jueves, 17 de mayo de 2012

Evangelio - Viernes VI Semana de Pascua


Día litúrgico: Viernes VI de Pascua
Texto del Evangelio (Jn 16,20-23a): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo. La mujer, cuando va a dar a luz, está triste, porque le ha llegado su hora; pero cuando ha dado a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo. También vosotros estáis tristes ahora, pero volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y vuestra alegría nadie os la podrá quitar. Aquel día no me preguntaréis nada».

Comentario: Rev. D. Joaquim FONT i Gassol (Igualada, Barcelona, España)

«Vuestra tristeza se convertirá en gozo»
Hoy comenzamos el Decenario del Espíritu Santo. Reviviendo el Cenáculo, vemos a la Madre de Jesús, Madre del Buen Consejo, conversando con los Apóstoles. ¡Qué conversación tan cordial y llena! El repaso de todas las alegrías que habían tenido al lado del Maestro. Los días pascuales, la Ascensión y las promesas de Jesús. Los sufrimientos de los días de la Pasión se han tornado alegrías. ¡Qué ambiente tan bonito en el Cenáculo! Y el que se está preparando, como Jesús les ha dicho.

Nosotros sabemos que María, Reina de los Apóstoles, Esposa del Espíritu Santo, Madre de la Iglesia naciente, nos guía para recibir los dones y los frutos del Espíritu Santo. Los dones son como la vela de una embarcación cuando está desplegada y el viento —que representa la gracia— le va a favor: ¡qué rapidez y facilidad en el camino!

El Señor nos promete también en nuestra ruta convertir las fatigas en alegría: «Vuestra alegría nadie os la tomará» (Jn 16,23) y «vuestra alegría será completa» (Jn 16,24). Y en el Salmo 126,6: «Al ir, va llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando trayendo sus gavillas».

Durante toda esta semana, la Liturgia nos habla de rejuvenecer, de exultar (saltar de alegría), de la felicidad segura y eterna. Todo nos lleva a vivir de oración. Como nos dice san Josemaría: «Quiero que estés siempre contento, porque la alegría es parte integrante de tu camino. —Pide esa misma alegría sobrenatural para todos».

El ser humano necesita reír para la salud física y espiritual. El humor sano enseña a vivir. San Pablo nos dirá: «Sabemos que todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios» (Rom 8,28). ¡He aquí una buena jaculatoria!: «¡Todo es para bien!»; «Omnia in bonum!».

Otro Comentario: Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM (Barcelona, España)

La alegría cristiana
Hoy Jesús predice su muerte y resurrección, con la imagen de la tristeza que se vuelve gozo. Como la mujer que da a luz sufre, pero cuando tiene al bebé en sus brazos se olvida del sufrimiento, así la muerte de Jesús es dolorosa para los suyos, pero la resurrección les alegrará.

La alegría es verdadera si brota de Jesucristo muerto y resucitado. En Él todo sufrimiento se transforma en alegría: salvando al hombre a través del dolor, Cristo ha "redimido" (transformado) al mismo sufrimiento. Un dolor que engendra más dolor y desesperación no está centrado en Cristo, sino en uno mismo. En cambio, si está vinculado con Él, fluye la alegría del corazón como un torrente desbordante.

—Ven, Espíritu Santo, y en medio de las tristezas de esta vida, concédenos el don del gozo espiritual, y con María —causa de nuestra alegría— haz que vivamos la alegría pascual de Jesús resucitado y que nada ni nadie nos la pueda quitar.

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