miércoles, 14 de noviembre de 2012

MES DE MARÍA - 8º DÍA


Queridos hermanos en Cristo, aquí les mandamos la meditación del octavo día, de este mes dedicado a la Santísima Virgen María:


DÍA OCTAVO (14/NOV)
 
La unión con Dios
 
CONSIDERACIÓN. – La Santísima Virgen, no se limitaba a ofrecer a Dios, las primicias de sus días. Ella cumplía en seguida cada uno de sus actos, en espíritu de fe. Cuando nuestro Señor nos dice, en el Evangelio, que es necesario no dejar de orar jamás, no debemos entender que estamos obligados a continuas meditaciones, sino a frecuentes elevaciones de nuestra alma hacia Dios y a una unión constante de nuestro corazón con Él, aún en medio de las más variadas ocupaciones.
Algunas veces, nos quejamos de que nos falta coraje en el dolor, fuerza en la tentación; esto viene de que no recurrimos frecuentemente a Dios.
Una invocación ferviente, un signo de la cruz, un impulso de nuestro corazón hacia Él, pidiéndole socorro y ayuda, nos mantendrán fuertes y enérgicos, en todas las circunstancias de la vida.
Seamos fieles también, a las prácticas que la Iglesia nos recomienda; asistamos cada día, si podemos, al Santo Sacrificio de la  Misa; no omitamos nunca el Ángelus, ese gracioso saludo a María.
En fin, volviendo a tomar nuestra comparación de ayer, vayamos frecuentemente a Dios, que es nuestro Padre, y dirijámonos a la Santísima Virgen que Él nos ha dado por Madre.
 
EJEMPLO. – San Vicente de Paúl se mantenía constantemente unido a Dios. Cualquier clase de ocupación o trabajo que le llegara, le encontraba siempre recogido, siempre dueño de sí mismo. Era de notarse que, ordinariamente, antes de responder a cualquier pregunta, sobre todo si se trataba de algo importante, hacía una pequeña pausa, durante la cual elevaba su alma a Dios para implorar su luz y su gracia, a fin de no decir ni hacer nada, más que según su voluntad, y para su mayor gloria. Se servía de cosas naturales y sensibles para elevarse hasta el Creador.
Cuando veía la campaña cubierta de trigo o los árboles cargados de fruta, tenía motivos para admirar esta abundancia inagotable de bienes que está en Dios, de alabar y bendecir el cuidado paternal de su Providencia. Cuando veía flores o cualquier otra cosa agradable o hermosa, pensaba en su corazón:
¿Qué hay comparable a la bondad de Dios, que es el principio de toda la perfección de las criaturas?
¿No es de Él, que los astros, las flores, los pájaros, toman su brillo y hermosura?
 
PLEGARIA DE SAN EFRÉN. - ¡Oh Madre Inmaculada del Salvador! ¡Oh mi gloriosa Soberana! Vos sois más pura que el resplandor brillante de los rayos del sol, Vos que sois el socorro de los pecadores, el puerto de los desgraciados, el consuelo del mundo, guardadme bajo vuestras alas... Haced que yo llegue a Jesucristo, haced que yo entre en la corte bienaventurada de los Santos. Así sea.
 
RESOLUCIÓN. – Elevaré frecuentemente mi corazón a Dios, durante el día.
 
JACULATORIA. – Virgen digna de alabanza, rogad por nosotros.

Continúa.....

Un abrazo en Jesús Misericordioso y María Santísima, en el amor del Espíritu Santo, bajo la protección de San José y la mirada amorosa de Dios Padre.
Familia Mobilia

 

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