jueves, 14 de junio de 2012

15° Día del Sagrado Corazón de Jesús - Solemnidad



                                

DEVOCIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
                    Santa Margarita María de Alacoque          
7. Virtud santificadora de este culto 

A) Respecto de los individuos 
            Aunque todas las grandezas que sobre la devoción al Corazón de Jesús nos ha referido Santa Margarita son principalmente en orden a la santificación de los hombres, sin embargo, creemos no estará demás aducir algunos testimonios que especifican algo más aquellas ideas un poco generales. 
            «¡Si V. supiera cuánto mérito y gloria tiene el honrar a este amable Corazón del adorable Jesús, y cuál será la recompensa de aquellos que, después de estar a Él consagrados, no buscan sino honrarle! Sí, me parece que esta sola intención hará sus acciones más meritorias y agradables delante de Dios, que todo cuanto ellos hubiesen podido hacer sin esta aplicación». 
            «No sé, mi querida Madre, si comprenderá V. lo que es la devoción al Sagrado Corazón de Jesucristo Nuestro Señor de que le hablo; produce un gran cambio y fruto en todos los que se consagran y se dan a ella con ardor». 
            «Me parece que no hay camino más corto para llegar a la perfección, ni medio más seguro de salvación que estar consagrado enteramente a este Corazón Divino, para tributarle todos los homenajes de amor, honor y alabanza de que seamos capaces». 
El librero. Un diseño. Dos monedas 
            Había la Hermana Joly publicado un librito sobre el Corazón de Jesús. La Santa indicó al P. Croiset su deseo de que lo ampliase; lo mismo hicieron algunos fervorosos estudiantes; y el buen librero M. Horacio Molin, amigo del P. Croiset y que se había entusiasmado por esta santa devoción, comprometióse a editarlo por sí mismo, movido del deseo que sentía de glorificar al Corazón de Jesús; súpolo la Sierva de Dios y escribió al P. Croiset: 
            «Pero, sobre todo, («miro como escogidos y predestinados a su amor eterno») a ese buen librero, que ha mostrado en este asunto tan buena voluntad; pues por semejante gasto se ha ganado un lugar en este Corazón adorable, el cual se tornará en asilo seguro para él en la hora de la muerte. Jamás ha hecho cosa que le haya de ser mejor premiada». 
            Repárese en las últimas palabras. Jamás había hecho el librero en su vida acción que le hubiese de ser mejor recompensada, que aquel acto de apostolado por el Corazón de Jesús.
            Iba a hacerse la primera imagen o pintura del Sagrado Corazón; se pasó en ello mucho tiempo, y hubo mil dificultades; por fin, tomóla a su cargo la M. de Saumaise, encargándose del diseño la Hermana Joly. Cuando la Santa vio por primera vez su ansiado cuadro, escribió: 
            «Y por lo que se refiere a esa buena hermana (Joly) creo, si no me engaño, que ha dado a Él tal placer por esto que ha hecho en su honor, cual no lo había podido hacer hasta ahora con todas las otras acciones de su vida». 
            La M. Saumaise quiso contribuir a los gastos de la imagen, y envió a la Santa pata ello dos luises de oro en seguida contestóle: 
            «¡Qué honor para V. haber dado los dos luises de oro, que hemos recibido, y que la muy honorable Madre conservará hasta que la cosa esté hecha; porque me parece poder asegurar a V., según me siento apremiada a hacerlo, que jamás dinero alguno ha sido mejor recompensado que lo será el de V. Y creo que ha dado V. tal gusto al Sagrado Corazón con esta liberalidad que se dirige directamente a El, cual no le hubiese V. dado con todo cuanto hubiera podido hacer durante toda su vida!». 
            ¡Cuántas veces repite la Santa este pensamiento! 
Otros pasajes 
            Cuando las novicias oyéronla hablar de su devoción: «se dieron – dice - con tal ardor a honrar a este Divino Corazón, cuya imagen les dio trazada a pluma en un trozo de papel, que les hizo hacer muchos progresos en su perfección en poco tiempo. Y aunque les atrajo muchas mortificaciones, no se volvieron atrás, antes se animaron más y más a honrar a este Corazón Divino». 
            «Jamás se ha visto tanto ardor, como el que esta devoción derrama en los corazones. ¡Dios sea eternamente bendito!». 
            «Éste es, según creo, - escribía a su hermano - uno de los caminos más cortos para lograr nuestra santificación». 
            Buen testigo fue dicho hermano de la Santa, que en pocos meses dio, por este medio, un gran cambio. 
            «No puede V. Creer -decía en otra carta- los buenos efectos que esto (la devoción al Corazón de Jesús) produce en las almas que tienen la dicha de conocerla». 
            Así podríamos multiplicar los testimonios de Santa Margarita, que en esto se parece a Santa Matilde, la cual solía repetir con gracia: «Si hubiese de escribir todos los bienes que me ha comunicado el benignísimo Corazón de Dios, llenaría un libro mayor que el de maitines». (Alude a los voluminosos libros de coro). 

(Continúa)
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Comenzamos esta meditación haciendo un acto de contrición por nuestras faltas:
ACTO DE CONTRICIÓN
¡Dulcísimo Corazón de Jesús,que en este Divino Sacramento estás vivo e inflamado de amor por nosotros! Aquí nos tienes en vuestra presencia, pidiendo perdón de nuestras culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa, ¡oh buen Jesús!, haberte ofendido, por ser Vos tan bueno que no mereces tal ingratitud. Concédenos luz y gracia para meditar tus virtudes y formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.
 MEDITACIÓN CORRESPONDIENTE AL DÍA
 DÍA 15 
EN EL SAGRADO CORAZÓN,
 HALLAREMOS LA MÁS
  AMOROSA FORTALEZA
I
En nada se conoce tanto la profunda miseria del hombre como en su debilidad. Nuestra alma ha quedado, después de la culpa original, tan débil y endeble, que cualquier esfuerzo del enemigo basta para derribarla, si no tiene al lado una fuerza superior que la sostenga. Puede asimismo tan poco para obrar el bien, que cualquier leve dificultad la acobarda y arredra. ¿Quieres ser fuerte en medio de esta debilidad? Acude a buscar la fortaleza en el Sagrado Corazón de Jesús.
   Allí fueron a buscarla los Santos, criaturas débiles y de carne ruin y débil como la nuestra, y gracias a eso fueron fuertes y obraron maravillas. Recorramos la historia de la Iglesia, y veremos a delicadas jóvenes y a pobres ancianos, burlarse de todo el Poder de los enemigos de Cristo, y hacerse superiores a los halagos, a los tormentos y a la muerte. Los claustros y los desiertos, la vida doméstica y las mismas cortes y campamentos, están llenos de hombres y mujeres que en la flor de su edad y en medio de todas las seducciones son fuertes para renunciarlo todo y seguir a Jesucristo, hasta elevarse a la mayor dignidad.
   ¡Alma mía! Nada hicieron ellos que no lo puedas tú, si te procuras los mismos auxilios.
   ¿Dónde Se hallan éstos? acude al Sagrado Corazón.
   Medítese unos minutos.
II
   Eres débil y frágil, alma mía, porque quieres. Sí, porque quieres. ¿Qué disculpa tendría el niño, que no pudiese levantarse del suelo, por no querer alargar su mano a la que le tiende su buena madre? Por eso son frecuentes tus caídas y tropiezos, por eso sientes abatimiento y desconfianza ante la más pequeña dificultad. ¡Quizás para mayor desgracia has presumido algo de tu propio valer, y con necia arrogancia has creído poder prescindir de todo amparo! 
   Acude, alma mía, a Dios, tu ayudador y poderoso auxilio, y estás salvada. Nada podrán contra ti los más fieros enemigos, nada las más borrascosas pasiones. Sentirás agilidad, ligereza, facilidad para toda obra buena y para todo costoso sacrificio.
   ¡Oh Corazón de Jesús, fortaleza de los débiles y caídos! Mi corazón anda de continuo desalentado, y acude a Vos para que lo sostengas. Dame la mano, Señor, como la distes a tantos que por Ti se levantaron del lodo y subieron a la cumbre de la virtud, como la diste a Santa Magdalena, a San Pablo, a San Agustín.
   ¿Qué podría el más valeroso si Tú lo abandonases? Pero ¿qué no podrá el más débil si Tú le fortaleces?  ¡Oh Dios mío, fortaleza mía. Hazme fuerte contigo, para contigo reinar eternamente victorioso.
  
   Medítese, y pídase la gracia particular.



ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido a tus pies, ¡oh Jesús mío!,considerando las inefables muestras de amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo tu adorabilísimo Corazón, te pido humildemente la gracia de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo, para hacerme digno de las gracias y bendiciones que generoso concedes a los que de veras te conocen, aman y sirven.
   ¡Mira que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Ti como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy ignorante, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy fragil, oh poderosísimo amparo de los débiles, y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Ti para no desfallecer! Sé todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, luz de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo espera todo mi pobre corazón. Tú lo alentaste y convidaste cuando con tan tiernas palabras, dijiste repetidas veces en tu Evangelio: Venid a Mí,... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las puertas de tu Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío te hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tómalo, y dame en cambio lo que sabes me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
   Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave Maria y Gloria, en recuerdo de las tres insignias: cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.


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