lunes, 2 de abril de 2012

Carta a un hermano Sacerdote - (28)



28
Sacramento de Amor
Solemnidad del Corpus Chisti 5 de junio de 1994
Querido padre Tomás:
Hace dos año cuando regresaba de una peregrinación por Europa, en el avión que venía pasaron una película, cuyo nombre no recuerdo, y antes de que terminara me quedé dormido. Pero una escena en especial me llamó la atención.
Robert De Niro volvía de la prisión a su antiguo barrio después de una condena de diez años. Allí visita a un amigo del colegio que para ese entonces ya era propietario de un restaurante de categoría. Mientras dialogaban, le pregunta por su hermana. Durante todo el tiempo que había estado en la prisión, De Niro había pensado en la hermana de su amigo y se preguntaba cuánto tiempo le habría tomado a ella encontrar a otro hombre y olvidarse de él. Cuando jóvenes, habían disfrutado de la mutua compañía y les encantaba bailar juntos. Su canción favorita era "Amapola".
Pero ahora las cosas habían cambiado. Él había estado lejos por mucho tiempo, era un marginado social por ser exconvicto y no tenía dinero en el bolsillo. Se sentía avergonzado porque estaba totalmente deshonrado, era un inadaptado que no tenía nada para ofrecer. Pensaba que seguramente ella va no estaba interesada en él y probablemente que hasta se habría casado.
Su amigo le dijo a De Niro que su hermana no se había casado y que a propósito esa noche estaba en el restaurante. Diciendo eso le señala a donde su hermana se encontraba. Robert de Niro quedó cautivado al verla ahora convertida en la mujer más bella que jamás había visto en su vida.
El hermano le hace una señal a la orquesta mientras Robert De Niro y su hermana se vuelven a encontrar. Ellos empiezan a bailar su vieja canción favorita "Amapola".
Nervioso y asustado porque se siente muy inferior, al fin se atreve a preguntarle. "Por favor dime, ¿pensaste en mí en algún momento durante el tiempo que estuve ausente?"
Ella le respondió: "No ha habido un solo momento en que no haya pensado en ti mientras estuviste ausente".
Ella esperó y cada día fue mayor su anhelo. ¿Por qué escribo esto en la fiesta del Corpus Christi, Tomás? Es por lo que el Santo Padre nos dice sobre Jesús en el Santísimo Sacramento: "Jesús los espera con los brazos abiertos en este Sacramento de Su Amor" (Dominicae Cenae).
En otras palabras, Jesús está allí esperándote en el Santísimo Sacramento. Si no le importáramos, no estaría ahí en el Sagrario. Es corno dice la vieja canción: "Si no me importara... más de lo que las palabras pudieran decir... Si no me importara... ¿me sentiría de esta forma?... ¿No es esto amor?... porque, si no me importara... ¿acaso sería lo mismo?... ¿comenzaría y terminaría cada oración con tu nombre solo?... te aseguro que este amor no tiene comparación... todo esto es verdad porque me intereso por ti..."
El propósito de la fiesta de hoy es recordarnos cuánto se interesa Jesús por nosotros en el Santísimo Sacramento. En el siglo XIII nuestro Señor se le apareció a santa Juliana y le mostró la luna con un pequeño punto negro. El Señor le explicó que la luna representaba el calendario litúrgico y el punto negro representaba el día de fiesta que hacía falta y que quería que se instituyese.
Jesús le dijo que a medida que la Iglesia fuera progresando en el tiempo, la fe en su Presencia Real iba a ir declinando. Esto concuerda con la pregunta que Él hace en el evangelio, que si al volver encontrará fe sobre la tierra. Por esta razón el Señor le dijo que era necesario tener una fiesta especial que recordara a todo el mundo de su Presencia Real en el Santísimo Sacramento. Santa Juliana le contestó que ya el Jueves Santo estaba dedicado a la Eucaristía. Jesús le respondió que en el Jueves Santo también se celebra la instauración del sacerdocio. Él quería un día de fiesta exclusivamente para honrar Su Presencia Real en el Santísimo Sacramento. Y así fue como se estableció la fiesta del Corpus Christi.
En agosto de 1980, un huracán azotó la ciudad Corpus Christi en Texas. Nosotros le llamamos tifón. Ellos lo llaman huracán. Este fenómeno se originó en el Caribe entre dos islas, la de San Vicente y la de Santa Lucía.
Poco tiempo después del huracán, un valiente y dedicado obispo fue nombrado para la diócesis de Corpus Christi. Su nombre es monseñor René Gracida. Él escribió lo siguiente para la revista Inmaculada: "En ocasión de la visita Ad Limina hace algunos arios, nuestro Santo Padre el Papa Juan Pablo II, me dijo que debería sentirme muy afortunado por ser obispo de la única diócesis en el mundo que lleva el nombre de Corpus Christi, el Cuerpo de Cristo.
Le respondí como lo he dicho en muchas otras ocasiones, que de verdad me siento muy privilegiado".
El obispo Gracida fue el primer obispo de los Estados Unidos que invitó a los Misioneros del Santísimo Sacramento a su diócesis. Como resultado de esta invitación muchas parroquias en su diócesis tienen ahora adoración perpetua.
Dicha invitación se debió a una carta que Kirk y Katie Pfeffer le escribieron a Rex Moses. Rex estaba trabajando en la diócesis en la operación rescate tras el huracán. Kirk y Katie le escribieron a Rex sobre la adoración perpetua.
Rex le mostró la carta a monseñor Gracida, y así fue como el obispo invitó al padre Martín Lucia y a los Misioneros del Santísimo Sacramento.
De Corpus Christi, Texas, los Misioneros fueron invitados por otros cuatro obispos al estado de Lousiana. De Louisiana a Alabama, a Tennessee y luego a Arkansas.
Gracias a la dedicación y al esfuerzo de laicos como Mary Ann Beckste y Pat Forton, los misioneros han sido invitados a diferentes diócesis desde Georgia a Michigan.
Cuando pienso en el nombre huracán, viene a mi mente las bodas de Caná. "Apresurar la boda" (se da un juego de palabras en inglés: "hurry" apresurar y "cane" Cana = "hurricane" huracán). La adoración perpetua causará el apresuramiento de la boda entre Dios y Su pueblo.
Fraternalmente tuyo, en Su Amor Eucarístico,
Mons. Pepe

No hay comentarios:

Publicar un comentario