Al caminar de estación a
estación digamos o cantemos:
Perdón oh Dios mío
Perdón
y Clemencia
Perdón
e Indulgencia
Perdón
y Piedad.
Pequé
y mi alma
Su
culpa confiesa
Mil
veces me pesa
De
tanta maldad.
Perdón
oh Dio mío...
SEGUNDA
ESTACION
“Jesús
con la Cruz a
cuestas”
Te adoramos Señor y te bendecimos, porque
con tu Santa Cruz redimisteis al mundo.
Jesús
acepta la Cruz ,
la besa tres veces y la carga con amor, cuyo
peso es de nuestros pecados. Si
Jesús no hubiera aceptado el sufrir por nosotros, estaríamos perdidos. Sin los méritos infinitos adquiridos por la Pasión de Nuestro Señor,
sin su infinita Misericordia, todos estaríamos condenados.
Agradezcamos
a Jesús y recordemos las grandes obras de amor
alcanzadas en su Pasión. En
efecto, si Dios nos envía sufrimientos, pruebas de todas clases, es para
salvarnos aún en contra nuestra. Los
hombres perderían, irían al infierno, si Dios les dejara vivir en lo cómodo,
puesto que “el camino al cielo es estrecho”.
En su bondad y misericordia, no deseando que los frutos de la su
Redención sean inútiles, Dios envía sufrimientos de todo género a los pobres
humanos. Pidamos la gracia de aprovechar lo que nos envía el Señor, aceptándolo
con mucho amor. Besemos la Cruz que nos da.
TERCERA ESTACIÓN
“Jesús cae por primera vez”
Te adoramos Señor y te bendecimos, porque con tu Santa Cruz redimisteis al mundo.
Jesús había sufrido tan
sangrienta flagelación, que sin un milagro no habría podido cargar con la cruz
y llegar al Calvario. Los profetas
habían anunciado que el Salvador sería colgado del madero. Así eran los designios de Dios: “Su hijo
bienamado debía morir crucificado”.
Pidamos a Dios, la gracia de hacernos llegar hasta el fin de nuestra
jornada, de llevar a cabo nuestro peregrinar terrestre tal como Dios nos lo ha
trazado. Pidamos de aguantar hasta el
fin, de perseverar no importa lo que pase, a pesar de las pruebas y dolores de
la vida a fin de obtener la recompensa prometida a las almas que perseveren
hasta el fin. Pidamos ésta
perseverancia por los méritos de la Santa Pasión
de Jesús.
Los acontecimientos trágicos
conmemorados cada año a través de la Semana Santa , no fueron sino la Pasión exterior y final de
Nuestro Señor; toda su vida sufrió su real Pasión y su Madre estuvo
asociada.
CUARTA ESTACIÓN
“Jesús encuentra a su Madre Santísima en su camino”
Te adoramos Señor y te bendecimos, porque con tu Santa Cruz redimisteis al mundo.
Nuestro Señor y su Santísima Madre siempre estuvieron muy
unidos, no eran más que uno. Durante la Pasión , nuestra buena Madre
estuvo íntimamente ligada a su Divino Hijo; le siguió en el camino del Calvario
y participó de sus sufrimientos al más alto nivel. No sin razón, la llamamos la Madre
Dolorosa , Nuestra
Señora de los 7 dolores. Pidamos a su Santísima Madre que interceda por
nosotros a su Divino Hijo, para que nuestras almas redimidas a tan alto precio,
sean purificadas por la misericordia divina..
Que esta santa Pasión, derrame gracias excepcionales sobre nuestra familia
espiritual, sobre toda la cristiandad y sobre tantas almas que van hacia el
camino de la perdición. Señor Jesús, que vuestra preciosísima Sangre purifique
las almas por las que habéis muerto con tanto amor y que Vuestra Santísima
Madre nos acompañe para ir en pos de ti.
QUINTA ESTACIÓN
“Simón el cireneo, ayuda a Jesús a cargar con la cruz”
Te adoramos Señor y te bendecimos, porque con tu Santa Cruz redimisteis al mundo.
Toman a un hombre venido del
campo y lo obligan a cargar con la
Cruz , yendo en pos de Jesús; porque creen que no llegue vivo
al lugar del sacrificio. Todos los días
en nuestro prójimo sufrido y golpeado por la prueba, es el mismo Jesús que se
nos presenta camino al Calvario.
Pidamos la gracia de imitar el gesto de Simón, ayudándole a llevar Su
Cruz. “Lo que hicisteis a uno de estos
Mis hermanos menores, a Mí me lo hicisteis”, dice el Señor.
Nos falta la fe viva para
reconocer a Jesús que pasa cada día y varias veces por día por nuestro camino
para darle una manita.
Pidamos a Dios el saber
reconocer a Jesús que continúa Su Pasión en Sus miembros sufridos y podamos
asistir a quien lo necesita. Pero esta
misma Pasión se perpetúa sin cesar entre nosotros, a favor de la humanidad; se
renueva místicamente en todo instante del día sobre nuestros altares y en la
vida de los miembros sufridos del cuerpo místico de Jesús.
Continúa
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