VATICANO, 07 May. 12 (ACI/EWTN Noticias) .- Con ocasión del juramento de los nuevos soldados de la Guardia Suiza del Vaticano, el Papa Benedicto XVI les explicó que el secreto de la eficacia de su trabajo, al servicio de la Iglesia y el Santo Padre, está en la constante referencia a Cristo.
En la Sala Clementina del Palacio Apostólico del Vaticano, el Santo Padre recibió esta mañana en audiencia a los 26 nuevos soldados que juraron ayer fidelidad a la defensa del Sumo Pontífice y la Curia Romana al ingresar al cuerpo de la Guardia Suiza.
A ellos les dijo que "el secreto de la eficacia de vuestro trabajo aquí en el Vaticano, como también de cada uno de vuestros proyectos es, por tanto, la constante referencia a Cristo. Este es el testimonio de muchos de vuestros antecesores, que se distinguieron no solo en el desarrollo de vuestro trabajo, sino también en el compromiso de la vida cristiana".
De vuestro compañeros, continuó el Pontífice, "algunos fueron llamados a seguir al Señor en la vida del sacerdocio y la vida consagrada, y respondieron a tiempo y con entusiasmo. Otros en cambio, coronaron felizmente el sacramento del Matrimonio con su vocación conyugal".
"Doy gracias a Dios, fuente de todo bien, por los diversos dones y las varias misiones que Él os confía, y rezo para que también vosotros, que empezáis vuestro servicio, podáis responder plenamente a la llamada de Cristo siguiéndolo con fe y generosidad".
El Papa recordó luego que "las funciones que desarrolla la Guardia Suiza constituyen un directo servicio al Sumo Pontífice y a la Sede Apostólica. Es por tanto motivo de viva apreciación el hecho de que los jóvenes elijan consagrar algunos años de su existencia en total disponibilidad al Sucesor de Pedro y a sus colaboradores".
El Santo Padre indicó que el singular servicio de la Guardia Suiza no puede cumplirse sin aquellas características que distinguen al Cuerpo: "firmeza en la fe católica, fidelidad y amor hacia la Iglesia de Jesucristo, diligencia y perseverancia en las pequeñas y grandes tareas cotidianas, coraje y humildad, altruismo y disponibilidad".
"De estas virtudes debe estar colmado vuestro corazón cuando prestáis el servicio de honor y de seguridad en el Vaticano", añadió.
Seguidamente dijo que "en las Sagradas Escrituras, el llamar al amor del prójimo está ligado al mandamiento de amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas. Para dar amor a los hermanos es necesario formarse en la forja de la caridad divina, gracias a periodos prolongados de oración, a la constante escucha de la Palabra de Dios, y a una existencia totalmente centrada en el misterio de la Eucaristía".
"¡Queridos amigos! Aprovechad el tiempo que transcurrís aquí en Roma, para crecer en la amistad con Cristo, para amar cada vez más a su Iglesia, y para caminar hacia la meta de cada verdadera vida cristiana: la santidad", animó.
"Que os ayude la Virgen María, que honoramos de modo especial en el mes de mayo, para experimentar cada día más aquella comunión profunda con Dios, que para nosotros los creyentes empieza sobre la tierra y será completada en el Cielo", dijo luego.
"En efecto estamos llamados como recuerda San Pablo a ser ‘conciudadanos de los Santos y familiares de Dios’", y con estos sentimientos "os aseguro mi constante recuerdo en la oración y de corazón imparto a cada uno de vosotros la Bendición Apostólica", concluyó.
La Guardia Suiza Pontificia fue fundada por Julio II en 1506 como un Cuerpo estable, que dependía directamente de la Santa Sede y cuya misión principal era defender la persona del Papa y el palacio apostólico.
Para formar parte de la Guardia Suiza es necesario ser católico, suizo, varón de edad inferior a los 30 años, soltero, de altura superior a 1,74 y tener título de escuela superior o diploma de formación profesional. Los candidatos deben haber estudiado en la escuela militar suiza. Tienen que vivir en el Vaticano y sirven un mínimo de dos años.
Los santos patronos de la Guardia Suiza Pontificia son: San Martín, San Sebastián y San Nicolás von Flue, "defensor de la paz y padre de Suiza".
En la Sala Clementina del Palacio Apostólico del Vaticano, el Santo Padre recibió esta mañana en audiencia a los 26 nuevos soldados que juraron ayer fidelidad a la defensa del Sumo Pontífice y la Curia Romana al ingresar al cuerpo de la Guardia Suiza.
A ellos les dijo que "el secreto de la eficacia de vuestro trabajo aquí en el Vaticano, como también de cada uno de vuestros proyectos es, por tanto, la constante referencia a Cristo. Este es el testimonio de muchos de vuestros antecesores, que se distinguieron no solo en el desarrollo de vuestro trabajo, sino también en el compromiso de la vida cristiana".
De vuestro compañeros, continuó el Pontífice, "algunos fueron llamados a seguir al Señor en la vida del sacerdocio y la vida consagrada, y respondieron a tiempo y con entusiasmo. Otros en cambio, coronaron felizmente el sacramento del Matrimonio con su vocación conyugal".
"Doy gracias a Dios, fuente de todo bien, por los diversos dones y las varias misiones que Él os confía, y rezo para que también vosotros, que empezáis vuestro servicio, podáis responder plenamente a la llamada de Cristo siguiéndolo con fe y generosidad".
El Papa recordó luego que "las funciones que desarrolla la Guardia Suiza constituyen un directo servicio al Sumo Pontífice y a la Sede Apostólica. Es por tanto motivo de viva apreciación el hecho de que los jóvenes elijan consagrar algunos años de su existencia en total disponibilidad al Sucesor de Pedro y a sus colaboradores".
El Santo Padre indicó que el singular servicio de la Guardia Suiza no puede cumplirse sin aquellas características que distinguen al Cuerpo: "firmeza en la fe católica, fidelidad y amor hacia la Iglesia de Jesucristo, diligencia y perseverancia en las pequeñas y grandes tareas cotidianas, coraje y humildad, altruismo y disponibilidad".
"De estas virtudes debe estar colmado vuestro corazón cuando prestáis el servicio de honor y de seguridad en el Vaticano", añadió.
Seguidamente dijo que "en las Sagradas Escrituras, el llamar al amor del prójimo está ligado al mandamiento de amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas. Para dar amor a los hermanos es necesario formarse en la forja de la caridad divina, gracias a periodos prolongados de oración, a la constante escucha de la Palabra de Dios, y a una existencia totalmente centrada en el misterio de la Eucaristía".
"¡Queridos amigos! Aprovechad el tiempo que transcurrís aquí en Roma, para crecer en la amistad con Cristo, para amar cada vez más a su Iglesia, y para caminar hacia la meta de cada verdadera vida cristiana: la santidad", animó.
"Que os ayude la Virgen María, que honoramos de modo especial en el mes de mayo, para experimentar cada día más aquella comunión profunda con Dios, que para nosotros los creyentes empieza sobre la tierra y será completada en el Cielo", dijo luego.
"En efecto estamos llamados como recuerda San Pablo a ser ‘conciudadanos de los Santos y familiares de Dios’", y con estos sentimientos "os aseguro mi constante recuerdo en la oración y de corazón imparto a cada uno de vosotros la Bendición Apostólica", concluyó.
La Guardia Suiza Pontificia fue fundada por Julio II en 1506 como un Cuerpo estable, que dependía directamente de la Santa Sede y cuya misión principal era defender la persona del Papa y el palacio apostólico.
Para formar parte de la Guardia Suiza es necesario ser católico, suizo, varón de edad inferior a los 30 años, soltero, de altura superior a 1,74 y tener título de escuela superior o diploma de formación profesional. Los candidatos deben haber estudiado en la escuela militar suiza. Tienen que vivir en el Vaticano y sirven un mínimo de dos años.
Los santos patronos de la Guardia Suiza Pontificia son: San Martín, San Sebastián y San Nicolás von Flue, "defensor de la paz y padre de Suiza".
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