sábado, 3 de marzo de 2012

Via Crucis Meditado (Inicio y 1° Estación)




                                                 


PADECIÓ Y MURIÓ PARA PAGAR AL PADRE
POR NUESTROS PECADOS.
CONVIRTÁmonos CADA DÍA PARA SEGUIRLO.
AÚN ES TIEMPO.

Las indulgencias de la meditación de
“el viacrucis”
El Catecismo de la Iglesia Católica habla de las indulgencias en estos términos: "La doctrina y la práctica de las indulgencias en la Iglesia están estrechamente ligadas a los efectos del sacramento de la Penitencia."
"La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados, en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos." "La indulgencia es parcial o plenaria según libere de la pena temporal debida por los pecados en parte o totalmente.". "Todo fiel puede lucrar para sí mismo o aplicar por los difuntos, a manera de sufragio, las indulgencias tanto parciales como plenarias."
«El punto de partida para comprender la Indulgencia es la abundancia de la misericordia de Dios, manifestada en la Cruz de Cristo. Jesús Crucificado es la gran «Indulgencia» que el Padre ha ofrecido a la Humanidad, mediante el perdón de las culpas y la posibilidad de la vida filial (cf. Jn 1, 12-13) en el Espíritu Santo (cf. Ga 4, 6; Rm 5, 5; 8, 15-16)», dice el Santo Padre.
Se concede indulgencia plenaria a los fieles cristianos que devotamente hacen las Estaciones de la Cruz.  El ejercicio devoto de las Estaciones de la Cruz ayuda a renovar nuestro recuerdo de los sufrimientos de Cristo en su camino desde el praetorium de Pilato, donde fue condenado a muerte, hasta el Monte Calvario, donde por nuestra salvación murió en la cruz.

 Las normas para obtener estas indulgencias plenarias son:
1. Deben hacerse ante Estaciones de la Cruz erigidas según la ley.  2. Deben haber catorce cruces. Para ayudar en la devoción estas cruces están normalmente adjuntas a catorce imágenes o tablas representando las estaciones de Jerusalén.  3. Las Estaciones consisten en catorce piadosas lecturas con oraciones vocales. Pero para hacer estos ejercicios solo se requiere que se medite devotamente la pasión y muerte del Señor. No se requiere la meditación de cada misterio de las estaciones.  4. El movimiento de una Estación a la otra. Si no es posible a todos los presente hacer este movimiento sin causar desorden al hacerse las Estaciones públicamente, es suficiente que la persona que lo dirige se mueva de Estación a Estación mientras los otros permanecen en su lugar.  5. Las personas que están legítimamente impedidas de satisfacer los requisitos anteriormente indicados, pueden obtener indulgencias si al menos pasan algún tiempo, por ejemplo, quince minutos en la lectura devota y la meditación de la Pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo.   6. Otros ejercicios de devoción son equivalentes a las Estaciones de la Cruz, aun en cuanto a indulgencias, si éstos nos recuerdan la Pasión y muerte del Señor y están aprobados por una autoridad competente.   7. Para otros ritos. Los patriarcas pueden establecer otros ejercicios devotos en memoria de la Pasión y muerte de nuestro Señor, en manera similar a las Estaciones de la Cruz. 
Los requisitos de arriba son necesarios para obtener las indulgencias, pero siempre que se hacen las Estaciones con devoción en cualquier lugar, ya sea públicamente o en privado, se obtendrán muchas gracias. Claro que deben hacerse de corazón, con sincera intención de conversión.

Las Estaciones de la Cruz se pueden hacer con gran beneficio todo el año y son especialmente significativas durante la Cuaresma. Cada viernes santo, el Santo Padre dirige las Estaciones de la Cruz desde el Coliseo en Roma para recordar a los mártires y nuestro llamado a seguir sus pasos.



La Devoción de “El VIACRUCIS”,  es cuestión básicamente de meditar la Pasión de Nuestro Señor.   Las Estaciones son 14 crucecitas de madera, pegadas en las paredes de la iglesia.   Los 14 cuadros o grupos de imágenes, representan varias escenas del viaje de Cristo al Calvario, no son estrictamente necesarios; solamente nos ayudan a meditar.
Aquellos que devotamente hacen El VIACRUCIS, pueden ganar Indulgencia Plenaria cada vez que lo hagan; una indulgencia plenaria adicional se gana con la recepción de la Sagrada Eucaristía en el mismo día.
Aquellos que no sean capaces de hacer El Vía Crucis, pueden ganar la misma indulgencia, si cogen en la mano un crucifijo bendecido para éste fin y devotamente recen veinte veces El Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.   Los enfermos pueden ganar la misma indulgencia si devotamente besan o fijan la mirada en un crucifijo bendecido para éste fin y reciten una oración corta en honor de La Pasión y Muerte de Nuestro Señor.                                        

Al caminar de estación a estación digamos o cantemos:

                                              Perdón oh Dios mío

Perdón y Clemencia
Perdón e Indulgencia
Perdón y Piedad.

Pequé y mi alma
Su culpa confiesa
Mil veces me pesa
De tanta maldad.

Perdón oh Dio mío...


Inicio de “El Viacrucis”:

“Y después se mofaron de Él, le quitaron el manto y habiéndole puesto otra vez sus propios vestidos, le sacaron a crucificar”   Mateo 27, 31   







PRIMERA ESTACION
“Jesús condenado a muerte”.

Te adoramos Señor y te bendecimos, porque con tu Santa Cruz redimisteis al mundo.

En la madrugada, el sanedrín condenó a Jesús a muerte; ahora un Pilatos temeroso y chantajeado por los del sanedrín, entrega a Jesús a los judíos para que le crucificasen.   Jesús la inocencia misma, acepta ser el gran culpable en nuestro lugar.   Toma sobre sí nuestros pecados, se vuelve el más grande pecador, porque no queremos llevar nuestras faltas.   Así cargado con todos los pecados de la humanidad, EL apaciguó la cólera de su Padre Divino.    
Contemplando a Jesús condenado a muerte, pidamos la gracia de reconocer nuestras faltas, de humillarnos, de no tratar de buscar excusas; reconocernos pobres pecadores.   He ahí la primera condición para  beneficiarnos de los frutos de la Redención adquiridos por la dolorosa Pasión de Nuestro Salvador.  Dejemos de justificarnos, de excusarnos, o de culpar a otros por  nuestras faltas, arrepintámonos  y corrijamos nuestro rumbo hacia la vida verdadera que es el mismo Jesús.





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