Buenas queridos hermanos en Cristo, con este capítulo, llegamos al fin del primer libro de esta maravillosa obra titulada: IMITACIÓN DE CRISTO
CAPÍTULO XXV
De la fervorosa enmienda de toda nuestra vida
¿No has dejado el mundo para servir a Dios?
Vela con diligencia en el servicio de Dios, y piensa muy de continuo a qué viniste, y por qué dejaste el mundo. ¿Por ventura, no es para vivir para Dios y ser hombre espiritual?
Corre, pues con fervor a la perfección, que presto recibirás el galardón de tus trabajos, y no habrá de ahí en adelante temor ni dolor en tus términos.
Ahora trabajarás un poco, y hallarás después gran descanso, y aún perpetua alegría. Si permaneces fiel y fervoroso en el servir, sin duda será Dios fidelísimo y riquísimo en pagar.
Debes tener buena esperanza que alcanzarás victoria; mas no conviene tener seguridad, porque no aflojes ni te ensoberbezcas.
Entrégate en las manos de Dios:
Como uno estuviese acongojado y turbado, y entre la esperanza y el temor dudase muchas veces, una vez cargado de angustia arrojase ante; y revolviendo en su pensamiento dijo: ¡Oh si supiese que había de perseverar! Y luego oyó de dentro la divina respuesta, que dijo: ¿Qué harías si eso supieses? Haz ahora lo que entonces harías, y estarás bien seguro. Y en el mismo instante, consolado y confortado, se ofreció a la divina voluntad, y cesó la congojosa turbación, y no quiso más escudriñar curiosamente para saber lo que había de suceder; más estudio con mucho cuidado inquirir cuál fuese la voluntad de Dios, agradable y perfecta, (Rom., 12,2) para comenzar y perfeccionar toda buena obra.
El Profeta dice: Espera en el Señor, y haz bondad, y mora en la tierra, y serás apacentado en sus riquezas. (Salmo 36,3)
Allí aprovecha más el hombre donde más se mortifica:
Una cosa detiene a muchos del fervor de su aprovechamiento: el espanto de la dificultad o el trabajo de la batalla. Ciertamente aquéllos aprovechan más en las virtudes, que ponen todas sus fuerzas para vencer las cosas que más graves y contrarias les son: porque allí aprovecha el hombre más y alcanza mayor gracia, adonde más se vence y se mortifica en el espíritu.
Mas no todos tienen iguales fuerzas para vencer y mortificarse. No obstante el hombre diligente y celoso de su aprovechamiento, más fuerte será para la perfección, aunque tenga muchas pasiones, que el bien acondicionado, si se pone poco cuidado en aspirar a las virtudes. Dos cosas ayudan especialmente para mucho enmendarse; la una, desviarse con esfuerzo de aquello a que le inclina la naturaleza viciosamente, y la otra, trabajar con fervor por la virtud que más nos falta.
Trata también de vencer y evitar lo que más te desagrada en los otros.
El poder del ejemplo arrastra:
Trata de aprovecharte dondequiera; y si vieres u oyeres buenas obras, anímate a imitarlas. Mas guárdate, si vieres alguna cosa digna de reprensión, que no la hagas; y si alguna vez la hiciste, procura enmendarte luego. Así como tú miras a otros, así otros te miran a ti.
¡Oh! ¡Cuán alegre y dulce cosa es ver los hermanos devotos y fervientes, con santas costumbres, y en observante disciplina!
Y ¡Cuán triste y grave verlos desordenados, y que no hacen aquello a que son llamados! ¡Oh cuán dañoso es ser negligente en el propósito del llamamiento divino, y ocuparse en lo que no les mandan!
Pero la mejor escuela es la vida y la pasión de Jesucristo:
Acuérdate del propósito que tomaste, y ponte delante la imagen del Crucifijo, que mucha razón tendrás de avergonzarte mirando la de Jesucristo; porque no estudiaste deconformarte más a Él, aunque hace muchos años que estás en el camino de Dios.
El religioso que se ejercita intensa y devotamente en la santísima Vida y Pasión del Señor, halla allí todo lo útil y necesario para sí cumplidamente, y no hay necesidad que busque algo mejor fuera de Jesucristo.
¡Oh si viniese a nuestro corazón Jesucristo crucificado, cuán presto y cuán de verdad seríamos enseñados!
Fuera de la imitación de Cristo todo es angustia:
El religioso fervoroso todo lo que le mandan acepta y lleva muy bien. El negligente y tibio tiene tribulación sobre tribulación, y de todas partes está angustiado, porque carece de la consolación interior, y no le dejan buscar la exterior. El religioso que vive fuera de la observancia, cerca está de caer gravemente. El que busca vivir más ancho y descuidado, siempre estará en angustias: porque lo uno o lo otro le descontentará.
Mira el ejemplo de los religiosos Santos:
Dime: ¿Cómo lo hacen tantos religiosos, que están encerrados en la observancia?
Salen pocas veces, viven apartados, comen pobremente, visten groseramente, trabajan mucho, hablan poco, velan largo tiempo, madrugan mucho, tienen largas horas de oración, leen de continuo y se guardan en una exacta disciplina. Mira los de la Cartuja y los del Cister, y los Monjes y Monjas de todas las religiones, cómo se levantan cada noche a alabar al Señor. Por eso, sería vergonzoso que tú emperezases en obra tan santa, donde tanta multitud de religiosos comienza a alabar a Dios.
¡Oh si nunca hubiésemos de hacer otra cosa sino alabar a Dios, con todo el corazón y con la boca! ¡Oh si nunca tuviese necesidad de comer, beber y dormir, sino que siempre pudieses alabar a Dios, y ocuparte solamente en cosas espirituales!
Entonces serías mucho más feliz que ahora, cuando sirves a la necesidad de la carne. ¡Pluguiese a Dios que no tuviésemos estas necesidades, sino solamente las refecciones espirituales, las cuales gustamos ¡ay! muy raras veces.
Cuando hallamos a Dios, todo lo hallamos en Él:
Cuando el hombre llega al punto, de no buscar su consolación en criatura alguna, entonces comienza a gustar perfectamente de Dios, y contentase también de todo lo que sucede.
Entonces, ni se alegra en lo mucho, ni se entristece por lo poco, sino que se pone entera y fielmente en manos de Dios, el cual le es todo en todas las cosas, y para el cual ninguna cosa perece ni muere, mas todas viven y le sirven sin tardanza.
Algunos axiomas de vida espiritual:
Acuérdate siempre del fin, y que el tiempo perdido jamás vuelve.
Nunca alcanzarás la virtud sin cuidado y diligencia.
Si comienzas a ser tibio, comenzará a irte mal.
Mas si te dieres a la devoción, hallarás gran paz, y sentirás el trabajo muy ligero por la gracia de Dios, y por al amor a la virtud.
El hombre que tiene fervor y diligencia, a todo está preparado.
Mayor trabajo es resistir a los vicios y pasiones, que sudar en los trabajos corporales.
El que no evita los pequeños defectos, poco a poco cae en los grandes.
Te gozarás siempre en la noche, si gastares bien el día.
Vela sobre ti, despiértate a ti, amonéstate a ti y sea de los otros lo que fuere, no te descuides de ti.
Tanto aprovecharás cuanto más fuerza te hicieres. Amén.
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