CAPÍTULO
IX
De la obediencia y sujeción
Ventajas de la obediencia:
Gran cosa es estar en obediencia,
vivir debajo de un superior, y no ser suyo propio: mucho más seguro es estar en
sujeción que en mando. Muchos están en obediencia más por necesidad que por
amor; éstos tienen trabajo, fácilmente murmuran, y nunca tendrán libertad de
alma, si no se sujetan por Dios de todo corazón. Anda por acá y por allá, que no
hallarás descanso sino en la humilde sujeción al superior. La estimación y mudanza del lugar a muchos engañó.
Oigamos el parecer de otros:
Verdad es que cada uno se rige de
buena gana por su parecer, y es más inclinado a los que concuerdan con él: mas
si Dios está entre nosotros, necesario es que dejemos algunas veces a nuestro
parecer por el bien de la paz. ¿Quién es tan sabio que lo sepa todo
enteramente? Pues no quieras confiar demasiado en tu sentido, mas oye de buena
gana el parecer de otros. Y si tu parecer es bueno y lo dejas por Dios y sigues
el de otro, más aprovecharás de esta manera.
Muchas veces he oído decir que es
más seguro oír y tomar consejo que darlo. Bien puede también acaecer que sea
bueno el parecer de uno; mas no querer sentir con los otros, cuando la razón o
las circunstancias lo piden, es señal de soberbia y pertinacia.
CAPÍTULO
X
Que se debe evitar la demasía de palabras
Hablemos poco:
Evita cuanto pudieres el ruido de
los hombres: que de verdad mucho estorba el tratar de las cosas del siglo,
aunque se digan con buena intención, porque presto somos mancillados y cautivos
de la vanidad. Muchas veces quisiera haber callado, y no haber estado entre hombres.
Hablamos mucho, porque buscamos consuelo en los hombres:
Pero ¿cuál es la causa que tan de
gana hablamos, y platicamos unos con otros, viendo cuán pocas veces volvemos al
silencio sin daño de la conciencia? La razón es, que por el hablar buscamos ser
consolados unos de otros, y deseamos aliviar el corazón fatigado de
pensamientos diversos; y tomamos placer en pensar y hablar de las cosas que
amamos, o nos son contrarias.
Si conviene hablar, sea de cosas que edifiquen:
Mas, ¡ay dolor!, que esto se hace
muchas veces vanamente y sin fruto; porque esta consolación exterior es de gran
detrimento a la interior y divina. Por eso, velemos y oremos, no se nos pase el
tiempo en balde. Si se puede y conviene hablar, sea de cosas edificantes. La
mala costumbre, y la negligencia en aprovechar, ayuda mucho a la poca guarda de
nuestra lengua; pero nos servirá de mucho, para nuestro espiritual
aprovechamiento la devota plática de cosas espirituales, especialmente cuando
muchos de un mismo espíritu y corazón se juntan en Dios.
CAPÍTULO
XI
Cómo se debe adquirir la paz, y del celo de
aprovechar
No tenemos paz porque somos esclavos de nuestros deseos:
Mucha paz tendríamos, si no
quisiésemos mezclarnos en los dichos y hechos ajenos que no nos pertenecen. ¿Cómo
quiere estar en paz mucho tiempo el que se mezcla en cuidados ajenos, y se
ocupa de cosas exteriores, y dentro de sí poco o tarde se recoge?
Bienaventurados los sencillos, porque tendrán mucha paz.
¿Cuál fue la causa porque muchos
Santos fueron tan perfectos y contemplativos? Porque procuraron mortificarse
totalmente en todos sus deseos terrenos; y por eso pudieron con lo íntimo del
corazón allegarse a Dios y ocuparse libremente de sí mismos. Nosotros nos
ocupamos mucho de nuestras pasiones y tenemos demasiado cuidado de las cosas
transitorias. Y como pocas veces vencemos un vicio perfectamente, no nos
alentamos para aprovechar cada día en la virtud; por esto permanecemos tibios y
aun fríos.
Si estuviésemos perfectamente
muertos a nosotros mismos, y libres en lo interior, entonces podríamos gustar
las cosas divinas y experimentar algo de la contemplación celestial. El total,
y el mayor impedimento es, que no estando libres de nuestras inclinaciones y
deseos, no trabajamos por entrar en el camino de los Santos. Y cuando alguna
adversidad se nos ofrece, muy prestos nos desalentamos y nos volvemos a las
consolaciones humanas.
Celo por el aprovechamiento espiritual:
Si nos esforzásemos más en la
batalla peleando como fuertes varones, veríamos sin duda la ayuda del Señor que
viene desde el cielo sobre nosotros; porque siempre está dispuesto a socorrer a
los que pelean y esperan en su gracia, y nos procura ocasiones de pelear para
que alcancemos la victoria. Si solamente en las observancias exteriores
ciframos el aprovechamiento de la vida religiosa, presto se nos acabará nuestra
devoción. Pongamos la segur a la raíz, para que libres de las pasiones,
poseamos pacíficas nuestras almas.
Nuestro aprovechamiento debe crecer siempre:
Si cada año desarraigásemos un
vicio, presto seríamos perfectos; mas al contrario experimentamos muchas veces,
que fuimos mejores y más puros en el principio de nuestra conversión que
después de muchos años de profesos. Nuestro fervor y aprovechamiento cada día
debe crecer; mas ahora se estima por mucho perseverar en alguna parte del
fervor primitivo. Si al principio hiciésemos alguna resistencia, podríamos
después hacer las cosas con ligereza y gozo. Cosa grave es dejar la costumbre;
pero más grave es ir contra la propia voluntad; mas si no vences las cosas
pequeñas y ligeras, ¿cómo vencerás las dificultosas? Resiste en los principios
a tu inclinación, y deja la mala costumbre, para que no te lleve poco a poco a
mayores dificultades. ¡Oh si supieses cuánta paz gozarías en ti mismo, y cuánta
alegría darías a los demás obrando el bien!; yo creo que serías más solícito en
el aprovechamiento espiritual.
Continúa....
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