sábado, 29 de marzo de 2014

Ancora de Salvación: Unción de los Enfermos

                                                  

En muchas diócesis es "misión imposible" conseguir Sacerdote, no digamos de noche, sino siquiera fuera de horario "de oficina".

¿Qué se está enseñando en los seminarios?

En alguna diócesis incluso se ha cancelado el Servicios Sacerdotal de Urgencia (SSU)

El valor de un alma es infinito porque cada alma vale toda la Sangre de Cristo crucificado. Aunque hubiere pocos llamados, ¿no vale la pena?

Jesús no mide por el éxito estadístico sino el amor y el esfuerzo que se pone en salvar cada alma. ¿Acaso el buen pastor no atiende la urgencia de sus ovejas en peligro de muerte, dejando las 99 por una sola? ¿espera a que salga el sol para comprobar si ya fueron devoradas por el lobo?

¿Qué padre bueno no lo dejaría todo con tal de acompañar a su hijito en una enfermedad mortal?

El Beato Cura Brochero, no dudó en arriesgar la vida, al vendar los ojos de su mula para cruzar un río crecido, para darle la unción a un enfermo grave: "Cualquier día voy a permitir que el diablo me lleve un alma".

¿Quién es mi prójimo? Ojalá el día del Juicio, Jesús no tenga que decir: estuve enfermo y no me visitasteis, ni sanasteis con la confesión y unción, tuve hambre y no me disteis el "pan vivo".

La unción está vinculada a la salud física pero sobre todo a la espiritual que a) es más abarcativa que la pastoral de la salud física y b) requiere otras acciones, por ejemplo, formación.

Lamentablemente se ha extendido la falsa creencia de que la Divina Misericordia suple todo, aún sacramentos establecidos por el mismísimo Jesús, y por lo tanto no serían “tan” urgentes. Sin embargo, esto contradice lo recomendado por el Magisterio, Papas y santos: en la economía de la salvación, hay que poner los medios ordinarios como si no existieran los extra-ordinarios.

La pastoral de la salud no parece focalizarse en corregir falsas nociones que atentan contra el pedido de la unción, en especial "a la hora de la muerte":

1-   La inexistencia de pecado mortal.
2-   La inexistencia del infierno y purgatorio.
3-   La incomprensión de que Dios exige perfección porque es perfectamente Justo.
4-   La inexistencia de Juicio personal y final.
5-  La despoblación total del infierno por un falso concepto de Misericordia Divina que subsana incluso el libertinaje de rechazar el perdón de Dios (“Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti”)
6-  El descreimiento en la realidad sobrenatural y eficacia del sacramento de la confesión, unción y comunión para la sanación y fortalecimiento físico y espiritual (incluyendo la conversión)
7-   La no actuación o inexistencia de Satanás y sus demonios.
8-  La inexistencia de una batalla final a la hora de la muerte donde seremos atacados por todo el poder de Satanás.
9-   El descreimiento en la eficacia y valor de los sacramentales y la oración.
10- El sentido propiciatorio del dolor

También se podría aprovechar la unción como una “vacunación preventiva” grupal a los 70 años, tal como permitiría el Código de Derecho Canónico, y de paso, recordar la posibilidad del sacramento de la confirmación de adultos.

Si se “vacunara a toda la población”, sería mucho más difícil para Satanás llevarse almas al infierno. Es más, si a la hora de la muerte todos recibieran bien los sacramentos y/o se rezara la coronilla de la Divina Misericordia frente a los moribundos, tal como promete Jesús en esa devoción promovida por Juan Pablo II, se salvarían todas las almas de la diócesis: ¿acaso no es esa la prioridad de la Iglesia?

Por todo esto, parece que el SSU tendría que ser más abarcativo que la pastoral de la salud física y por lo tanto debiera ser un grupo independiente o que abarque también dicha pastoral.

No hay comentarios:

Publicar un comentario