domingo, 22 de abril de 2012

IMITACIÓN DE CRISTO - Tomas de Kempis

Buenas tardes queridos hermanos en Cristo, queremos compartir con Uds., este hermoso libro, que en Europa es conocido como la segunda Biblia, según nos comentara un Sacerdote español.
En este tiempo Pascual se nos habla de conversión y de imitar a Cristo, en sus acciones, en su hablar, en su modo de pensar; y en este libro encontraremos una guía práctica, para comenzar ese camino de seguimiento de Nuestro Señor Jesucristo.
Lo iremos mandando en capítulos para que lo puedan ir leyendo y reflexionando, solos o en familia.
Pero por sobre todo no olviden que para poder revestirnos de Cristo, lo primero y principal, es conocerlo y a través del conocimiento llegaremos a amarlo y amándolo  querremos imitarlo, y el principal modo de conocerlo es a través de la Santa Misa, la Comunión y la Adoración Eucarística.

Algunos comentarios sobre el libro:

-Según muchas fuentes, la obra principal de Tomás de Kempis, la Imitación de Cristo, ha sido el libro católico más editado del mundo después de la Biblia. Fue escrito durante todo el tiempo de su vida y es muy posible que hayan sido el material con el cual el autor enseñaba a sus jóvenes pupilos en Monte Santa Inés. La obra se divide en cuatro libros así: 

* Libro I: Consejos útiles para la vida espiritual. 
* Libro II: Exhortaciones a vivir vida interior. 
* Libro III: De la consolación interior. 
* Libro IV: Del Sacramento del Altar. 

Sin embargo, la autoría del libro fue discutida por siglos. Si Tomás de Kempis escribía para sus pupilos, es probable que no estuviese interesado en publicarlo. Estas serían tan solo sus `apuntes de clase`. La primera publicación real del libro fue en 1418 y apareció en forma anónima. Desde ese momento adquirió una gran popularidad que los siglos no menguarían. En las innumerables copias que comenzaron a hacerse, se pusieron fortúitamente autores diversos, todos personajes de gran talla espiritual, incluido su hermano.

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-El famoso libro de Tomás de Kempis "Imitación de Cristo", más conocido como "El Kempis" es uno de los textos más impresos y leídos de la historia de la humanidad.

Durante siglos ha servido como modelo de vida cristiana, de crecimiento espiritual. Los consejos han iluminado y encendido las vidas de santos, como San Ignacio de Loyola que encontró una copia en el castillo de su hermano cuando estaba en recuperación de la herida de cañón que mutilara su pierna en la defensa al asalto francés a Pamplona.

De allí en mas su vida cambió totalmente, como lo testimonian los Jesuitas que nacieron de su obra. Hoy, despues de muchos siglos, nosotros también podemos encontrar la misma sabiduría en las páginas del Kempis. Busquemos el camino del amor que Jesús nos enseña, sabiendo que la negación de nosotros mismos y la doblegación de muestros afectos desordenados son claves fundamentales en nuestra meta de vida eterna.
Tomás de Kempis, hoy beato Tomás, nació en Kempis, cerca de Colonia, en Alemania, en el año 1380. Era un hombre sumamente humilde, que pasó su larga vida (90 años) entre el estudio, la oración y las obras de caridad, dedicando gran parte de su tiempo a la dirección espiritual de personas que necesitaban de sus consejos. En ese tiempo muchísimas personas deseaban que la Iglesia Católica se reformara y se volviera más fervorosa y más santa, pero pocos se dedicaron a reformase ellos mismos y a volverse mejores. Tomás de Kempis se dió cuenta de que el primer paso que hay que dar para obtener que la Iglesia se vuelva más santa, es esforzarse uno mismo por volverse mejor. Y que si cada uno se reforma a sí mismo, toda la Iglesia se va reformando poco a poco.
En las páginas de este libro se esconde el secreto de la vida eterna, la llave de la santidad. ¡No dejemos de beber de este manantial!




IMITACIÓN DE CRISTO

Tomás de Kempis

LIBRO PRIMERO

Contiene avisos provechosos para la vida espiritual

CAPÍTULO I

De la imitación de Cristo y desprecio de todas las vanidades del mundo

Quien me sigue no anda en tinieblas, dice el Señor. Estas palabras son de Cristo, con las cuales nos exhorta a que imitemos su vida y costumbres, si queremos ser verdaderamente iluminados y libres de toda ceguedad del corazón. Sea, pues, todo nuestro estudio pensar en la vida de Jesucristo.
La doctrina de Cristo excede a la de todos los Santos; y el que tuviese su espíritu, hallará en ella maná escondido. Más acaece que muchos, aunque a menudo oigan el Evangelio, gustan poco de él, porque no tienen el espíritu de Cristo. El que quisiere, pues, entender con placer y perfección las palabras de Cristo, procure conformar con él toda su vida.

 Del desprecio de todas las vanidades del mundo:
¿Qué te aprovecha disputar altas cosas de la Trinidad, si no eres humilde, y con esto desagradas a la Trinidad? Por cierto las palabras sublimes, no hacen al hombre santo ni justo; más la virtuosa vida le hace amable a Dios. Más deseo sentir la contrición, que saber definirla. Si supieses toda la Biblia a la letra, y las sentencias de todos los filósofos, ¿qué te aprovecharía todo, sin caridad y gracia de Dios? Vanidad de vanidades, y todo es vanidad(Ecles., 1,2), sino amar y servir solamente a Dios. La suprema sabiduría consiste en aspirar a ir a los reinos celestiales por el desprecio del mundo.
Luego, vanidad es buscar riquezas perecederas y esperar en ellas; también es vanidad desear honras y ensalzarse vanamente. Vanidad es seguir el apetito de la carne y desear aquello por donde después te sea necesario ser castigado gravemente. Vanidad es desear larga vida y no cuidar que sea buena. Vanidad es mirar solamente a esta presente vida y no prever lo venidero. Vanidad es amar lo que tan rápido se pasa y no buscar con solicitud el gozo perdurable.
Acuérdate frecuentemente de aquel dicho de la Escritura: Porque no se haría la vista de ver, ni el oído de oír(Ecles., 1,8). Procura, pues, desviar tu corazón de lo visible y traspasarlo a lo invisible; porque los que siguen su sensualidad, manchan su conciencia y pierden la gracia de Dios.

CAPÍTULO II

Cómo ha de sentir cada uno humildemente de sí mismo

 Vana es la ciencia sin Temor de Dios:
Todos los hombres naturalmente desean saber, ¿mas que aprovecha la ciencia sin el temor de Dios? Por cierto, mejor es el rústico humilde que le sirve, que el soberbio filósofo, que dejando de conocerse, considera el curso de los astros. El que bien se conoce, tiénese por vil y no se deleita en alabanzas humanas. Si yo supiera cuanto hay que saber en el mundo, y no tuviese caridad, ¿qué me aprovecharía delante de Dios, que me juzgará según mis obras?
No tengas deseo demasiado de saber, porque en ello se halla gran estorbo y engaño. Los letrados gustan de ser vistos y tenidos por tales. Muchas cosas hay, que saberlas, poco o nada aprovecha al alma; y muy loco es el que en otras cosas entiende, y no en las que tocan a la salvación. Las muchas palabras no hartan el ánima; mas la buena vida le da refrigerio y la pura conciencia causa gran confianza en Dios.

Sólo aprovecha la ciencia basada en la humildad:
Cuanto más y mejor entiendas, tanto más gravemente serás juzgado si no vivieres santamente. Por esto no te envanezcas si posees alguna de las artes o ciencias; sino que debes temer del conocimiento que de ella se te ha dado. Si te parece que sabes mucho y bien, ten por cierto que es mucho más lo que ignoras. No quieras con presunción saber cosas altas; sino confiesa tu ignorancia. ¿Por qué te quieres tener en más que otro, hallándose muchos más doctos y sabios que tú en la ley? Si quieres saber y aprender algo provechosamente, desea que no te conozcan ni te estimen en nada.
El verdadero conocimiento y desprecio de sí mismo, es altísima y doctísima lección. Gran sabiduría y perfección es sentir siempre bien y grandes cosas de otros, y tenerse y reputarse en nada. Si vieres a alguno pecar públicamente, o comentar culpas graves, no te debes juzgar por mejor que él, porque no sabes hasta cuándo podrás perseverar en el bien. Todos somos débiles, mas tú no tengas a alguno por más débil  que ti.

Continúa......



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