DÍA VEINTIOCHO (4/DIC)
Perdón de las injurias
CONSIDERACIÓN. –
Nuestro Señor Jesucristo iba a morir en la cruz, sufría horribles torturas; sus
manos y pies se hallaban perforados por los clavos de la crucifixión; veía a
María, su santa Madre, en pie, ante la cruz, sumergida en el más profundo
dolor; sus enemigos le injuriaban y se regocijaban de su suplicio. Acaba de
prometer el Paraíso al buen Ladrón, escuchémosle ahora dirigir al Cielo sus más
ardientes súplicas: “Padre mío, perdónalos, exclama, porque no saben lo que hacen”.
¡Qué lección para nosotros que somos sus discípulos y sus hijos! Encontramos en
el curso de nuestra vida, a personas que no nos quieren, que nos desean el mal
y que nos lo hacen realmente; la naturaleza sufrirá, el pensamiento de
vengarnos por nuestros actos o palabras nos vendrá, puede ser, a la mente;
pero, somos cristianos y debemos perdonar, más aun, amar a nuestros enemigos.
Volvamos los ojos al crucifijo: Jesús es nuestro modelo. Él ha hecho más que
perdonar a sus enemigos, ha rogado por ellos y María ha llevado su heroísmo
hasta perdonar, Ella también, a los verdugos de su divino Hijo.
EJEMPLO. – Un pobre
negro, que había abrazado el cristianismo, ganó por comportamiento, la gracia y
confianza de su amo.
Un día que éste
deseaba comprar una veintena de esclavos, se dirigió al mercado con su fiel Tom
y le ordenó elegir buenos obreros. Con gran sorpresa del plantador, Tom le
presentó un anciano inútil, que el amo no aceptó sino de obsequio. Cuando
llegaron a las plantaciones, el buen negro no cesó de prodigar al anciano los
más tiernos cuidados. Lo alojó en su cabaña y lo hizo comer con él. Si tenía
frío, Tom lo conducía al sol, si se quejaba del calor, lo hacía sentar a la
sombra de los cocoteros. Sorprendido de este apego, el amo deseó conocer la causa.
-¿Es tu padre?, le
preguntó.
-No, amo; no es mi
padre.
-¿Es algún hermano
mayor que tú?
-No, no es un
hermano mío.
¿Es algún tío u
otro de tus parientes? porque no es posible que cobres tan gran amistad hacia
un hombre completamente extraño.
-No, mi amo; no es
pariente mío ni siquiera amigo.
-Explícame, pues,
por qué le prodigas tantas consideraciones.
-¡Es mi enemigo!,
respondió el esclavo; él me ha vendido a los blancos en las costas de África,
pero no puedo odiarlo, porque el Padre misionero me ha dicho: “Si tu enemigo
tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber”.
PLEGARIA DE SAN
BUENAVENTURA. – Nosotros dirigimos hacia Vos, oh María, suspiros llenos de
fervor y Os suplicamos con tierno amor: destruid todo el mal que nuestros pensamientos
perversos hayan podido producir. Así sea.
PROPÓSITO. – Perdonaré gustoso a los que me han
perjudicado y les prestaré servicios cuando llegare la ocasión.
PLEGARIA DE SAN
BERNARDO, PARA TODOS LOS DÍAS. – Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María, que
jamás se ha oído decir que ninguno de aquellos que han acudido a vuestra
protección e implorado vuestro socorro, haya sido abandonado. Animado con tal
confianza, acudo a Vos ¡oh dulce Virgen de las vírgenes! me refugio a vuestros
pies, gimiendo bajo el peso de mis pecados. No despreciéis, ¡oh Madre del
Verbo!, mis humildes plegarias; antes bien, oídlas benignamente y cumplidlas.
Así sea.
JACULATORIA. – Oh
María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos.
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