domingo, 10 de noviembre de 2013

Mes de María - 4º Día - Debemos amar a Jesús


DÍA CUARTO (10/NOV)

Debemos amar a Dios

CONSIDERACIÓN. – Cuanto más la Santísima Virgen avanzaba en el conocimiento de Dios, tanto más lo amaba. ¿Cómo en efecto, se podría no dar todos los efectos del corazón a Aquél que reúne todas las grandezas, todas las perfecciones, de quien las criaturas que más admiramos aquí abajo, no son sino un pálido reflejo?
Si hay todavía hombres que no aman al Señor, que no piensan en Él, que no elevan su alma hacia Él, es porque les es desconocido.
Esos infelices no saben que ese Dios todopoderoso, el Creador del universo, el Rey de los reyes, les ha amado con un amor tan grande, que por redimirlos de la condenación eterna, el Verbo eterno, la Segunda persona de la Santísima Trinidad ha querido descender del cielo, nacer en un establo y morir sobre la cruz. ¡Oh! ¿no sentimos que nuestro corazón se emociona, considerando tantas pruebas de amor? Comprendamos cómo seríamos ingratos, si no amáramos a Dios con todas las fuerzas de nuestra alma, más que a ninguna de las cosas creadas, más que a nosotros mismos y si no estuviésemos dispuestos a sacrificar todo por su amor.

EJEMPLO. – Un día que el santo Cura de Ars oía cantar a los pajarillos dijo suspirando: ¡Pobrecillos! habéis sido creados para cantar y cantáis. El hombre ha sido creado para amar a Dios y no lo ama. Sin embargo, la única felicidad que tenemos sobre la tierra es amar a Dios y saber que Él nos ama. Ser amado por Dios, estar unido a Dios, vivir en la presencia de Dios, vivir para Dios.
¡Oh! ¡qué bella vida!

PLEGARIA DE SAN AGUSTÍN. - ¡Oh nuestra poderosa Soberana, hablad por nosotros a nuestro Señor Jesucristo, ¿quién podría hacerlo mejor que Vos, que habéis gozado tan íntimamente de sus pláticas sobre la tierra? Pedid para nosotros un gran amor a Dios, la perseverancia en su santa gracia y la felicidad de morir en su amistad. Así sea.

PROPÓSITO. – Diré continuamente a Dios que lo amo y trataré de probárselo con mi conducta.

JACULATORIA. – Madre del Salvador, rogad por nosotros.

PLEGARIA DE SAN BERNARDO, PARA TODOS LOS DÍAS. – Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de aquellos que han acudido a vuestra protección e implorado vuestro socorro, haya sido abandonado. Animado con tal confianza, acudo a Vos ¡oh dulce Virgen de las vírgenes! me refugio a vuestros pies, gimiendo bajo el peso de mis pecados. No despreciéis, ¡oh Madre del Verbo!, mis humildes plegarias; antes bien, oídlas benignamente y cumplidlas. Así sea.

JACULATORIA. – Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos.


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