martes, 27 de marzo de 2012

Carta a un hermano Sacerdote - (26)





26
Corona de Gloria
Nuestra Señora del Santísimo Sacramento
13 de mayo de 1994
Querido padre Tomás:
Una mañana cuando me encontraba en Portugal con unos amigos, un sacerdote nos mostró la corona en la que el Santo Padre depositó las dos balas que lo hirieron en la plaza de San Pedro el 13 de mayo de 1981. Yo pensé que esto simbolizaba el triunfo de Nuestra Señora. Ella transformará todo y aún los esfuerzos más violentos de sus enemigos serán usados para dar más brillo a su corona de gloria.
De acuerdo con nuestro amigo, Ging Roxas, la corona de gloria de Nuestra Señora será el Reinado Eucarístico de su hijo. Como tú sabes, Ging es el experto en este Libro Azul, y el promotor principal de "A los sacerdotes hijos predilectos de la Santísima Virgen". Ging dice que los mensajes tienen como punto de enfoque el Reinado Eucarístico de Jesús y que están de acuerdo con todas las apariciones marianas aproba­das por la Iglesia.
El triunfo del Corazón Inmaculado de María será el Reina­do Eucarístico de su hijo mediante una floreciente adoración perpetua que traerá la Nueva Era, un segundo, un nuevo y más glorioso paraíso terrenal.
Por eso Dios permitió que el Santo Padre fuera herido el 13 de mayo, fiesta de Nuestra Señora del Santísimo Sacramento. El Papa es el Vicario de Cristo. El hecho de que fuera herido en la fiesta de Nuestra Señora del Santísimo Sacramento ilustra gráficamente el horror y la maldad de los encarnizados ata­ques ál Santísimo Sacramento.
El mundo se conmovió cuando el Papa fue atacado. ¿Qué podría ser más terrible? Aunque ver al Santo Padre agredido fue una escena descarnada, trágica y horrorosa, peor aún son los ataques en contra de Aquél a quien él sirve tan bien, el mismísimo Señor en el Santísimo Sacramento. ¿Nos sentimos conmovidos como para hacer algo al respecto?
Algunas de las injurias más comunes son: negación de la Presencia Real, poner en ridículo a la exposición, y en espe­cial, los ataques a la adoración perpetua. Lee el Apocalipsis, y la línea de batalla se ve claramente perfilada cuando te das cuenta que la "mujer" es María en contra del "Dragón", Satanás, luchando contra el "Cordero", Jesús en el Santísimo Sacramento.
¿Quiénes son los "reyes" que "harán la guerra al Cordero"? Son aquellos que tienen la autoridad en la Iglesia y no aceptan la adoración al Santísimo Sacramento. "Pero el Cordero, como es Señor de Señores y Rey de Reyes, los vencerá en unión con los suyos, los llamados y elegidos y fieles" (Ap 17,4).
Nate Cortese es un amigo mío. Su hermano murió en la Segunda Guerra Mundial. ¡Cuántos hombres valientes han luchado y muerto en este siglo por amor a su patria! Muchas son las guerras que se han luchado por la paz y la libertad, y, sin embargo, qué lejos estamos de ambas.
Hay sólo una guerra por la que vale la pena luchar. Larry Villone lo expresa mejor que nadie: "¡Defender hoy a Cristo en el Santísimo Sacramento, es como defenderlo cuando es­taba en la Cruz!"
Lo que necesitamos actualmente es un ejército de sacerdotes como tú, querido Tomás, que estén dispuestos a luchar, de­fender y comprometerse a la causa de Cristo en el Santísimo Sacramento.
Los dos hombres que más admiro son el cardenal Vidal de Cebú, y nuestro propio cardenal Sin de Manila. El cardenal Vidal dice que si hacemos sólo lo que es ordinario, entonces podemos esperar sólo bendiciones normales de Dios. Pero, como vivimos en tiempos extraordinarios, debemos estar dispuestos a hacer cosas extraordinarias, como es, tener adoración perpetua con el fin de esperar y recibir lo que hoy más necesitamos: las gracias y bendiciones extraordinarias de Dios. El cardenal Vidal está trabajando para que en cada una de sus parroquias haya adoración perpetua.
Mi gran alegría como vicario general de la Arquidiócesis de Manila es que el cardenal Sin la ha convertido en la dió­cesis más Eucarística del mundo, con más de 100 capillas de adoración perpetua. Esto es un tributo al clero por su gran fidelidad al Santísimo Sacramento.
Que el significado del milagro del sol te estimule. Setenta mil personas lo presenciaron el 13 de octubre de 1917.
Llovía muchísimo. Una señal de lágrimas, copiosas lágri­mas por la falta de humanidad del hombre. El barro estaba en todas partes, como la corrupción de todo lo que vemos hoy. Entonces el sol empezó a girar con un resplandor de distin­tos colores, que caía sobre la tierra. Esto presagia la gloria venidera del Santísimo Sacramento. La lluvia para, el barro desaparece y todo queda resplandeciente.
Setenta mil personas fueron testigos de ese acontecimiento, mientras que el mundo entero está todavía por ver lo siguien­te: "Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva — porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron... Y oí una fuerte voz que decía desde el trono:” Esta es la morada de Dios con los hombres... Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado” (Ap 21,1-4).
Y Jesús en el Santísimo Sacramento dice: "Mira que hago un mundo nuevo" (Ap 21,5).
Fraternalmente tuyo
en Su Amor Eucarístico,
Mons. Pepe

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