Buenos días queridos hermanos en Cristo, le mandamos la meditación del décimo segundo día del mes del Sagrado Corazón de Jesús, dejémonos conquistar el corazón por los Sagrados Corazones de Jesús y María.
DEVOCIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Santa Margarita María de Alacoque
4. Tesoros, profusión de gracias
Este pensamiento de la abundancia de bendiciones y gracias, que en sí encierra y comunica la devoción al Corazón de Jesús, es frecuentísimo en los escritos de la Santa. De dos maneras se halla expresado: afirmando positivamente, pero en vago, esa copia de bienes, y confesando su impotencia de manifestar cuanto conoce.
a) No puede decir cuanto sabe. - Ciertamente, leyendo los escritos de los grandes amigos del Corazón de Jesús, se ve que lamentan con frecuencia cierta imposibilidad de expresarse acerca de estos misterios.
Así en la carta 132, después de enumerar la Vidente de Paray las gracias que en general recibirán mediante la devoción al Corazón de Jesús, añade:
«Mas respecto a aquellos que se ocupan en hacerle conocer y amar, ¡oh!, si yo pudiese y si me fuese permitido expresarme, de la manera que me es dado a conocer, acerca de las recompensas que recibirán de este amable Corazón, exclamaría V. como yo, ¡qué dichosos son aquellos que Él ha de emplear en la ejecución de sus designios!».
Nótese cómo aquí dice la Santa que ni puede ni le es permitido hablar. A la pregunta de cuál podrá ser la razón por qué el Corazón de Jesús no le permitía decir cuanto sabía de esas gracias, satisface la Santa algunas líneas después:
«Y la razón – dice - por qué no me es permitido hablar de las recompensas, que Él promete a aquellos que ocupare en esta santa obra, es a fin de que trabajen sin otro interés que el de su gloria con la intención de su puro amor».
Esta misma imposibilidad de hablar y otra causa de ella apareció ya en los dos últimos textos del número precedente:
«Confieso no poder ni saber expresarme según lo que me es dado a conocer, porque es un abismo». Lo propio se repite en las promesas a los apóstoles del Corazón de Jesús: «si me fuese permitido manifestar las riquezas infinitas...; en las promesas a las Comunidades religiosas: mas de poder expresar las gracias...»; pero estos testimonios hemos de verlos después.
b) Cúmulo de gracias.- Esta idea ya ha aparecido indirectamente en los testimonios precedentes; añadamos algunos más, en que se expresa en primer término:
«Me parece - escribía a la misma M. Saumaise - que soy una gotita de agua en este océano del Sagrado Corazón, que es un abismo de toda suerte de bienes, una fuente inagotable de toda clase de delicias; y cuanto más se saca de ella, más abundante es. Es un tesoro oculto e infinito, que sólo pide manifestarse, derramarse y distribuirse a nosotros, para enriquecer nuestra pobreza».
«Para esto (para que seamos santos) nos ha manifestado - escribe a su hermano - la devoción de su Sagrado Corazón; ésta contiene tesoros incomprensibles, que Él desea sean derramados en todos los corazones de buena voluntad».
«Si no me engaño, estoy en el (Sagrado Corazón) como en un abismo sin fondo, donde Él me descubre tesoros de amor y de gracias para las personas que se le consagraren y sacrificaren... En las cuales (en sus criaturas) El quiere establecer su imperio, como la fuente de todo bien, para proveer a sus necesidades».
«Su Sagrado Corazón es una fuente inagotable, que no quiere otra cosa que derramarse en los corazones humildes... ».
Éste es el manantial inexhaurible de todos los bienes, que no busca sino derramarse y comunicarse...».
Así se podrían multiplicar los pasajes. Esta idea servirá quizá también, para que pueda irse explicando más claramente el lector los apelativos de segunda redención, último esfuerzo de su amor, etc., que, según hemos visto, aplica a esta devoción Santa Margarita.
(Continúa)
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Comenzamos esta meditación haciendo un acto de contrición por nuestras faltas:
ACTO DE CONTRICIÓN
¡Dulcísimo Corazón de Jesús,que en este Divino Sacramento estás vivo e inflamado de amor por nosotros! Aquí nos tienes en vuestra presencia, pidiendo perdón de nuestras culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa, ¡oh buen Jesús!, haberte ofendido, por ser Vos tan bueno que no mereces tal ingratitud. Concédenos luz y gracia para meditar tus virtudes y formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.
MEDITACIÓN CORRESPONDIENTE AL DÍA
DÍA 12
EN EL SAGRADO CORAZÓN,
HALLAREMOS EL MÁS
SEGURO MAESTRO
HALLAREMOS EL MÁS
SEGURO MAESTRO
I
Consideremos hoy bajo este punto de vista el Sagrado Corazón de Jesús. A peso de oro y a costa de largos viajes buscan los hombres para sí, aventajados maestros, y tienen por gran honor y gran dicha hacerse discípulos suyos y aprender de sus labios ciencias humanas. A menos costa y con menos fatiga podemos nosotros encontrar en el Sagrado Corazón de Jesús el más seguro maestro.
Dos clases de lecciones nos da este Divino Preceptor: unas exteriores, por medio de la voz de la Iglesia; otras interiores, por medio de su secreta inspiración. ¿Y qué enseña? Grandes verdades, máximas de vida eterna, consejos de salvación, prudencia toda celestial. Adoctrinados por ese Maestro Divino, se han visto en la Iglesia de Dios, hombres y mujeres sin letras, admirar y confundir a los sabios, y dejar a los venideros, monumentos de profunda ciencia interior, no adquirida en las escuelas, sino en el trato y familiaridad con este Sagrado Corazón.
¡Oh Maestro de verdad! ¡Oh libro siempre abierto para quien desea penetrar sus secretos! ¡Oh cátedra santa, donde ni Moisés ni los profetas, ni los filósofos, sino el mismo Dios dicta lecciones de verdad a los discípulos de su Corazón!
Abre, Señor, el mío, para que reciba dócil tan divinas enseñanzas, y las siga y las practique con toda fidelidad.
Medítese unos minutos.
II
¿A quién has escuchado hasta hoy, alma mía? A maestros de seductoras palabras que te han guiado por caminos de perdición.
Han sido tus maestros: el mundo con sus necias máximas, las pasiones con su maligna sugestión, la vanidad, el amor propio, la ira y demás apetitos desordenados. Estas lecciones he escuchado, Jesús mío, y estas me han hecho permanecer sordo a los suaves consejos de tu ley. Habla ahora, Señor; habla, Divino Maestro, que tu fiel discípulo te escucha. Habla a lo íntimo de mi corazón desde las profundidades del tuyo; que oiga yo tu dulce voz, y aprenda de ella los secretos de la vida eterna, que nadie más me puede enseñar. Sordo quiero ser en adelante a todos los que hasta hoy me han seducido o engañado.
¡Oh Maestro Divino! ¡Admíteme en la escuela de tu Corazón, de donde han salido tantos y tan aprovechados discípulos! Soy ignorante como un niño, hazte cargo de mi ignorancia, compadécete de mi cortedad. No quiero por maestro más que a Ti: enséñame, Maestro mío, a hacer siempre tu santa voluntad.
Medítese, y pídase la gracia particular.
ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido a tus pies, ¡oh Jesús mío!,considerando las inefables muestras de amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo tu adorabilísimo Corazón, te pido humildemente la gracia de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo, para hacerme digno de las gracias y bendiciones que generoso concedes a los que de veras te conocen, aman y sirven.
¡Mira que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Ti como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy ignorante, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy fragil, oh poderosísimo amparo de los débiles, y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Ti para no desfallecer! Sé todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, luz de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo espera todo mi pobre corazón. Tú lo alentaste y convidaste cuando con tan tiernas palabras, dijiste repetidas veces en tu Evangelio: Venid a Mí,... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las puertas de tu Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío te hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tómalo, y dame en cambio lo que sabes me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave Maria y Gloria, en recuerdo de las tres insignias: cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.
Un abrazo en Jesús y María, bajo la protección de San José.
Familia Mobilia
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