domingo, 3 de marzo de 2013

Siete Domingos de San José - 5º Domingo


Siete Domingos de San José
La Iglesia, siguiendo una antigua costumbre, prepara la fiesta de San José, el día 19 de marzo, dedicando al Santo Patriarca los siete domingos anteriores a esa fiesta, en recuerdo de los principales gozos y dolores de la vida de San José.

                                                    

FORMA MEDITADA:

QUINTO DOMINGO
03/03/2013

Su dolor: al huir a Egipto con Jesús y María.
Su gozo: al estar siempre en su compañía.

Oración
San José, Custodio y familiar íntimo
del Verbo de Dios encarnado.
Grande fue tu sufrimiento
para alimentar y servir al Hijo del Altísimo,
sobre todo en la huida a Egipto;
de igual manera fue grande tu alegría
al tener siempre en tu compañía al mismo Hijo de Dios
y ver cómo caían en tierra los ídolos de Egipto.
Por este dolor y gozo,
te rogamos nos alcances la gracia de que,
huyendo de las ocasiones de pecado,
venzamos al enemigo infernal
y hagamos caer de nuestro corazón
todo ídolo de pasiones terrenas, para que,
ocupados en servir a Jesús y a María,
vivamos únicamente para ellos
y tengamos una muerte feliz.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén

Lectura Bíblica
Mateo 2, 13-18

Partido que hubieron, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate; toma al niño y a su madre y huye a Egipto, y estáte allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». Levantándose de noche, tomó al niño y a la madre y se retiró hacia Egipto, permaneciendo allí hasta la muerte de Herodes, a fin de que se cumpliera lo que había pronunciado el Señor por su profeta, diciendo: «De Egipto llamé a mi hijo». Entonces Herodes, viéndose burlado por magos, se irritó sobremanera y mandó matar a todos los niños que había en Belén y en sus términos de dos años para abajo, según el tiempo que con diligencia había inquirido de los magos. Entonces se cumplió la palabra del profeta Jeremías, que dice:
«Una voz se oye en Ramá, lamentación y gemido grande; es Raquel, que llora a sus hijos y rehusa ser consolada, porque no existen».

Consideración
Con ocasión de la venida de los Magos de Oriente, Herodes supo del nacimiento del «rey de los judíos». Y cuando partieron los Magos él «envío a matar a todos los niños de Belén y de toda la comarca, de dos años para abajo». De este modo, matando a todos, quería matar a aquel recién nacido «rey de los judíos», de quien había tenido conocimiento durante la visita de los magos a su corte.”[9]
La Iglesia rodea de profunda veneración a esta Familia, proponiéndola como modelo para todas las familias. La Familia de Nazaret, inserta directamente en el misterio de la Encarnación, constituye un misterio especial. Y —al igual que en la Encarnación— a este misterio pertenece también una verdadera paternidad: la forma humana de la familia del Hijo de Dios, verdadera familia humana formada por el misterio divino. En esta familia José es el padre: no es la suya una paternidad derivada de la generación; y, sin embargo, no es «aparente» o solamente «sustitutiva», sino que posee plenamente la autenticidad de la paternidad humana y de la misión paterna en la familia. En ello está contenida una consecuencia de la unión hipostática: la humanidad asumida en la unidad de la Persona divina del Verbo-Hijo, Jesucristo, junto con la asunción de la humanidad, en Cristo está también «asumido» todo lo que es humano, en particular, la familia, como primera dimensión de su existencia en la tierra. En este contexto está también «asumida» la paternidad humana de José.”[10]

Para concluir, la Letanía de San José puede ser rezada, o bien la siguiente oración:

Oración

Oh Dios, que con inefable providencia,
elegiste a San José como esposo de la Madre de tu Hijo,
concédenos la gracia de tener como intercesor en el cielo
al que veneramos como protector en la tierra.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén


Letanías a San José
Señor, ten misericordia de nosotros
Cristo, ten misericordia de nosotros.
Señor, ten misericordia de nosotros.
Cristo óyenos.
Cristo escúchanos.
Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Santa Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.
Santa María, ruega por nosotros.
San José, ruega por nosotros.
Ilustre descendiente de David,  ruega por nosotros.  
Luz de los Patriarcas, ruega por nosotros.  
Esposo de la Madre de Dios, ruega por nosotros.  
Casto guardián de la Virgen, ruega por nosotros.  
Padre nutricio del Hijo de Dios, ruega por nosotros.  
Celoso defensor de Cristo, ruega por nosotros.  
Jefe de la Sagrada Familia, ruega por nosotros.  
José, justísimo, ruega por nosotros.  
José, castísimo, ruega por nosotros.  
José, prudentísimo, ruega por nosotros.  
José, valentísimo, ruega por nosotros.  
José, fidelísimo, ruega por nosotros.  
Espejo de paciencia, ruega por nosotros.  
Amante de la pobreza, ruega por nosotros.  
Modelo de trabajadores, ruega por nosotros.  
Gloria de la vida doméstica, ruega por nosotros.  
Custodio de Vírgenes, ruega por nosotros.  
Sostén de las familias, ruega por nosotros.  
Consuelo de los desgraciados, ruega por nosotros.  
Esperanza de los enfermos, ruega por nosotros.  
Patrón de los moribundos, ruega por nosotros.  
Terror de los demonios, ruega por nosotros.  
Protector de la Santa Iglesia, ruega por nosotros.  
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: escúchanos, Señor,
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: ten misericordia de nosotros.

V.- Le estableció señor de su casa.
R.- Y jefe de toda su hacienda.

Oremos: Oh Dios, que en tu inefable providencia, te dignaste elegir a San José por Esposo de tu Santísima Madre: concédenos, te rogamos, que merezcamos tener por intercesor en el cielo al que veneramos como protector en la tierra. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén


                                                                FORMA BREVE:
QUINTO DOMINGO


• El dolor: en su afán de educar y servir al Hijo del Altísimo, especialmente en el viaje a Egipto.
• La alegría: al tener siempre con él a Dios mismo, y viendo la caída de los ídolos de Egipto.

Oración. Oh custodio vigilante, familiar íntimo del Hijo de Dios hecho hombre, glorioso San José, ¡cuánto sufristeis teniendo que alimentar y servir al Hijo del Altísimo, particularmente en vuestra huida a Egipto!, pero cuán grande fue también vuestra alegría teniendo siempre con Vos al mismo Dios y viendo derribados los ídolos de Egipto.
Por este dolor y este gozo, alcanzadnos alejar para siempre de nosotros al tirano infernal, sobre todo huyendo de las ocasiones peligrosas, y derribar de nuestro corazón todo ídolo de afecto terreno, para que, ocupados en servir a Jesús y María, vivamos tan sólo para ellos y muramos gozosos en su amor. Amen

Padrenuestro, Ave y Gloria.

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