domingo, 29 de abril de 2012

IMITACIÓN DE CRISTO - 4° Entrega


CAPÍTULO IX

De la obediencia y sujeción

Ventajas de la obediencia:
Gran cosa es estar en obediencia, vivir debajo de un superior, y no ser suyo propio: mucho más seguro es estar en sujeción que en mando. Muchos están en obediencia más por necesidad que por amor; éstos tienen trabajo, fácilmente murmuran, y nunca tendrán libertad de alma, si no se sujetan por Dios de todo corazón. Anda por acá y por allá, que no hallarás descanso sino en la humilde sujeción al superior. La estimación y  mudanza del lugar a muchos engañó.

Oigamos el parecer de otros:
Verdad es que cada uno se rige de buena gana por su parecer, y es más inclinado a los que concuerdan con él: mas si Dios está entre nosotros, necesario es que dejemos algunas veces a nuestro parecer por el bien de la paz. ¿Quién es tan sabio que lo sepa todo enteramente? Pues no quieras confiar demasiado en tu sentido, mas oye de buena gana el parecer de otros. Y si tu parecer es bueno y lo dejas por Dios y sigues el de otro, más aprovecharás de esta manera.
Muchas veces he oído decir que es más seguro oír y tomar consejo que darlo. Bien puede también acaecer que sea bueno el parecer de uno; mas no querer sentir con los otros, cuando la razón o las circunstancias lo piden, es señal de soberbia y pertinacia.

CAPÍTULO X

Que se debe evitar la demasía de palabras

Hablemos poco:
Evita cuanto pudieres el ruido de los hombres: que de verdad mucho estorba el tratar de las cosas del siglo, aunque se digan con buena intención, porque presto somos mancillados y cautivos de la vanidad. Muchas veces quisiera haber callado, y no haber estado entre hombres.

Hablamos mucho, porque buscamos consuelo en los hombres:
Pero ¿cuál es la causa que tan de gana hablamos, y platicamos unos con otros, viendo cuán pocas veces volvemos al silencio sin daño de la conciencia? La razón es, que por el hablar buscamos ser consolados unos de otros, y deseamos aliviar el corazón fatigado de pensamientos diversos; y tomamos placer en pensar y hablar de las cosas que amamos, o nos son contrarias.

Si conviene hablar, sea de cosas que edifiquen:
Mas, ¡ay dolor!, que esto se hace muchas veces vanamente y sin fruto; porque esta consolación exterior es de gran detrimento a la interior y divina. Por eso, velemos y oremos, no se nos pase el tiempo en balde. Si se puede y conviene hablar, sea de cosas edificantes. La mala costumbre, y la negligencia en aprovechar, ayuda mucho a la poca guarda de nuestra lengua; pero nos servirá de mucho, para nuestro espiritual aprovechamiento la devota plática de cosas espirituales, especialmente cuando muchos de un mismo espíritu y corazón se juntan en Dios.

CAPÍTULO XI

Cómo se debe adquirir la paz, y del celo de aprovechar

No tenemos paz porque somos esclavos de nuestros deseos:
Mucha paz tendríamos, si no quisiésemos mezclarnos en los dichos y hechos ajenos que no nos pertenecen. ¿Cómo quiere estar en paz mucho tiempo el que se mezcla en cuidados ajenos, y se ocupa de cosas exteriores, y dentro de sí poco o tarde se recoge? Bienaventurados los sencillos, porque tendrán mucha paz.
¿Cuál fue la causa porque muchos Santos fueron tan perfectos y contemplativos? Porque procuraron mortificarse totalmente en todos sus deseos terrenos; y por eso pudieron con lo íntimo del corazón allegarse a Dios y ocuparse libremente de sí mismos. Nosotros nos ocupamos mucho de nuestras pasiones y tenemos demasiado cuidado de las cosas transitorias. Y como pocas veces vencemos un vicio perfectamente, no nos alentamos para aprovechar cada día en la virtud; por esto permanecemos tibios y aun fríos.
Si estuviésemos perfectamente muertos a nosotros mismos, y libres en lo interior, entonces podríamos gustar las cosas divinas y experimentar algo de la contemplación celestial. El total, y el mayor impedimento es, que no estando libres de nuestras inclinaciones y deseos, no trabajamos por entrar en el camino de los Santos. Y cuando alguna adversidad se nos ofrece, muy prestos nos desalentamos y nos volvemos a las consolaciones humanas.
Celo por el aprovechamiento espiritual:
Si nos esforzásemos más en la batalla peleando como fuertes varones, veríamos sin duda la ayuda del Señor que viene desde el cielo sobre nosotros; porque siempre está dispuesto a socorrer a los que pelean y esperan en su gracia, y nos procura ocasiones de pelear para que alcancemos la victoria. Si solamente en las observancias exteriores ciframos el aprovechamiento de la vida religiosa, presto se nos acabará nuestra devoción. Pongamos la segur a la raíz, para que libres de las pasiones, poseamos pacíficas nuestras almas.

Nuestro aprovechamiento debe crecer siempre:
Si cada año desarraigásemos un vicio, presto seríamos perfectos; mas al contrario experimentamos muchas veces, que fuimos mejores y más puros en el principio de nuestra conversión que después de muchos años de profesos. Nuestro fervor y aprovechamiento cada día debe crecer; mas ahora se estima por mucho perseverar en alguna parte del fervor primitivo. Si al principio hiciésemos alguna resistencia, podríamos después hacer las cosas con ligereza y gozo. Cosa grave es dejar la costumbre; pero más grave es ir contra la propia voluntad; mas si no vences las cosas pequeñas y ligeras, ¿cómo vencerás las dificultosas? Resiste en los principios a tu inclinación, y deja la mala costumbre, para que no te lleve poco a poco a mayores dificultades. ¡Oh si supieses cuánta paz gozarías en ti mismo, y cuánta alegría darías a los demás obrando el bien!; yo creo que serías más solícito en el aprovechamiento espiritual.


Continúa....

No hay comentarios:

Publicar un comentario