DÍA VEINTIDÓS (28/NOV)
Reconocimiento a Dios
CONSIDERACIÓN. –
Los días tristes y penosos son, sin duda, los más numerosos en la vida del
hombre; sin embargo, Dios le dispensa algunos consuelos y alegrías, en medio de
sus penas.
Preguntémonos, si
tenemos, por los bienes que nos da, un reconocimiento suficiente.
Vamos a Él con
fervor, cuando somos desgraciados, cuando la muerte amenaza a alguien que
amamos, pero si oye nuestra súplica, ¿la acción de gracias se eleva en seguida
de nuestro corazón? En una palabra, ¿somos agradecidos?
La Santísima Virgen
es aquí otra vez nuestro modelo y la Escritura santa nos ha conservado el
sublime canto del Magníficat, que nosotros todos, que somos sus hijos, debemos
gustar repetir después de Ella.
¡Oh! ¡sí! ¡que
nuestra alma glorifique al Señor puesto que su misericordia hacia nosotros ha
sido grande!
¡Que la expresión
de nuestra gratitud sea como el arranque de un corazón que se eleva sobre las
cosas pasajeras no mirándolas sino con los ojos de la fe!
EJEMPLO. – Se
cuenta que los japoneses, cuando se les instruía con el Evangelio, de las
grandezas, hermosuras, amabilidades infinitas de Dios, sobre todo cuando se les
enseñaba los grandes misterios de la religión, todo lo que ha hecho Dios por
los hombres; un Dios naciendo, sufriendo, muriendo por salvarlos: ¡Oh! ¡qué
grande es! exclamaban en sus dulces transportes, ¡es bueno y amable el Dios de
los cristianos! Cuando, en seguida, se les añadía que había un mandamiento
especial de amar a Dios y amenazas si no se le ama, se sorprendían y no podían
volver de su asombro. ¡Y qué! decían ¡que! A hombres razonables ¿un precepto de
amar a Dios que nos ha amado tanto y a quien debemos todo? ¿Y no es, acaso, la
más grande felicidad amarlo y la peor desgracia no amarlo? Pero cuando llegaban
a saber que había cristianos que no sólo no amaban a Dios sino que lo ofendían
y ultrajaban, exclamaban con indignación: ¡Oh pueblo injusto, oh corazones
ingratos, bárbaros! ¿Es posible que los cristianos sean capaces de estos
horrores? ¿Y en qué tierra maldita habitan esos hombres sin corazón y sin
sentimientos?
Merecemos mucho
estos justos reproches y un día, esos pueblos alejados de nosotros, esas
naciones extranjeras, llamadas en testimonio contra nosotros, nos acusarán y
condenarán delante de Dios.
PLEGARIA DE SANTO
TOMÁS DE AQUINO. - Haced, oh Reina del
Cielo, que yo lleve siempre en el alma el temor y el amor de vuestro dulce Hijo
y que le rinda sin cesar, fervientes acciones de gracias por los grandes
beneficios que me han sido acordados, no por mis méritos sino por su bondad
infinita. Así sea.
PROPÓSITO. – Cada noche, agradeceré a Dios los beneficios
recibidos durante el día; si Él me ha enviado alguna pena, la aceptaré con
resignación.
JACULATORIA. –
María, Espejo de Justicia, rogad por nosotros.
PLEGARIA DE SAN
BERNARDO, PARA TODOS LOS DÍAS. – Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María, que
jamás se ha oído decir que ninguno de aquellos que han acudido a vuestra
protección e implorado vuestro socorro, haya sido abandonado. Animado con tal
confianza, acudo a Vos ¡oh dulce Virgen de las vírgenes! me refugio a vuestros
pies, gimiendo bajo el peso de mis pecados. No despreciéis, ¡oh Madre del
Verbo!, mis humildes plegarias; antes bien, oídlas benignamente y cumplidlas.
Así sea.
JACULATORIA. – Oh
María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos.
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