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Restauración
Memoria de San Pio X 21
de agosto de 1993
Querido
padre Tomás:
Muchas gracias por celebrar la Santa Misa para las
hermanas en Las Piñas. Quiero contarte
algo que sucedió hace cinco años en esa capillita.
Una tarde que visité la capilla se
encontraba allí una santa mujer de nombre Hilda Walstrum, orando de rodillas,
sollozando silenciosamente. Al
preguntarle si le pasaba algo malo, me respondió que sus lágrimas eran lágrimas
de gozo.
Había asistido a la Misa y durante la elevación
vio que la Sagrada
Hostia se transformaba en un apasionado corazón con la luz
del amor destellando rayos luminosos.
Uno de estos rayos llegó a su corazón.
Me comentó que en ese solo instante ella había experimentado más amor
del que jamás alguien podría experimentar aun si viviese mil años.
Lo mismo le sucedió a la hermana Inés
de Akita en Japón. Ella fue a la capilla
de su convento a orar y vio que una luz deslumbrante salía del Santísimo
Sacramento. Llena de amor divino cayó al
suelo. Por horas nadie podía
moverla. Veinte años después, el solo
recuerdo de esta experiencia pondría a la hermana Inés en éxtasis.
Tuve una larga conversación con el
obispo Ito de Akita, quien me dijo que estuvo presente en la capilla y podía
dar testimonio de la luz gloriosa que el Santísimo Sacramento irradiaba. Esto sucedió en la fiesta del Sagrado Corazón
en 1973 y duró tres días. Esta aparici6n
ha sido ya aprobada por la iglesia y fue la primera después de Fátima en 1917,
donde 70.000 personas vieron el milagro de la danza del sol. El sol en el cielo es un signo del hijo de
Dios en el Santísimo Sacramento. Uno es
la fuente natural y el otro es la fuente sobrenatural de todo poder y
vida. Por esto es que todas las
custodias son hechas en forma de un estallido del sol.
El milagro en Fátima presagia el gran
Milagro Eucarístico que vendrá. Lo que
sucedió en Akita nos muestra la naturaleza de este milagro. En todo lugar en que se adore a Jesús en el
Santísimo Sacramento, la luz de Su amor irradiara como el amanecer para que
todos lo puedan ver.
Tan pronto como haya suficientes
capillas de adoración perpetua que satisfagan la justicia divina de Dios, Él le
mostrará al mundo entero Su Divina Misericordia revelando lo que está oculto y
haciendo visible lo que está escondido, la luz de Su Amor en el Santísimo
Sacramento.
Lo que vio la hermana Inés, un día lo verá
el mundo entero. Será la luz gloriosa de
Su amor. Tendrá el poder de penetrar en
cada corazón humano, no importa lo frío, lo cruel que fuese, y lo atraerá hacia
el Corazón de Dios. Luego, una vez que
la humanidad vuelva a Dios por medio de este Milagro Eucarístico, la naturaleza
volverá al hombre. Y entonces tendremos
un segundo, un nuevo y más glorioso paraíso terrenal.
Este es el lema del gran Papa y santo cuya fiesta celebramos hoy:
"RESTAURAR TODAS LAS COSAS EN CRISTO".
Querido Tomás, haz que este lema te
inspire para tener adoración perpetua en tu parroquia. La primera gracia que se obtiene es la
restauración. Cada hora santa apresura
el día en que Jesús restaurará todas las cosas en Él mismo. Só1o cuando lo glorifiquemos a Él en el Santísimo
Sacramento con nuestro amor, Él manifestará la gloria de Su amor a toda la
humanidad.
Política, social, económica, cultural
y moralmente estamos extenuados. Estamos
mas allá de toda solución humana. Lo que
necesitamos es la intervención Divina, y esta intervención será el gran milagro
eucarístico.
Por esta razón es que San Pío X llamó
a la adoración perpetua "la obra mas sublime de todas las obras" y
por lo que a Él se le llama el Papa Eucarístico.
Fraternalmente
tuyo en
Su
Amor Eucarístico,
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