sábado, 1 de junio de 2013

1º de Junio - Comienza el Mes del Sagrado Corazón de Jesús

Buenos días queridos hermanos en Cristo, hoy es el primer día de este mes de junio, en que la Iglesia lo dedica completamente a la Devoción del Sagrado Corazón de Jesús, meditemos pues durante cada día, bajo la mirada maternal y dulce de nuestra Madre la Santísima Virgen María; y dejémonos conquistar el corazón por los Sagrados Corazones de Jesús y María.
 
                                                            

DEVOCIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

El mes de junio se caracteriza, de modo particular, por la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Celebrar el Corazón de Cristo significa dirigirse hacia el centro íntimo de la persona del Salvador, el centro que la Biblia identifica precisamente con su corazón, sede del amor que ha redimido el mundo.
Si ya el corazón humano representa un misterio insondable que sólo Dios conoce, ¡cuánto más sublime es el Corazón de Jesús, en el que late la vida misma del Verbo! En él, como sugieren las hermosas letanías del Sagrado Corazón, haciéndose eco de las Escrituras, se encuentran todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia, y toda la plenitud de la divinidad.
Para salvar al hombre, víctima de su misma desobediencia, Dios quiso darle un "corazón nuevo", fiel a su voluntad de amor (cf. Jr 31, 33; Ez 36, 26; Sal 50, 12). Este corazón es el Corazón de Cristo, la obra maestra del Espíritu Santo, que comenzó a latir en el seno virginal de María y fue traspasado por la lanza en la cruz, convirtiéndose de este modo, y para todos, en manantial inagotable de vida eterna. Ese Corazón es ahora prenda de esperanza para todo hombre.
¡Cuán necesario es para la humanidad contemporánea el mensaje que brota de la contemplación del Corazón de Cristo!En efecto, ¿de dónde, si no es de esa fuente, podrá sacar las reservas de mansedumbre y de perdón necesarias para resolver los duros conflictos que la ensangrientan?
Al Corazón Misericordioso de Jesús quisiera encomendarle hoy de modo especial a cuantos viven en Tierra Santa: judíos, cristianos y musulmanes. Ese Corazón que, colmado de afrentas, no albergó jamás sentimientos de odio y venganza, sino que pidió el perdón para sus asesinos, nos señala el único camino para salir de la espiral de la violencia: el de la pacificación de los ánimos, de la comprensión recíproca y de la reconciliación.
Junto con el Corazón misericordioso de Cristo veneramos el Corazón inmaculado de María santísima, Mediadora de gracia y de salvación.
A Ella nos dirigimos con confianza ahora para implorar misericordia y paz para la Iglesia y para el mundo entero.

          (Juan Pablo II. Ángelus. Domingo 23 de junio de 2002)
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Comenzamos esta meditación haciendo un acto de contrición por nuestras faltas:


ACTO DE CONTRICIÓN

¡Dulcísimo Corazón de Jesús,
que en este Divino Sacramento estás vivo e inflamado de amor por nosotros!
Aquí nos tienes en vuestra presencia,
pidiendo perdón de nuestras culpas e implorando vuestra misericordia.
Nos pesa, ¡oh buen Jesús!, haberte ofendido,
por ser Vos tan bueno que no mereces tal ingratitud.
Concédenos luz y gracia para meditar tus virtudes
y formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.

MEDITACIÓN CORRESPONDIENTE AL DÍA

DÍA 1
EL SAGRADO CORAZÓN, 
 MODELO DE AMOR

I
¿Qué motivos han inducido al Señor a darnos su Sagrado Corazón? Sólo motivos de amor. Porque nos amó se hizo hombre, porque nos amó sufrió Pasión y muerte, porque nos amó quiso quedarse en la Eucaristía, porque nos amó se dignó manifestarnos en estos últimos tiempos las riquezas de su adorable Corazón.
   ¿Y a quién amó? A criaturas ingratas y culpables, indignas de ocupar uno solo de sus pensamientos. Nos vio como éramos, pobres, infelices, llenos de corrupción y de pecados. Por nuestra suma miseria nos amó. ¡Oh amor tiernísimo del Corazón de Jesús!
   ¿Y cómo nos amó? No como aman los hombres, ni como aman los Ángeles, ni como ama la misma Virgen María. Nos amó como sólo puede amar Él; con amor eterno, infinito, divino, amor del Corazón de un Dios.
   ¡Oh Pobre corazón mío! ¡Qué nobleza la tuya! Has sido amado a pesar de tu miseria por el Corazón de todo un Dios! ¿Conoces ¡oh hombre! hasta qué punto te ha engrandecido Dios, haciéndote objeto de su amor?
   Medítese unos minutos,

II
   ¿Y qué pide el Corazón de Jesús a cambio de este amor? No pide nuestra vida, nuestra salud ni nuestras riquezas. Pide sólo el amor de nuestro corazón. Pide sólo ser amado, no como merece El, sino como podemos amar nosotros con nuestro pobre corazón. Con una gotita del nuestro se contenta Éla cambio del océano que nos da del suyo.
   ¡Tengo sed!, clama desde este sagrario, como desde la cruz. Tengo sed de vuestro amor. ¡Ah! ¡hermanos! ¡no nos hagamos los sordos a este grito amoroso del Corazón de Jesús! ¡Amemos al Sagrado Corazón!
   ¿Y cómo se le ama? Se le ama guardando su ley, procurando seguir sus inspiraciones; buscándole amigos que le quieran; ganándoles almas que un día sean con El dichosas; evitándole injurias y menosprecios; desagraviándole por ellos. Así se aman los hombres unos a otros. Así debemos amar a Jesús.
   ¿Qué haces tú por aquel padre, por aquella esposa, por aquel hermano, por aquel amigo a quien amas tanto? ¿Cómo les hablas? ¿Cómo les sirves? ¿Cómo les contentas? pues bien; haz lo mismo con el Corazón de tu buen Jesús, y estará satisfecho de ti.
   ¡Ay de ti si no le amas por lo menos de esta manera! ¡Infeliz! Deberás aborrecerlo por toda la eternidad.
   
Medítese. y pídase la gracia particular.


ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN

Rendido a tus pies, ¡oh Jesús mío!,considerando las inefables muestras de amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo tu adorabilísimo Corazón, te pido humildemente la gracia de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo, para hacerme digno de las gracias y bendiciones que generoso concedes a los que de veras te conocen, aman y sirven.
   ¡Mira que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Ti como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy ignorante, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy fragil, oh poderosísimo amparo de los débiles, y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Ti para no desfallecer! Sé todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, luz de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo espera todo mi pobre corazón. Tú lo alentaste y convidaste cuando con tan tiernas palabras, dijiste repetidas veces en tu Evangelio: Venid a Mí,... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las puertas de tu Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío te hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tómalo, y dame en cambio lo que sabes me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.

   Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave Maria y Gloria, en recuerdo de las tres insignias: cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.

Un abrazo en Jesús Misericordioso y María Siempre Virgen, en el amor del Espíritu Santo, bajo la paternal protección de San José y la mirada amorosa de Dios Padre.
Familia Mobilia

(Esperamos que la puedan hacer y compartir con familiares y amigos, así nos convertiremos en difusores del amor de Jesús)

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