MES EN HONOR DE SAN JOSÉ
Pensamientos e invocaciones
Día 30º- Terror de los demonios.
Oh San José, fortificado por la presencia y el recuerdo de Jesús, has podido vencer siempre cualquier ataque a tu fe por parte del demonio.
Libera, oh San José, mi corazón y mi mente de toda maldad, para que sea un cristiano lleno de vida, redimido por la sangre de Cristo y un ciudadano honrado.
“Oración para pedir Pureza”
Padre y protector de la virginidad, glorioso San José, a cuya fiel custodia fue encomendada la misma inocencia , Cristo Jesús y la Virgen de la vírgenes, María; por esta doble y queridísima prenda, Jesús y María, te ruego y suplico que, incontaminada el alma, puro el corazón y el cuerpo casto, me concedas servir siempre purísimamente a Jesús y María. Amén
“ ID A SAN JOSÉ “
Numerosos Padres de la Iglesia han visto en el Antiguo Testamento a José, hijo del Patriarca Jacob, como un anuncio profético de José, el esposo virginal de MarÍa. Los dos, por una serie de circunstancias providenciales, fueron a Egipto: el primero, perseguido por sus hermanos y entregado por envidia que prefigura la traición que se habría de cometer con Cristo; el segundo, huyendo de Herodes para salvar a Aquel que traía la salvación al mundo. El primer José se convirtió en intendente de los graneros de Egipto; y cuando el hambre asolaba los pueblos vecinos y acudían al Faraón, éste les decía: Id a José y haced lo que él les diga. Y ahora también el hambre de doctrina, de piedad y de amor, asola la tierra, la Iglesia nos recomienda: Id a José.
En nuestros momentos de incertidumbres, de necesidades urgentes, de indecisiones, oímos la voz de Jesús que nos dice: ¡Id a José! El que cuidó de Mí y de mi Madre en la tierra, continúa cuidando de Mí en mis miembros, que son todos los hombres necesitados.
San José gobernó la casa de Nazaret con autoridad de Padre, la Sagrada Familia no solo simboliza la Iglesia, sino que en cierto modo la contenía, como la semilla al árbol, como la fuente al río. A Jesús, le es muy grato que tratemos y pidamos ayuda al que tanto amó ÉL en la tierra y ahora en el cielo, del que tantas cosas aprendió, con quien conversó desde que pudo pronunciar las primeras palabras. El Patrocinio del Santo Patriarca sobre la Iglesia universal es principalmente de orden espiritual; pero también se extiende al orden temporal como la del otro José, hijo de Jacob, llamado por el rey de Egipto “salvador del mundo”.
“Sucedió en Fátima el 13 de Octubre de 1917”
De manera particular, Dios quiere hacer relucir la persona y misión de San José en su relación con los Corazones de Jesús y María. La primera indicación de ello fue dada en las apariciones de la Virgen de Fátima, en Portugal. En la última aparición de la Virgen el 13 de Octubre, San José aparece junto con el Niño Jesús y bendice al mundo; Sor Lucía, la principal vidente, relata lo sucedido: “Mi intención (en gritar a la gente que miraran hacia arriba) no era llamarles la atención hacia el sol, porque yo no estaba consciente de su presencia. Fui movida a hacerlo bajo la dirección de un impulso interior. Después que Nuestra Señora había desaparecido en la inmensidad del firmamento, contemplamos a San José con el Niño Jesús y a nuestra Señora en un manto azul, al lado del sol, San José y el Niño Jesús aparecieron para bendecir al mundo, porque ellos trazaron la Señal de la Cruz con sus manos. Cuando un poco más tarde, esta aparición desapareció, vi a Nuestro Señor y a la Virgen; me parecía que era Ntra. Sra. de los Dolores. Nuestro Señor apareció para bendecir al mundo en la misma manera que lo hizo San José. Esta aparición, también desapareció y vi a Ntra. Sra. una vez más, esta vez como Ntra. Sra. del Carmen”.
Ese día en Fátima, se hicieron presentes los Dos Corazones y San José. Dios nos revela los Corazones de Jesús y María, pues ellos son la esperanza de la humanidad. Es el amor y la misericordia de estos Dos Corazones los que salvarán al mundo del pecado y de la muerte. Pero el misterio de la presencia de San José revela que, unido al amor de los Dos Corazones, Dios espera y busca el amor y la respuesta del hombre para con su hermano. Dios salvará a la Humanidad por medio del amor: el Amor de Jesús y María y de todos aquellos que, como San José se unan y vivan dentro de ese amor.
Así como por designio de Dios, el Corazón Inmaculado de la Santísima Virgen está unido “indisolublemente” al Corazón de Cristo, de manera que estos Dos Corazones permanezcan unidos para siempre y por ellos nos llegara la salvación, así mismo por designio de Dios, el corazón que más de cerca vive en alianza con éstos Dos Corazones, es el corazón de San José.
La presencia de San José en dos de las apariciones de la Santísima Virgen aprobadas por la Iglesia -Knock y Fátima-, muestran el deseo de Dios de que se reconozca a San José. En la aparición de Fátima, vemos como Dios no dejó duda alguna de la importancia de San José en su plan para la conversión del mundo a través del Inmaculado Corazón de María. Fue la misma Virgen María, la que anunció en su aparición del 13 de septiembre, de que en octubre no solo haría un milagro para que todo el mundo creyera, sino que San José vendría con el Niño Jesús a bendecir al mundo.
La Virgen le dijo a Lucía: “Continúen rezando el Rosario para obtener el fin de la guerra. En octubre, Nuestro Señor vendrá así como Nuestra Señora de los Dolores y Nuestra Señora del Carmen. San José aparecerá con el Niño Jesús y bendecirá al mundo”.
San José dado como protector de los Dos Corazones en el principio, está ahora encomendado por Dios como protector de toda la familia humana. De forma particular, San José es protector de todos aquellos que aman a los Dos Corazones, que se han unido a ellos y que promueven su pronto Reinado en la Humanidad; él es precisamente el primer Corazón que se unió a Ellos en amor, en servicio y en fidelidad para mayor Gloria de Dios.
Son los apóstoles de los Dos Corazones los que de una manera nueva deben acogerse a la protección de San José y pedirle a él, que les enseñe a amar, a servir, a sacrificarse y a permanecer unidos a éstos Dos Corazones como él lo hizo toda su vida. ¡San José protector... Ruega por nosotros! Amén.
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