Es esta una historia más…, de las que recibo y creo que merece comentarla, aunque no sea una historia sorprendente ni importante, sino quizás una historia bastante vulgar, pero pensemos que lo vulgar es lo corriente en nuestras vidas, aunque el afán de protagonismo, que es muy acusado en muchas personas, nos haga creer este, que nuestra vida es algo especial. Lo que mucha gente no se da cuenta, es que en las personas lo importante y verdaderamente especial ocurre en su interior, en su alma y lo que en esta ocurre, nunca trasciende a los demás, porque si un alma ama con todo su ser al Señor, ese amor para ser verdadero es siempre íntimo y ningún enamorado o enamorada de verdad, es capaz de traicionar a su amado, destrozando la mutua intimidad. Pero no divaguemos más y vayamos al meollo de esta glosa. La historia a relatar dice así: Un profesor en su clase de filosofía, sin decir palabra, tomó un frasco de cristal grande y vacío y de boca ancha y en presencia de la clase, que estaba pendiente de lo que hacía el profesor, este lleno el frasco con pelotas de golf. Y luego preguntó a sus estudiantes si el frasco estaba lleno y ellos estuvieron de acuerdo en decir que sí. De nuevo, sin decir nada, el profesor agarró una caja llena de canicas y la vació dentro del frasco que ya tenía dentro las pelotas de golf. Las canicas llenaron los espacios vacíos entre las pelotas de golf. Y el profesor volvió a preguntar a los estudiantes si el frasco estaba lleno y ellos volvieron a decir que sí. Luego... el profesor tomó una caja con arena y la vació dentro del frasco, y por supuesto, la arena llenó todos los espacios vacíos, y el profesor preguntó nuevamente si el frasco estaba lleno. En esta ocasión los estudiantes respondieron con un ´sí´ unánime.
El profesor no había terminado su experimento, que era más propio de un profesor de física que no de filosofía y continuo agregando al frasco lleno de pelotas de golf, canicas y arena dos tazas de café al contenido del frasco y efectivamente llenó todos los espacios vacíos entre la arena, los estudiantes reían en esta ocasión. Cuando la risa se apagaba, el profesor dijo: Quiero que se den cuenta Vds. de que este frasco representa la vida, representa nuestra propia vida y la de todo el mundo.
Las pelotas de golf son las cosas importantes como la familia, los hijos, la salud, los amigos..., son cosas que, aunque si todo lo demás lo perdiéramos y solo éstas quedaran, nuestras vidas estarían llenas. Las canicas son las otras cosas que importan, como el trabajo, la casa, el coche, etc. La arena es todo lo demás… las pequeñas cosas. Si ponemos primero la arena en el frasco, no habría espacio para las canicas ni para las pelotas de golf. Lo mismo ocurre con nuestra vida, si llenamos primero el frasco de nuestra vida de arena, es decir, si gastamos todo nuestro tiempo y energía en las cosas pequeñas, nunca tendremos lugar para las cosas realmente importantes.
Presta atención a las cosas que son cruciales para nuestra felicidad, en este mundo; juega con tus hijos, dedica tiempo a revisar tu salud, ve con tu mujer a cenar, practica tu deporte o afición favoritos, y siempre te quedará tiempo para limpiar la casa y reparar la llave del agua. Ocúpate de las pelotas de golf primero, de las cosas que realmente importan. Establece tus prioridades, el resto es solo arena… uno de los estudiantes levantó la mano y preguntó qué representaba el café… el profesor sonrió y dijo: esperaba que me hicierais esta pregunta… sólo es para demostraros, que no importa que no andes sobrado de tiempo, aunque tu vida se encuentre muy ocupara, siempre hay lugar para un par de tazas de café con un amigo.
Para mí, que el amigo que más nos quiere y siempre nos espera, es el Señor y pensando así, sustituiría las dos tazas de café por dos actos de amor al Señor y a su bendita Madre celestial, de Él, y nuestra también. Independientemente de que cumplamos debidamente, con las obligaciones que nos crean nuestras pelotas de golf, y las canicas de nuestra vida, como prioridades de la vida, estas deben de ser, realizadas por y en razón del amor a Dios, y en cuento al resto a la arena de nuestro frasco, esta tiene que ser dedicado al Señor, si es que queremos ser ovejas de su rebaño.
Por muy importantes que sean nuestras obligaciones en este mundo, sobre ellas está la de Amar a Dios sobre todas las cosas. Ya en el A. T. el Señor en el Deuteronomio, les dejo explicitado a los israelitas el Schema Israel: “4 Escucha, Israel: Yahvéh nuestro Dios es el único Yahvéh. 5 Amarás a Yahvéh tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. 6 Queden en tu corazón estas palabras que yo te dicto hoy. 7 Se la repetirás a tus hijos, les hablarás de ellas tanto si estás en casa como si vas de viaje, así acostado como levantado; 8 las atarás a tu mano como una señal, y serán como una insignia entre tus ojos; 9 las escribirás en las jambas de tu casa y en tus puertas”. (Dt 6,4-9). El amor a Dios sobre todas las cosas, precisamente se recogen con el número uno, en nuestros Mandamientos de la Ley de Dios. Nuestro frasco de vida es importante pero más lo es, el amor a Dios sobre todas las cosas.
Creer en Cristo y amarlo, significa, amar lo que Él quiere, es decir, amar su voluntad. Es imposible amar a Dios sin amar su voluntad. El mismo nos dio ejemplo de que amar a Dios es amar su voluntad, porque Él constantemente amó la voluntad de su Padre celestial. Testimonio de este amor de Cristo a su Padre, lo encontramos en varios pasajes evangélicos, que nos dice: “…, mi comida es hacer la voluntad del que me ha enviado, y dar cumplimiento a su obra”. (Jn 4,34). Y más adelante también en San Juan podemos leer: “…, porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envío”. (Jn 6,38). En San Marcos podemos leer: “No se haga como yo quiero, Padre, sino cómo quieres Tu”. (Mc 14,36). Y en San Mateo podemos leer: “No todo el que dice: ¡Señor, Señor! entrara en el Reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo”. (Mt 7,21). Y también en San Mateo se puede leer: “¿Quién es mi madre y quienes son mis hermanos? 49 Y extendiendo su mano sobre sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. 50 Porque quienquiera que hiciere la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ese es mi hermano, y mi hermana y mi madre”. (Mt 12,48-50).
El Catecismo de la Iglesia Católica, en su parágrafo, 2233, nos dice: “Hacerse discípulo de Jesús es aceptar la invitación a pertenecer a la familia de Dios, a vivir en conformidad con su manera de vivir: "El que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, éste es mi hermano, mi hermana y mi madre". (Mt 12,49)”. El Abad Vital Lehodey, escribe diciéndonos: “Seremos perfectos en la medida que hagamos la voluntad de Dios,… toda la santidad consiste en ejecutar lo que Dios quiere de nosotros. Hagamos primero nosotros la voluntad de Dios, y El hará la nuestra; hagamos todo lo que Él quiere, que El hará todo lo que nosotros queramos”
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.