DEVOCIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Santa Margarita María de Alacoque
Los fines de cada Instituto
Ya de suyo se entendía esta promesa, al hacer las precedentes; porque si la devoción al Corazón de Jesús renovará el fervor primitivo en cada Orden, claro es, que les hará conseguir perfectamente los fines para que fueron fundadas; no obstante, también aquí el Corazón de Jesús ha querido en sus promesas especificar más claramente este punto.
Exponiendo Santa Margarita aquella hermosa visión, en que la Virgen Santísima hizo entrega de la devoción al Corazón de Jesús a la Orden de la Visitación y a la Compañía de Jesús, dice:
«Y a medida que ellos (los religiosos de la Compañía) le procuraren tal placer, este Divino Corazón, fuente de bendiciones y de gracias, las derramará tan abundantemente sobre las funciones de sus ministerios, que éstos producirán resultados que sobrepujen sus trabajos y sus esperanzas, lo mismo en lo tocante a la salud y perfección de cada uno de ellos en particular», (es decir, que también en esto el fruto sobrepasará el trabajo y las esperanzas).
Y a las hijas de la Visitación les dijo, entre otras cosas:
«En este Divino Corazón es donde hallaréis un medio fácil de cumplir perfectamente lo que se os manda en este primer artículo de vuestro Directorio, que contiene en substancia toda la perfección de vuestro Instituto».
Como el fin de la Compañía de Jesús es completamente apostólico, no es de maravillar que las promesas referentes a la eficacia en mover los corazones al bien se repitan con frecuencia.
«Él les promete derramar abundantemente y con profusión sus bendiciones sobre los trabajos del santo ejercicio de caridad para con las almas en que ellos se ocupan...»
«De ellos dependerá el enriquecerse con abundancia de toda suerte de bienes y de gracias, porque por este eficaz medio que Él les presenta, es como podrán desempeñar perfectamente, según su deseo, el santo ministerio de caridad a que están destinados. Porque este Divino Corazón derramará de tal manera la unción de su caridad sobre sus palabras, que penetrarán como una espada de dos filos los corazones más endurecidos, para hacerlos susceptibles del amor de este Divino Corazón; y las almas más criminales serán llevadas por este medio a saludable penitencia».
(Continúa)
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Comenzamos esta meditación haciendo un acto de contrición por nuestras faltas:
ACTO DE CONTRICIÓN
¡Dulcísimo Corazón de Jesús,que en este Divino Sacramento estás vivo e inflamado de amor por nosotros! Aquí nos tienes en vuestra presencia, pidiendo perdón de nuestras culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa, ¡oh buen Jesús!, haberte ofendido, por ser Vos tan bueno que no mereces tal ingratitud. Concédenos luz y gracia para meditar tus virtudes y formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.
MEDITACIÓN CORRESPONDIENTE AL DÍA
DÍA 19
PIDAMOS AL SAGRADO CORAZÓN,
POR NUESTRO SANTO PADRE EL PAPA
PIDAMOS AL SAGRADO CORAZÓN,
POR NUESTRO SANTO PADRE EL PAPA
I
Hemos llegado ya a la última novena de este Mes del Sagrado Corazón. Ya es hora que pensemos en dirigirnos a Él con nuestro fervor, para rogarle en estos últimos días por las necesidades más urgentes de la sociedad humana. Por las nuestras particulares hemos rogado cada día y podemos seguir haciéndolo en el fondo de nuestro corazón. Por estas otras nuestra oración debe ser pública y común, como son ellas públicas y comunes. Dediquemos, pues, el día de hoy a rogar al Sagrado Corazón por nuestro Santo Padre el Romano Pontífice. Y ¿por qué otro podríamos ofrecer con preferencia nuestra más eficaz oración? Es el Papa el centro de toda la vida católica sobre la faz de la tierra, base de su edificio, cabeza visible del cuerpo espiritual del cual Cristo es cabeza invisible.
Es, por lo mismo, el objetivo privilegiado de las más violentas iras del infierno. Alrededor de su trono rugen con furor sin igual todas las tempestades de la impiedad. Muchos, despechados, le dirigen brutales amenazas; otros, pérfidos y capciosos, le tienden astutas amenazas.
¿Podrá un hijo fiel de la Iglesia dejar solo a su Padre y Pastor en esos duros combates? ¿Podremos no acudir al Sagrado Corazón por esta primera y más urgente necesidad de nuestros días?
¡Oh Sagrado Corazón de Jesús! Cubre con tu escudo de protección a este Vicario tuyo, el primero de tus hijos, a quien has constituido en la tierra como Padre y Pastor de nuestras almas en lugar de Ti. Asístele, defiéndele, hazlo vencedor en todas sus luchas.
Medítese unos minutos.
II
De todos los deberes del buen católico, el deber de rogar por el Papa es, sin duda, el primero y principal. ¿Qué familia hay en la cual los hijos no se crean obligados a prestar toda clase de auxilios al padre de ella? Aquí la gran familia es el Catolicismo, y el gran padre de ella es el Romano Pontífice. Nosotros somos sus hijos, y los auxilios principales que necesita son los de nuestra fervorosa y constante adhesión.
Es cierto que quizá nos hemos portado como extraños o indiferentes. ¿Estamos seguros de haber cumplido siempre la obligación de buenos hijos? No sea que esta dejadéz nuestra sea motivo de acusación en el tribunal de Dios. No permanezcamos más en esta frialdad y olvido.
¡Oh Sagrado Corazón de Jesús! Esta quiero que sea mi petición constante en tu presencia: ¡Salva al Papa! Concede autoridad y fuerza a sus palabras; haz que este mundo indócil respete su voz; haznos sobre todo a nosotros obedientes y sumisos a sus enseñanzas. Que sean confundidos y disipados los quieren el mal; que vuelvan en sí los que se han extraviado con doctrinas extrañas; que vuelvan jubilosas al amoroso Pastor las ovejas que se han apartado de su rebaño.
¡Oh Sagrado Corazón de Jesús! Por los méritos de tu Cruz, por el valor infinito de tu Sangre, por los azotes y las espinas de tu Pasión, dale a tu Vicario sobre la tierra lo que por él te pedimos en el día de hoy.
Medítese, y pídase la gracia particular.
ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido a tus pies, ¡oh Jesús mío!,considerando las inefables muestras de amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo tu adorabilísimo Corazón, te pido humildemente la gracia de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo, para hacerme digno de las gracias y bendiciones que generoso concedes a los que de veras te conocen, aman y sirven.
¡Mira que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Ti como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy ignorante, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy fragil, oh poderosísimo amparo de los débiles, y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Ti para no desfallecer! Sé todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, luz de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo espera todo mi pobre corazón. Tú lo alentaste y convidaste cuando con tan tiernas palabras, dijiste repetidas veces en tu Evangelio: Venid a Mí,... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las puertas de tu Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío te hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tómalo, y dame en cambio lo que sabes me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave Maria y Gloria, en recuerdo de las tres insignias: cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.
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