domingo, 13 de abril de 2014

Grandeza Divina, humildad humana


Actualizado 11 abril 2014
Grandeza divina, humildad humana

     El cuarto evangelio…, todos sabemos que es el evangelio escrito por San Juan, el discípulo predilecto de Señor y es un evangelio que dado su grado espiritualidad, se diferencia de los otros tres llamados sinópticos. Este cuarto evangelio, comienza diciéndonos, en muy pocas palabras, varias cosas muy fundamentales: “1 Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios”. (Jn 1,1-2). Primeramente al decirnos: Al principio existía la Palabra, nos está diciendo que cuando se creó el mundo, al principio de su creación, Dios ya existía, Dios es anterior a la creación del mundo, Él es el único ser increado que existe, que carece de principio y que nunca tendrá fin, él es eterno. El resto de seres, que existen, ángeles, demonios, personas…, así como otros seres que puedan existir y que nosotros lo ignoramos, son todos inmortales, nunca eternos y todos hemos sido extraídos de la nada.
       En segundo lugar, San Juan con unas palabras que para algunos puede parecerles, un galimatías, nos anuncia el misterio de la Santísima Trinidad, haciendo referencia al Padre y el Hijo que es la Palabra, más adelante se hablara de Espíritu Santo, fruto de recíproco amor entre el Padre y el Hijo. En la teofanía del encinar de Mambré, fueron tres ángeles, los que en una prefiguración del misterio de la Santísima Trinidad se le aparecieron a Abraham nuestro padre en la fe y el amor a Dios.
      Si meditamos en profundidad este breve versículo, y lo que sigue a continuación, del evangelio de San Juan, nos daremos cuenta de que la grandeza de Dios, que es algo que escapa la pobre capacidad de nuestras mentes. Porque ni siquiera somos conscientes, hasta donde podemos llegar a comprender, ¡Quien es Dios!  Y es que nuestra innata soberbia, nos impide avanzar en este sentido. Nos falta humildad y nos sobra soberbia.
      Carlo Carretto, fue un italiano nacido en Alejandria en 1910 que nos abandonó retornando a la casa del Padre en 1988. Hay una parte importante, en su vida espiritual, cuando ingresa en la Fraternidad de los Hermanitos de Jesús, de la familia Carlos de Foucauld.  Marchó a hacer su noviciado en El Abiodh Sidi Cheikh, en Argelia, en donde, permaneció durante diez años, compartiendo su vida en fraternidad en el Sahara, en la zona de Tamanrasset. Este periodo fue una experiencia profunda de vida interior y de oración, en el silencio y en el trabajo, que marcaría toda su vida y sus actividades posteriores.
     Saco de los escritos de Carlo Carretto, estos párrafos, que nos hacen considerar cuán grande es la grandeza de Dios y la mucha humildad que necesitamos para aceptarla y amale a Él. “Esta arena que toco con las manos, que se escurre entre mis dedos, pertenece al Primario. Algún geólogo me dice: 350 millones de años. Los grandes reptiles que poblaron estos lugares y cuyos restos he visto en las exploraciones saharianas pertenecen al secundario, 130 millones de años. Estos camellos que llevan la sal al Níger y que pasan por delante de mí, en largas y elegantes caravanas, ponen a sus progenitores en el lejano terciario 70 millones de años. Y el hombre, este pequeño tan grande y al mismo tiempo tan pequeño, ¡con que lentitud camina sobre los cementerios de animales que le han precedido! Es del cuaternario, de ayer: 500.000 años. Dios no tiene prisa para hacer las cosas y el tiempo es suyo y no mío”
      “Vuelvo los ojos sobre Andrómeda y la noche está tan clara, que empiezo a descubrir la nebulosa que lleva el nombre de la constelación. Es el cuerpo celeste más alejado de la tierra visible a simple vista: 800.000 años luz, Entre aquella enorme distancia y la más pequeña –cuatro años de luz de Próxima, que aparecerá dentro de dos meses en la constelación del Centauro- existen las distancias de todo ese cúmulo de 40 billones de estrellas que tiene la galaxia a la que pertenecemos nosotros pequeño grano de arena, llamado Tierra. Y más allá de la nebulosa de Andrómeda, otros millones de nebulosas y millones y millones de estrellas que mis ojos no ven, pero que Dios ha creado”.
      “Yo no soy hombre estudioso, pero los hombres estudiosos dicen que la tierra sobre la que ponemos nuestros pies ha nacido hace dos mil millones de años. Después se ha preparado para esperar al hombre en las diversas épocas geológicas en las cuales la creatividad de Dios se ha expresado con todo su poder y dulzura. “Hubo así tarde y mañana” (Gn 1,5). Pero entre una mañana y otra, entre una tarde y otra… ¡Cuánto tiempo de por medio! Periodo precámbrico: mil quinientos millones de años. Primario: cuatrocientos millones de años. Terciario: cincuenta millones de años. Y finalmente el cuaternario con la presencia del hombre hace un millón de años”.
      La magnitud de las cifras que se barajan en la astronomía, no cabe dudad de que nos acerca un poco a comprender cuál es la grandeza de Dios y la pequeñez y miseria nuestra. Y en esa medida, nos acercaremos más y amaremos más a Dios. Nosotros aquí abajo, nos movemos en función del tiempo, y el tiempo es un dogal al que se encuentra sometido todo lo material. Lo material en ninguna de sus expresiones, animado o inanimado, inmortal y no digamos ya que es eterno, Porque la eternidad es de Dios.
        Leí una vez que todas las maravillas naturales, que nos ofrece este mundo y las que pueda haber en otros mundos desconocidos por nosotros, no son ni siquiera una pequeña sombra de lo que es Dios creador de todo y de lo que puede realizar. El mundo de la materia, el universo entero, ha sido creado por Él, sacándolo de la nada, y todo ello es una sola muestra, de un orden material inferior y supeditado al espiritual, que es el orden divino y al que pertenece nuestra alma, el día que pueda salir de esta jaula que nos aprisiona y que se llama cuerpo. ¡Dios mío que grande eres!
      Y para comprenderte y amarte necesitamos humildad. La humildad es la primera de todas las virtudes y es ella y solo ella, la que nos puede llevar al camino, que Tú quieres que recorramos, hasta que llegue el gozoso momento, de ser llamados por Ti.
            Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

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