miércoles, 14 de noviembre de 2012

MES DE MARÍA 7º DÍA


Queridos hermanos en Cristo, aquí les mandamos la meditación del séptimo día, de este mes de la Virgen María.

                                                                             
DÍA SÉPTIMO (13/NOV)
La oración de la mañana
CONSIDERACIÓN. – Cada uno de nuestros días debe ser, desde su comienzo, consagrado a Dios por la plegaria.
No basta, para cumplir este primer deber, recitar cómodamente y sin atención algunas palabras aprendidas de memoria. La plegaria es una elevación del alma hacia Dios, es necesario que el cristiano le hable con la confianza con que un niño se dirige a su padre, le expone sus necesidades, le confía sus inquietudes, solicita el perdón de sus culpas, le agradece los dones que ha recibido. Cuando cada mañana recitamos el Padrenuestro, del cual Jesús mismo nos ha dado el texto, que nuestro corazón siga las palabras pronunciadas por nuestros labios.
Todo lo que debemos pedir al Señor, está allí maravillosamente resumido.
No terminemos nunca este piadoso ejercicio, sin pedir la protección maternal de María. ¡Con qué fervor, con qué recogimiento se dedicaba Ella cada día a sus plegarias! ¡Qué respeto en su actitud, qué fervor en su corazón!
¡Oh! si pudiéramos orar como Ella ¡cómo seríamos felices!
EJEMPLO. – El santo Cura de Ars, hablaba siempre con muy afectuoso reconocimiento, de los constantes esfuerzos de su madre, para hacer de sus hijos verdaderos cristianos, elevando desde su niñez, su corazón y espíritu hacia Dios. Apenas comenzaban a balbucear y ya ella les enseñaba a juntar las manitas y pronunciar los nombres de Jesús y María. Los despertaba ella misma y su primera ocupación, era hacerles recitar las oraciones de la mañana. Les demostraba cómo es necesario consagrar cada día la primera acción a Dios, a quien debemos la vida y todo lo que poseemos.
Juan conservó el recuerdo de este ejercicio de la mañana, hasta una edad muy avanzada. Un eclesiástico que le había oído un día hablar con emoción, sobre este punto, le dijo:
-¡Cómo sois feliz de haber sentido, desde tan joven, esa potente atracción a la plegaria!
-Después de Dios, le respondió el señor abate de Vianney, esto, fue obra de mi madre, ¡ella era tan buena y tan piadosa!
PLEGARIA DE SAN ANASTASIO. - ¡Oh Santísima Virgen! escuchad nuestras plegarias, distribuidnos los dones de vuestras riquezas y dadnos parte en la abundancia de vuestras gracias. El Señor está contigo, rogad por nosotros ¡oh Madre de Dios! nuestra poderosa y augusta Soberana. Así sea.
RESOLUCIÓN. – No dejaré jamás, de hacer mi oración de la mañana.
JACULATORIA. – Madre del Salvador, rogad por nosotros.

Continúa.....
Un abrazo en Jesús Misericordioso y María Santísima, en el amor del Espíritu Santo, bajo la protección de San José y la mirada amorosa de Dios Padre.
Familia Mobilia

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