“Si
no hubiera más sacerdotes casi nadie estaría llorando a causa de esto. Esta es
una triste constatación que tenemos que hacer.
Estamos ante la mayor crisis en la historia del sacerdocio de la Iglesia. Zonas
enteras de Europa están ahora sin sacerdotes y todo está en silencio. No se oye
un solo obispo que suene la alarma, llorando con los fieles, pidiendo a todos a
rezar por las vocaciones sacerdotales y ordenando ayunos con súplicas ardientes
al Señor para que tenga misericordia de su pueblo.
Es cierto que se escucharán a los obispos y a los dirigentes de la curia describiendo
los números de esa caída vertiginosa de la presencia de los sacerdotes en la
Iglesia. Se escucharán elaborando tranquilamente – con mucha tranquilidad - una
lista con la información de una manera despreocupada, como si se tratara de una
situación a aceptar como cosa natural - de hecho, una oportunidad para una
nueva iglesia más del pueblo.
En los próximos años en Italia, la tierra de la antigua cristiandad, seremos
testigos de la desaparición de las parroquias y algunos cambios radicales
impensables hasta hace unos años, en las estructuras más simples del
catolicismo, las comunidades parroquiales, en los que la vida cristiana era
natural para todos. Pero la inmensa mayoría de los católicos comprometidos
fingirán que no pasa nada porque sus pastores ya lo están haciendo.
Es un "desastre", un "terremoto" - pero nadie está llorando
a causa de esto, se pretende que no está pasando nada. Hay una pretensión de
que no pasa nada, porque el cuento de hadas de la "primavera" del
Concilio debe continuar. Se huye de todas las verificaciones históricas y se
niega la evidencia de una crisis sin precedentes.
Y un futuro no tan católico se está preparando.
Porque se habla de "reestructurar" la organización de las comunidades
cristianas, es decir, crear un espacio para los laicos (como si no hubiésemos
tenido suficiente de eso en los últimos años) y un nuevo tipo de fieles
cristianos está siendo inventado, que se convertirán en administradores en las
parroquias y reemplazarán a los sacerdotes. Fieles laicos, debidamente
"clericalizados" cuidarán de las iglesias y, a la espera de una misa,
ellos, como cristianos adultos, harán la predicación de la Palabra...
…y mientras tanto... nadie está llorando por esto - nadie está orando y
clamando a Dios.
Tal vez no están llorando porque alguien ha preparado este terremoto en la
Iglesia. Ellos han degradado el sacerdocio católico, convirtiendo a los
sacerdotes de ser hombres de Dios, en trabajadores sociales de la comunidad.
Redujeron el Breviario y oración. Impusieron traje secular que los sacerdotes
para ser como los demás. Les dijeron a los sacerdotes que se actualizasen
porque el mundo estaba avanzando. También se les dijo que no acentuasen su
propia importancia, más bien que compartan sus responsabilidades con los
fieles.
Y como un golpe de gracia: dieron a los sacerdotes una Misa que se convirtió en
la preparación para una catástrofe en la Iglesia. No más oración profunda, no
más adoración al Dios que se hace presente. No más unión íntima con el
sacrificio propiciatorio de Cristo en la Cruz, pero en su lugar, hay una
comunión sagrada con la comunidad. Todo se centra en el hombre - no en Dios - y
mucha conversación extenuante sobre la construcción de la comunidad. Se trata
de una Misa, que es un constante movimiento de laicos que van y vienen desde el
altar, formación para damas y caballeros que pronto estarán llevando nuestras
antiguas parroquias sin sacerdotes.
Y con la Misa "mundana", han inculcado el sacerdocio universal de los
fieles distorsionando su significado. Los bautizados son un pueblo sacerdotal,
ya que ofrecen a sí mismos en el sacrificio, en unión con Cristo crucificado,
ofreciendo toda su vida con Jesús. Los fieles deben ser santificados; he aquí
el sacerdocio universal de los bautizados. Pero los fieles no participan del
sacerdocio ministerial, que es de naturaleza diferente y cumple con el
sacerdocio de Cristo. Es a través del sacramento del Orden que Cristo se hace
presente en la gracia de los sacramentos. Si no hubiesen más sacerdotes, tanto
la Iglesia y como la gracia de los sacramentos llegarían a su fin.
Martín Lutero y el Protestantismo hicieron exactamente eso: destruyeron el
sacerdocio católico, diciendo que todos eran "sacerdotes", destacando
específicamente el sacerdocio universal de los laicos.
Sobre la cuestión de la reestructuración parroquias, las cosas pueden terminar
de esta manera.
Podría haber sido diferente enfrentar esta crisis con mentes y corazones que
tuviesen en alta estima el Sacramento del Orden, con el conocimiento de que el
sacerdote es uno de los mayores dones para la Iglesia y para toda la gente.
Pero no fue así. Se tendrá que lidiar con esta crisis después de años de
confusión total en la vida del clero, después de años en los que se
desacostumbró a asistir a la Misa diaria y la doctrina católica. Por lo que,
los fieles se quedaron sin sacerdotes. Esto ya está sucediendo. Y cuando
aparezca un sacerdote, los fieles no van a tener idea de qué hacer con él, por
estar acostumbrados a la creencia de que el Señor los salvará sin sacerdotes y
sin sacramentos.
Creemos que no es correcto pretender que no está pasando nada. Esta es la razón
por la que estamos pidiendo a nuestros fieles a orar con fervor al Señor, para
que Él de muchos sacerdotes de su Iglesia, como Él ya lo hizo.
Queridos fieles, este mes de junio, que se dedica al Orden Sagrado, tengamos el
valor de pedir esta gracia, incluso con lágrimas, al Sagrado Corazón de Jesús y
al Inmaculado Corazón de María.
Y no nos apartemos del don precioso de la Misa de siempre – la Misa de la
Tradición. Sólo esta Misa podrá dar nuevos sacerdotes a la Iglesia del Señor.”
(Editorial
Radicati nella fede, junio de 2013, Boletín de Domodossola y comunidad Vocogno,
diócesis de Novara, Italia)
Recemos y hagamos ayuno, por el crecimiento de las vocaciones sacerdotales
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