sábado, 19 de mayo de 2012

Evangelio - Domingo: Ascensión del Señor


               
Día litúrgico: Ascensión del Señor (B)
Texto del Evangelio (Mc 16,15-20): En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien».

Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban.

Comentario: Fray Lluc TORCAL Monje del Monasterio de Sta. Mª de Poblet (Santa Maria de Poblet, Tarragona, España)

«El Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios»
Hoy en esta solemnidad, se nos ofrece una palabra de salvación como nunca la hayamos podido imaginar. El Señor Jesús no solamente ha resucitado, venciendo a la muerte y al pecado, sino que, además, ¡ha sido llevado a la gloria de Dios! Por esto, el camino de retorno al Padre, aquel camino que habíamos perdido y que se nos abría en el misterio de Navidad, ha quedado irrevocablemente ofrecido en el día de hoy, después que Cristo se haya dado totalmente al Padre en la Cruz.

¿Ofrecido? Ofrecido, sí. Porque el Señor Jesucristo, antes de ser llevado al cielo, ha enviado a sus discípulos amados, los Apóstoles, a invitar a todos los hombres a creer en Él, para poder llegar allá donde Él está. «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará» (Mc 16,15-16).

Esta salvación que se nos da consiste, finalmente, en vivir la vida misma de Dios, como nos dice el Evangelio según san Juan: «Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo» (Jn 17,3).

Pero aquello que se da por amor ha de ser aceptado en el amor para poder ser recibido como don. Jesucristo, pues, a quien no hemos visto, quiere que le ofrezcamos nuestro amor a través de nuestra fe, que recibimos escuchando la palabra de sus ministros, a quienes sí podemos ver y sentir. «Nosotros creemos en aquel que no hemos visto. Lo han anunciado aquellos que le han visto. (...) Quien ha prometido es fiel y no engaña: no faltes en tu confianza, sino espera en su promesa. (...) ¡Conserva la fe!» (San Agustín). Si la fe es una oferta de amor a Jesucristo, conservarla y hacerla crecer hace que aumente en nosotros la caridad.

¡Ofrezcamos, pues, al Señor nuestra fe!

Otro comentario: 

Ve al mundo sin ser mundano y muestra tu fe
¡No tengas miedo!
Aunque tienes que ser precavido; ¿y cómo se es precavido?, ¡fácil!, vive la pobreza; que tu vida no encienda envidia material; sé discreto, para que los demás no tengan celos de los bienes que Dios te da; sé humilde con tus dones, usándolos para servir a los demás, además de hacerlos rendir para el provecho de hacer siempre las cosas bien, entregando a Dios toda tu labor, ¡y cumple con los Mandamientos de la Ley de Dios!; el hacerlo es ponerte un escudo contra el mundo y sus maldades, y es ser luz en la oscuridad de los que no conocen a Dios como es, es Amor y Ama a todos, a buenos y malos; a los buenos los ayuda a que le ayuden a que los malos quieran hacer el bien. ¡Ojo!, ¡vas a sufrir!, ¡te harán sufrir!... ¿Aún estás ahí?, ¡bien!, sabía que eras de los buenos, de los legales, de los católicos, de los verdaderos fieles a Dios; ¡lo sabía!, ¡qué alegría siento en mi corazón!. Yo también sufro y me aguanto, como debe ser; así que ya somos dos, tú y yo.
Hay que ir al mundo a propagar el Evangelio.
Si puedes reenviar el Evangelio a tus amistades y contactos, cada día, o en el envío mensual del Evangelio del mes, tú cumples con lo que Jesucristo pidió a todos, y se elevó, y se espera su regreso. ¡Volverá!
¿Qué le vas a entregar tú a Dios cuando le veas?... Propaga el Evangelio, y de paso, mis meditaciones; ¿por qué no?, si te hacen bien a ti, pueden hacer bien a otros. ¡Claro que sí!
Todos unidos en el Amor, el Catecismo y el Evangelio de la Fe, porque el Evangelio es la Buena Nueva de nuestra bendita fe.
Ve al mundo, sin ser mundano, y muestra tu fe. ¡Ánimo!, vas a ser muy feliz haciendo esto. Sí, he dicho que sufrirás, pero sufriendo y todo, serás muy feliz, aquí dentro, en tu corazón, que oye la voz de tu conciencia y SABES que haces lo correcto, seguir a Dios, vivir por Dios, con Dios, para Dios. ¡Qué alegría!, ¡Santo-a!
Dios espera de ti que propagues el Evangelio, que salgas al mundo y no te pierdas. Los sacramentos te ayudarán a mantenerte fiel y puro, y bueno, a pesar de las tentaciones y los malos consejos. Tú, con Dios, lo puedes resistir todo, porque Dios está en los sacramentos. ¡¡¡Síííí!!!
P. Jesús


Otro comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)

La Ascensión de Cristo: el ser humano entra de un modo nuevo en la intimidad de Dios
Hoy Jesús se despide de los Apóstoles. Inmediatamente después, "fue elevado" en presencia de ellos, y una nube le ocultó a sus ojos. Es el misterio de la Ascensión. El uso del verbo "elevar" tiene su origen en el Antiguo Testamento, y se refiere a la toma de posesión de la realeza: la Ascensión de Cristo significa, en primer lugar, la toma de posesión del Hijo del hombre crucificado y resucitado de la realeza de Dios sobre el mundo. 

Pero hay un sentido más profundo, que no se percibe en un primer momento. La presencia de la nube que "lo ocultó a sus ojos" (Hch 1,9) hace referencia a una antiquísima imagen de la teología del Antiguo Testamento (desde la nube del Sinaí…, hasta la nube luminosa sobre el monte de la Transfiguración): evoca, en definitiva, el "sentarse a la derecha de Dios". 

—En el Cristo elevado al cielo el ser humano ha entrado de modo inaudito y nuevo en la intimidad de Dios; el hombre encuentra, ya para siempre, espacio en Dios.


Otro comentario:



Juan Taulero (v. 1300-1361), dominico en Estrasburgo Sermón 20, 3º para la Ascensión


«Para ir donde me voy, ya sabéis el camino»

        "El Señor Jesús, después de haberles, ascendió al cielo "... Los miembros del Cuerpo de Cristo deben seguir a su maestro, su cabeza, que ascendió hoy. Nos precedió, para prepararnos un sitio (Jn 14,2), a nosotros que lo seguimos, de modo que pudiéramos decir con la novia del Cantar de los Cantares: "Correremos en pos de ti" (1,4)...
        ¿Queremos seguirlo? Debemos también considerar el camino que nos mostró durante treinta y tres años: camino de pobreza y de indigencia, a veces muy amargo. Debemos seguir completamente el mismo camino si queremos ascender, con él, por encima de los cielos. Aunque todos los maestros hayan muerto y todos los libros quemados, encontraremos siempre, en su vida santa, una enseñanza suficiente, porque él mismo es el camino y no otro (Jn 14,6). Sigamoslo pues.
        De la misma manera que el imán atrae el hierro, así Cristo misericordioso, atrae todos los corazones que ha tocado. El hierro atraído por la fuerza del imán se levanta por encima de su ser natural, pasa por encima, aunque esto sea contrario a su naturaleza. No se detiene hasta que él mismo se haya elevado. Así es como todos aquellos que son atraídos en el fondo de su corazón por Cristo, no retienen más la alegría ni el sufrimiento. Ascienden hasta él...
        Cuando no se es atraido, no hay que imputárselo a Dios. Dios toca, empuja, advierte y desea por igual a todos los hombres, quiere por igual a todos los hombres, pero su acción, su advertencia y sus dones son recibidos y aceptados de un modo muy desigual... Amamos y buscamos otra cosa distinta a él, he aquí porque los dones que Dios ofrece sin cesar a cada hombre quedan a veces inútiles... Podemos salir de este estado de alma sólo con un celo valiente y decidido y con una oración muy sincera, interior y perseverante.




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