sábado, 19 de enero de 2019

Pensar en el Cielo

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           Pensar en el Cielo.

Pensar en el Cielo que nos espera, nos ayuda a sobrellevar los trabajos y sufrimientos de esta vida, porque sabiendo que al final del camino llegaremos a la Felicidad sin fin, para siempre, nos suaviza los padecimientos de este mundo.
Pero no hagamos caso al diablo que nos susurra: “El Cielo no está hecho para ti. Tú tienes muchos pecados y no irás al Cielo”, etc. No le prestemos oídos al Maligno, que quiere llevarnos a la desesperación y a considerar sólo lo de este mundo, en que quizás estamos sufriendo mucho. Si padecemos mucho aquí en la tierra, y además nos quitan la esperanza de la otra vida, entonces sí que somos envueltos por el desaliento y el desánimo. ¡Pero no! El Cielo está abierto para nosotros, aunque hayamos sido grandes pecadores, y aunque lo sigamos siendo, porque basta con que volvamos arrepentidos a Dios, y Él nos perdona al instante y borra y destruye todos nuestros pecados.
La esperanza del Cielo nos debe alegrar la vida terrena, porque sabemos que todo lo que vivimos es pasajero. Si estamos felices, bienvenido sea; y si somos infelices y tenemos dolores, sabemos que esto no será para siempre, y que por un corto tiempo de sufrimiento en este mundo, nos ganaremos una gloria que no tiene comparación.
Recordemos siempre que el sufrir en este mundo es más meritorio que padecer en el más allá. Porque sufrir en el Purgatorio no tiene ningún mérito, sino que es sólo purificación para entrar limpios al Cielo. Y padecer eternamente en el Infierno es locura de las locuras, y ése sí que sería el verdadero fracaso, la verdadera desesperación. Pero sufrir en la tierra es meritorio, porque si tenemos paciencia, los sufrimientos nos acarrean un cúmulo de gracias y dones para nosotros y para muchos, acortándonos considerablemente las purificaciones ultraterrenas.
Pensemos en el Cielo, ya sea que estemos bien, o nos sintamos mal, porque todo lo de este mundo pasará, y llegará luego lo que será eterno, y el Cielo está abierto para nosotros, con tal de que tengamos la buena voluntad que los ángeles en Belén anunciaron a los pastores, porque si tenemos buena voluntad nos salvaremos, y el Paraíso recompensará todo trabajo o dolor sufrido en esta tierra.
La vida es corta. El tiempo vuela. Vivamos pensando en el Cielo que nos espera, e incluso vivamos ya el Paraíso en este mundo, porque quien está seguro de que tendrá un final feliz, ya va contento durante el camino, aunque sea dificultoso.

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