al conejito, pondría huevos de colores. Construían nidos en lugares apartados o escondidos de la casa, el granero o el jardín, para que éste pusiera sus huevos. Más tarde empezaría la tradición de construir elaboradas cestas para poner los huevos.
Sea o no verdad, los huevos, en todas las culturas, han representado el nacimiento de la nueva vida, la alegría, el renacer. De ahí que se adecúan perfectamente al sentido que este día tiene para los católicos.
Además, todo esto no es nuevo, la imagen del conejo tiene su origen en las celebraciones anglosajonas pre-cristianas… El conejo, un animal muy fértil, era el símbolo terrenal de la diosa Eastre, a quien se le dedicaba el mes de abril.
Esto unido al significado de los huevos, y el hecho de que se utilizaban éstos como moneda de pago en la Edad Medieval en estas fechas, es lo que ha dado lugar a la extraña conjunción del conejo de Pascua.
Como curiosidad comentar que el Domingo de Resurrección es el culpable de que los domingos sean los que se consideran festivos y de descanso en la semana, ya que como es una fiesta clave del calendario litúrgico, en los primeros siglos del cristianismo, gracias a ella se cambió el día dedicado al descanso y a la alabanza a Dios nuestro creador, del Sábado al Domingo. En la religión judía en cambio, como no se reconoce la resurrección de Cristo, el día festivo sigue siendo el Sabbath o sábado.
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