martes, 8 de enero de 2019

"Por fin, mi Corazón Inmaculado triunfará"


Por qué tanta desconfianza.

¿Por qué tenemos tanta desconfianza con las cosas que pasan en nuestras vidas, en las vidas de quienes amamos y en el mundo entero? ¿Acaso no creemos en un Dios que todo lo ve, que a todo provee, y que cuida hasta del pajarito que vuela y cae a tierra?
Lo que nos sucede es que tenemos poca o ninguna confianza en Dios, pues si creemos -como lo afirmamos muchas veces- que Dios es Todopoderoso y que a Él nada escapa de cuanto es, fue y será, y que todo lo que sucede es querido o, al menos, permitido por Dios, porque de ello sabe sacar bienes, entonces ¿por qué desconfiamos de Dios? ¿Por qué nos angustiamos tanto con las cosas que nos suceden y perdemos la paz tan fácilmente?
Tenemos poca o ninguna fe y confianza en Dios, y creemos que Él está lejos de nosotros y de las situaciones que nos tocan vivir. Pero tengamos presente que si Dios ha querido o permitido alguna “desgracia”, será para bien. Aunque ahora no lo entendamos, aturdidos por el dolor y el sufrimiento, esperemos un tiempo y comprobaremos que lo sucedido era lo mejor. Y si no lo reconocemos en este mundo, lo entenderemos en el más allá, que Dios todo lo gobernó para bien de los que lo aman.
En cuanto a nosotros no dejemos la oración, porque la oración nos ayuda a aceptar las cosas que pasan sin perder la confianza en Dios y en su Providencia amorosísima. Si rezamos poco, entonces confiaremos poco; y si rezamos mucho, entonces confiaremos mucho en Dios, y la confianza en Dios lo es todo, porque para Él no hay NADA imposible, y puede arreglar las situaciones más complicadas con sólo quererlo, y en un abrir y cerrar de ojos. Bendito sea Dios si arregla las cosas. Y bendito sea también Dios si no las arregla, porque todo será para bien.
Confiemos en Dios y, pase lo que pasare, no perdamos la confianza en Dios y, sobre todo, no perdamos la paz, porque el demonio, con las desgracias que causa en la tierra, quiere hacer perder la paz a los corazones, primer paso para llevarlos luego a la desesperación y al pecado. No le demos el gusto, y conservemos la paz en medio de las tempestades de la vida. Dios tiene todo bajo control y ABSOLUTAMENTE NADA ocurre sin que Él lo quiera o permita. Si lo ha querido o permitido, siempre es para bien. Y con este pensamiento vivamos en paz, sabiendo que Dios es bueno y nos ama infinitamente y cuida de nosotros, y hace fructificar nuestro dolor, como hizo rendir frutos eternos e infinitos a la pasión de su Hijo Jesús. También nosotros colaboramos a la redención de la humanidad, y que esto nos llene de una gran paz y alegría, sabiendo que no sufrimos en vano, sino para salvarnos nosotros y salvar a un número grande de almas.

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