miércoles, 4 de marzo de 2020

La llave que abre el Corazón de Dios -

jesus misericordioso


La llave que abre el Corazón de Dios.

La llave que abre el Corazón de Dios es nuestra confianza. Porque si confiamos en Dios, Él nos colmará de bienes y dones por encima de lo que podemos pedir o desear. Quien no lo crea así, que haga la prueba de confiar ciegamente en Dios, y verá los admirables designios que el Señor tendrá sobre él, sobre los suyos y sobre todas sus cosas y empresas.
Si confiáramos más en Dios, si confiáramos plenamente en Dios, completamente, no sólo que seríamos las personas más felices de la tierra, sino que tendríamos todo asegurado y dormiríamos tranquilos y contentos, sabiendo que hay un Bueno, Dios, que vela por nosotros y nos cuida.
Dios a veces permite el infortunio y que las cosas no nos salgan como pensamos, pues para que ejercitemos la confianza en Él, ya que de otro modo no tendríamos la ocasión para hacerlo. Y así, confiando en Dios, es como merecemos toda clase de gracias y ayudas del Cielo. Y cuanto más confiemos, tanto más recibiremos de la munificencia de Dios, que no se deja ganar en generosidad, pero que quiere que sus criaturas no sean inconstantes sino fieles en pedir una y otra vez todo lo que necesitan, porque Él lo quiere dar en forma tan plena, que será causa de admiración del Cielo y la Tierra.
No es exageración lo que decimos sobre la confianza, pues en la misma devoción de la Divina Misericordia, Jesús dijo a Santa Faustina que daría mucho, muchísimo a quien confiara mucho, muchísimo en Él.
¿Y qué esperamos para lanzarnos al Corazón paternal de Dios que es todo amor, y que sólo pide nuestra plena y total confianza para actuar?
No nos amilanemos ante los acontecimientos adversos que a veces nos suceden y que quieren hacer echar por tierra nuestra confianza en Dios. Justamente es en esos momentos críticos donde más debemos demostrar nuestra confianza incondicional a Dios, ya que es en esos momentos difíciles cuando más merecemos por nuestra virtud.
Confiemos en Dios, a pesar de las apariencias, a pesar de todo lo que nos sugiera el Maligno, y aunque el mundo se venga abajo, nosotros mantengamos en alto nuestra confianza inamovible en Dios y en su Providencia amorosa, que es todopoderosa, y que sólo espera la confianza de su criatura para actuar implacablemente y colmarnos de todos los bienes.

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